VACACIONES DE LOS NIÑOS: UNA OPORTUNIDAD DE UNIÓN FAMILIAR
Sin duda, una de las temporadas que producen mayor inquietud en las madres que trabajan, es la de las vacaciones escolares. Y es que aún cuando las han atrasado un poco, el momento llegará pronto.
Ante esto, seamos honestas y respondamos ¿me gusta que mis hijos estén de vacaciones?, o ¿mi preocupación durante el trabajo es mayor sabiendo que están en casa?
A unas semanas de que inicien, hay tiempo de planear la situación. Si tienes posibilidad de dejar el trabajo por unos días, ¡házlo! Las vacaciones pueden ayudar mucho a la familia si están bien organizadas. Al salir de la rutina, tenemos la oportunidad de relajarnos, convivir y conocer más de nuestros hijos. Para ello, no hay porqué salir a un lugar lejano o caro, lo importante es hacer algo diferente en familia, que guste y divierta a todos.
Si el trabajo no te permite salir, es recomendable buscar actividades para los hijos: cursos de verano, actividades deportivas, clases de música, pintura; o en caso de ser ya adolescentes algún trabajo relacionado con sus estudios que les ayude a mejorar como personas.
Al sugerir una convivencia más estrecha con la familia, es posible que surjan algunas reflexiones como: ¿Qué tanto me comunico con mis hijos?, ¿Qué tanto los conozco de verdad: sus gustos, miedos, aspiraciones y preocupaciones?, o bien hasta reconocer que “Son mis hijos, los quiero mucho, pero son lejanos a mí”. Parte de estos cuestionamientos se pueden resolver identificando el tipo de comunicación que hay en el núcleo familiar.
La comunicación con mis hijos
La comunicación es un proceso dinámico que hacemos todos los días: comunicamos ideas, sentimientos, pensamientos, emociones. Parece fácil pero, según terapeutas reconocidos, el 90% de los problemas familiares son por falta de una buena comunicación.
No es sólo transmitir información: ¿Cómo te fue hoy? ¿Qué hiciste?, Mañana tienes que ir a… o hacer tal cosa. Es realmente “saber decirle al otro lo que piensas o sientes y recibir del otro aquello que siente o piensa”.
Existen niveles de comunicación en las familias:
– Nivel superficial: viven juntos pero no coinciden, ven televisión pero no hablan o discuten, los temas que se hablan son banales: ¿Qué tal el clima? ¿Hay mucho tráfico?; el papá trabaja todo el día, la mamá trabaja ya sea en la casa o fuera de ella, cada hijo anda por su lado. No hay unión.
– Nivel intermedio: aparentemente están unidos, a veces comparten conversaciones, consejos y opiniones, no existe intimidad, cada quien está en su “parcela”.
– Nivel profundo: se vive en familia, comparten por lo menos una comida al día, hay reuniones familiares, se escuchan, se ayudan y se tienen confianza.
Nuevamente con honestidad, respondamos ¿Cómo es la comunicación con mis hijos?: superficial, intermedia o profunda. Una vez reconocido el modelo, es posible mejorarlo. He aquí algunos consejos para una buena comunicación:
[ulist style=”1″] Compartir gustos, aficiones, experienciasHablar con calma
Escuchar primero
Estar disponible
Que todos opinen
Corregir a los hijos a solas
Alegría y buen humor
Respetar a cada miembro de la familia
Dar las “gracias” y pedir las cosas “por favor”
Ser cariñosos y expresivos
Ver poco tiempo la televisión
Hablar en positivo, evitar las críticas
Celebrar fiestas familiares
Organizar excursiones, vacaciones y juegos juntos
Comer juntos por lo menos una vez al día
[/ulist]-
Es importante evitar la práctica de ciertas actitudes hacia nuestros hijos como son: burlas, insultos, amenazas, sermones, discusiones sin sentido, juicios, castigos físicos o morales fuertes, portazos, gritos, caras largas, groserías, callar al otro, o bien, actitudes de indiferencia o superioridad. Estas acciones sólo harán que nuestra comunicación sea cada vez más difícil y lejana.
Con todo esto, te invito a que aproveches el próximo periodo de vacaciones para acercarte más a ellos, para conocer realmente su forma de pensar y de sentir, y que ellos conozcan la tuya, para que en lugar de que sea una temporada de inquietud, añoremos esta magnífica oportunidad de unión familiar.
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Las fortalezas de la familia
Termina un año, comienza otro… es un tiempo que generalmente pasamos con la familia, ¿no es así?
Pero aún cuando reconocemos la importancia de compartir con los nuestros ¿sabemos, realmente, lo que significa la familia? Sin duda el, término es uno de los más conocidos y paradójicamente de los menos reflexionados.
A la familia se le considera la “base de la sociedad”, y al investigar sus raíces se comprueba que es la única institución que ha surgido de forma espontánea, a comparación de otras instituciones que han sido creados por el hombre para cumplir con una finalidad específica (Ejemplo: gobiernos, empresas, iglesias e instituciones educativas, entre otras).
La familia surge por sí sola. Esto no es una casualidad, es más la consecuencia de una realidad biológica, donde los integrantes menores necesitan de sus padres para crecer y convertirse en adultos, para ser cuidados y educados hasta que puedan valerse por sí mismos.
No todas las familias son iguales, en la mayoría hay papá, mamá e hijos; en otras sólo uno de ellos con hijos; las hay con abuelos o tíos que viven en la misma casa. Puede haber hijos adoptados, hijos de algún miembro de la pareja, o bien parejas sin hijos.
Con el tiempo va cambiando y cada familia se organiza diferente según las edades de sus miembros y situaciones particulares.
Muy revelador resultó el estudio “Sueños y aspiraciones de los mexicanos”, publicado por la revista Nexos (Febrero, 2011), en donde uno de los puntos centrales fue la percepción de los encuestados acerca de la familia. Las primeras líneas son de verdad interesantes:
“Sin sueño colectivo, sin faro que alumbre un camino, sin confianza en los gobernantes y los compatriotas que caminan a su lado, los mexicanos encuentran consuelo y esperanza en su familia (…) La familia se encuentra idealizada como el refugio donde los mexicanos sí pueden confiar unos en otros, es el conjunto donde sí se comparten valores, sí se encuentra el apoyo”.
El mismo estudio afirma también que esta imagen de la familia impide a los ciudadanos percibirse como parte de una colectividad superior a su entorno inmediato (la comunidad, la ciudad, la patria) y al mismo tiempo, ponerse de acuerdo para alcanzar metas en conjunto. En sí, para 81de cada 100 mexicanos antes que el país está su familia.
¿Por qué entonces, escuchamos o decimos frecuentemente que la familia está en crisis?
¿Por qué al hablar de familia nos referimos solo a los problemas que le aquejan: violencia, infidelidad, divorcio, adicciones, delincuencia, falta de comunicación, entre otros, que hacen pensar que este núcleo social se está fracturando?
Ante esto, ¿no sería más adecuado recordar lo que aporta la familia? Las significativas fortalezas que la distinguen como una institución natural y ancestral, donde existe:
[ulist style=”1″] Derecho a la vida: primer derecho universal de un ser humano sobre todos los demás.Derecho a la educación: aprender, superarse y ser alguien productivo para la sociedad.
Se acepta a cada uno como es, sea cual sea su carácter, temperamento o condición física.
Se aprende a amar: la primera experiencia de todo ser humano de amar y relacionarse con los demás, la aprende dentro de su familia.
Se trasmiten creencias, tradiciones, hábitos y costumbres.
Es la escuela de los valores, ya que dentro de ellas se viven éstos.
Es un espacio de apoyo, confianza y solidaridad.
Se aprende a vivir en paz y armonía.
[/ulist]
Después de muchos años de estudio podemos afirmar que no hay nada que nos haga suponer la desaparición de la familia, por más que se diga que está en crisis. De hecho, la historia nos confirma lo contrario: los lazos familiares se han revitalizado y transformado, de ninguna manera desaparecido.
Si continuamos viendo a la familia con un enfoque centrado en sus problemas, la percepción será incompleta, pues es parte de su propia naturaleza. No así, si entendemos sus fortalezas quizá podamos explicar no sólo por qué ha existido hasta el presente, sino también por qué es parte esencial de nuestras vidas.
Estos son días de reflexión, ¿qué mejor que empezar a ver de otra forma a este grupo primario que nos forma y nos apoya?
Y tú, ¿qué opinas?
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¿eres o te crees? Mujer auténtica
¿La manera como trato a los demás, ¿es realmente mi forma de ser o me la paso aparentando ser más rica, más pobre, más inteligente, más simpática de lo que realmente soy?
¿Mi relación con mi esposo o novio es sincera y abierta o aparentamos que nos llevamos bien frente a los otros?
La forma en que educo a mis hijos ¿es la que me convence o es la forma en que los demás papás lo hacen?
Podría seguir enumerando preguntas sobre la forma de actuar, hablar y pensar, y con tristeza concluiríamos que la mayoría de nuestros actos no van de acuerdo con nuestros principios.
Una persona auténtica reconoce y acepta su propia realidad. Ambos aspectos son importantísimos, ya que quien reconoce su realidad pero no la acepta, vive quejándose o bien la disfraza.
Tu realidad abarca quien eres, con tus cualidades y defectos, tu familia y tu entorno: ¿te aceptas y aceptas a tu familia tal como es, o vives pensando que ojalá fuera diferente? ¿Aceptas el nivel económico que tienes, o te la pasas día a día exigiendo a tus padres o esposo que te den más cosas, dinero, ropa? ¿Aceptas realmente el ambiente social y cultural en el que te mueves, o vives fingiendo que eres diferente?
Reconocer tu realidad es también aceptar lo que eres, lo que tienes y no vivir aparentando lo que no eres y lo que no tienes.
Tenemos miedo de que nos conozcan tal y como somos y cometemos un gravísimo error. Qué triste es que, a pesar de ser cada quien única en el mundo, luchemos incansablemente por ser iguales a las demás. Debemos valorarnos y sentirnos orgullosas de nosotras mismas.
VIVIR LA AUTENTICIDAD.
Me gustaría compartir contigo tres aspectos que nos pueden ayudar:
– Ser auténtica de pensamiento significa estar convencida de lo que realizas Se trata de ser congruente entre lo que se dice y lo que se piensa. Si estás con amigas que no respetan a sus maridos, dices no respetar al tuyo; si estás con mujeres que critican a los demás, tu también criticas; si estás en tu oficina y se quejan del jefe, también lo haces. ¿Es esto estar convencida de lo que piensas?
– Ser auténtica de voluntad quiere decir que lo que hagas en tu vida debe estar orientado hacia un fin. Que no se te pase el tiempo sin saber a dónde quieres llegar. ¿Quieres ser una gran mamá? Pues prepárate y dedícale tiempo a tus hijos, aunque te digan que está pasado de moda: ¿quieres ser una gran profesionista? Pues afánate y que note importe lo que digan los demás. Las personas que te quieren te aceptarán como eres y con lo que haces. La voluntad no auténtica conduce a la hipocresía, en la que según con quién estés utilizarás tal cual máscara. Muchas veces al ser auténtica serás rechazada, pero es más importante y enriquecedor vivir de acuerdo a tus ideas.
– Ser auténtica de sentimientos significa que estos sean compatibles con tu vida. Vivimos en un mundo que actúa emocionalmente: si me late, si lo siento, si se me antoja, lo hago; si no, no. Gran parte de nuestras decisiones están basadas en sentimientos y no en nuestro convencimiento. No debemos dejar que estos nos arrastren.
En resumen, ¿quién es una mujer auténtica? La que actúa, piensa , habla y se expresa de acuerdo con su ser, de acuerdo con lo que es en realidad. Una mujer es auténtica cuando su pensamiento, su voluntad y sus sentimientos también lo son.
Te invito a luchar por ser una mujer coherente. Defiende tus ideales. Si estás convencida de algo, que nadie te haga dar un paso atrás. Los que cambian el mundo no son las personas que funcionan como veletas (que cambian con el viento), ni los hipócritas, ni los que se dejan llevar por sus sentimientos, sino los hombres y las mujeres auténticos.
Al mostrarnos tal y como somos, al no querer apantallar a los demás y aparentar lo que no existe, viviremos mucho más tranquilas y en paz con nosotras mismas. Seremos, en definitiva, mucho más felices.
Y tú, ¿qué opinas?
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