Paradojas de nuestro siglo
Los grandes avances tecnológicos y científicos de las últimas décadas, sin duda alguna, han logrado mejorar la calidad de vida de las personas en materia de salud y de bienestar social. Sin embargo, paralelamente a estos logros, vivimos diversas paradojas que me llevan a reflexionar hondamente, algunas de las cuales me gustaría compartir contigo:
Obesidad y desnutrición
No es ningún orgullo el que México sea el primer lugar en obesidad en el mundo. Definida como la “enfermedad en la cual las reservas naturales de energía, almacenadas en el tejido adiposo de los humanos se incrementa, provocando acumulación excesiva de grasa en el cuerpo”, la obesidad se asocia con otros malestares como problemas cardíacos, diabetes, hipertensión arterial y en algunos casos, hasta cáncer.
En nuestro país, uno de cada cuatro niños es obeso, uno de cada tres adolescentes presenta problemas de obesidad, y en personas mayores de 40 años, el 70 por ciento tiene sobrepeso, por lo que se ha convertido en nuestros días en una enfermedad crónica de largo plazo, causada en gran medida por la vida sedentaria, malos hábitos de alimentación y publicidad mal dirigida.
Aunado a esto, México atraviesa por otro problema que es la desnutrición, siendo ella “un estado de deficiencia en el consumo o disponibilidad de energía y/o nutrimientos que repercute negativamente en la salud de quien la padece”.
Aunque este problema ha descendido en los últimos años, sigue siendo una situación seria. De acuerdo con el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, el nueve por ciento de la población infantil menor de nueve años tiene talla baja debido a una mala alimentación.
Individualismo y dependencia
Una de las corrientes ideológicas que más ha afectado a nuestra sociedad es el llamado “individualismo”, entendido como la “tendencia a pensar y obrar con independencia de los demás, o sin sujetarse a normas generales” (Diccionario de la Real Academia Española). Así, se promueve el buscar nuestra propia realización, lo que nos guste, llame la atención, nos parezca mejor, nos llene y brinde satisfacción; lo demás hay que hacerlo a un lado, no vale la pena.
Este vivir para uno mismo, proyecta personas sumamente egoístas, para las cuales lo que pase a su alrededor las tiene sin cuidado.
Por otro lado, vemos cada día a más mujeres y hombres que dependen negativamente de algo o de alguien. Las adicciones se han multiplicado, ya sea al alcohol y las drogas, al trabajo, al ejercicio, al internet, a los desórdenes alimenticios, al juego, a las compras, entre otras muchas. Y qué decir de las personas atadas a relaciones destructivas familiares o de trabajo. En sí, ¿queremos estar solos o depender de otros?
Materialismo y crisis existencial
De acuerdo con Enrique Rojas, reconocido psiquiatra y autor español, el materialismo “hace que un individuo tenga un cierto o un mucho reconocimiento social por el único hecho de ganar mucho dinero. Esto ha hecho que los individuos luchen y dirijan mucho de sus esfuerzos a tener más, y no a ser más”.
Pensaríamos entonces que este reconocimiento social por consumir y poseer cada vez más cosas, logra que las personas sean seguras de sí mismas y, por ende, más felices. Sin embargo, las estadísticas nos muestran otra realidad: cada vez más niños, jóvenes y adultos viven sin un sentido de vida, sin un sentido trascendental y en una constante “crisis existencial”.
La plaga mental de nuestros tiempos es la depresión llena de miedos, inseguridad y confusión; el índice de suicidios va en aumento, y los cursos y seminarios en busca de un sentido de vida son cada vez más populares.
Obesidad – desnutrición, individualismo – dependencia, materialismo-crisis existencial: ¿dónde está el término medio? ¿dónde está el equilibrio? ¿Por qué resulta tan difícil encontrar a un hombre o a una mujer feliz? ¿No será que en nuestra ansia por buscar la verdadera felicidad, hemos caído en extremos que más bien nos alejan de ella?
Considero que la verdadera felicidad, la encontraremos siendo mujeres y hombres que vivamos en equilibrio, que sepamos integrar nuestro cuerpo, alma y espíritu hacia una misión propia y única en nuestra vida, condición que pareciera inalcanzable pero con esfuerzo es posible obtener. O, ¿tú qué opinas?
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Cultura de la legalidad como arma letal contra la corrupción, impunidad e incompetencia
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