A mis padres
No me des todo lo que pida; a veces yo sólo pido para ver cuánto puedo obtener.
No me des siempre órdenes; si me pidieras las cosas con cariño, yo las haría más rápido y con más gusto.
Cumple las promesas buenas o malas; si me ofreces un premio, dámelo…pero también un castigo si me lo merezco.
No me compares con nadie, especialmente con mi hermano o mi hermana; si tú me haces lucir peor que los demás, entonces seré yo quien sufra.
No me corrijas mis faltas delante de nadie; enséñame a mejorar cuando estemos solos.
No me grites; te respeto menos cuando lo haces, me enseñas a gritar también a mí y no quiero hacerlo.
Déjame valerme por mí mismo; si tú haces todo por mí yo nunca aprenderé.
No digas mentiras delante de mí, ni me pidas que las diga por ti, aunque sea para sacarte de un apuro; me haces sentir mal y perder la fe en lo que dices.
Cuando yo hago algo mal, no me exijas que te diga el por qué, pues a veces ni yo mismo lo sé.
Cuando estés equivocado en algo, admítelo para que crezca la opinión que yo tengo de ti, y así me enseñarás a admitir mis equivocaciones.
Trátame con la misma amabilidad y cordialidad con que tratas a tus amigos; ya que aunque seamos familia, podemos ser amigos también.
No me digas que haga una cosa que tú no haces; yo aprenderé y haré siempre lo que tú hagas, aunque no lo digas, pero nunca lo que tú digas y no hagas.
Enséñame a conocer y amar a Dios; pero de nada vale si yo veo que tú ni lo conoces, ni lo amas.
Cuando te cuente un problema mío, no me digas: “No tengo tiempo para boberías” o “Eso no tiene importancia”; trata de comprender y ayudarme.
Quiéreme mucho y dímelo; a mí me gusta oírlo, aunque tú creas que no es necesario que me lo digas.
Anónimo.
JUAN PABLO II:
«Los padres son los primeros que tienen el derecho y el deber de educar a sus hijos, en sintonía con sus propias convicciones. No cedáis este derecho a las instituciones, que pueden transmitir a los niños y a los jóvenes la ciencia indispensable, pero no les pueden dar el testimonio de la solicitud y el amor de los padres.
No os dejéis engañar por la tentación de asegurar a vuestros hijos las mejores condiciones materiales a costa de vuestro tiempo y de vuestra atención, que necesitan para crecer “en sabiduría, edad y gracia ante Dios y ante los hombres” (Lc 2, 52). Si queréis defender a vuestros hijos contra la corrupción y el vacío espiritual, que el mundo presenta con diversos medios y, a veces, incluso en los programas escolares, rodeadlos del calor de vuestro amor paterno y materno, y dadles el ejemplo de una vida cristiana» .
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La familia y las adicciones
“MI HIJA NO”. Recuerdo tan bien el título de esta película en la cual los padres de una adolescente fueron los últimos en enterarse y aceptar la adicción de su hija a las drogas y al alcohol.
El campo de las adicciones es muy amplio, podríamos pensar que solo el alcoholismo y la drogadicción afectan al ser humano, sin embargo tomando la clasificación mencionada en el libro “Libre de adicciones” podemos hablar de las adicciones “ingestivas o de sustancias” tales como el tabaco, la cafeína, los desórdenes alimenticios de la bulimia, anorexia y comedores compulsivos, el chocolate, el azúcar, los fármacos y los ya mencionados alcohol y drogas. Y el segundo tipo de adicción denominado adicciones de “proceso” en donde se enmarcan las del comportamiento: adicción al robo, compras, trabajo, perfeccionismo, a la mentira, al sexo, ejercicio, televisión, internet, al juego, crimen, a acumular dinero, el activismo, la religiosidad o la pornografía; las mentales tales como pensamientos obsesivos, negativos, de preocupación o exageración o bien las adicciones que tienen que ver con relaciones de codependencia.
La adicción es un estado de compulsión, obsesión y preocupación que esclaviza la voluntad y el deseo de la persona. Es cualquier proceso ante el cual somos impotentes ya que nos controla, nos obliga a decir, hacer y pensar cosas que no van de acuerdo con nuestros valores personales y nos conduce progresivamente a ser más compulsivos y obsesivos hacia el objeto de la adicción. Es considerada como una enfermedad. En muchas ocasiones, la adicción es utilizada por la persona para evitar o eliminar cualquier realidad que le resulta intolerable o dolorosa.
Cuando alguno de estos comportamiento toca la vida de un familiar o de un ser querido, la reacción inicial puede ser: “!mi hijo NO, mi marido NO, mi hermano NO!”, y ahora ¿qué hacemos?
La mejor defensa de la familia contra el impacto emocional de la adicción de uno de sus miembros consiste en aceptar la enfermedad, adquirir conocimientos sobre ella y hacerse de la madurez y el valor necesarios para enfrentarla. Mientras más se escondan o disimulen las emociones, más difícil será lograr un proceso de rehabilitación eficaz.
Las familias cercanas del adicto necesitan ayuda. Quienes resultan más afectados son: el cónyuge, los hijos, los padres y los hermanos. Esto puede parecerte absurdo: ¿cómo es posible que los familiares necesiten ayuda si el adicto es el que está mal? Es importante entender y aceptar que toda la complicación psicológica de las adicciones se contagia de alguna manera y daña a las personas cercanas. Se cometen muchos errores que a menudo dificultan la recuperación del dependiente, aun cuando no sea ésta la intención.
Es asombroso observar como el adicto puede llegar a controlar a su familia, principalmente al cónyuge y a la madre, quien por un lado lloran, gritan, se quejan, alegan, ruegan, amenazan o dejan de hablarle; pero también disimulan, lo protegen y lo defienden de todas las consecuencias de su adicción.
La mejor manera de ayudar a un familiar que padece una adicción es terminar con la ignorancia, situarse en la realidad y poner en práctica lo que se aprendió. El problema de los adictos radica en su persona; su rehabilitación sólo puede lograrse con la abstinencia total. Por eso, es al adicto a quien le corresponde decidirse, por su propia voluntad, a tomar medidas eficaces. El papel de la familia es acompañarlo y apoyarlo lo más posible.
Ahora bien, hay mucho que hacer para poder prevenir que nuestros hijos caigan en una adicción. Comparto contigo algunas acciones que como padres podemos hacer para contrarrestar las influencias negativas que reciben nuestros jóvenes:
[ulist style=”2″] Formar hábitos positivosFormar una personalidad fuerte: está comprobado que gran parte de los adictos poseen un carácter débil, poca fuerza de voluntad, porque así fueron educados.
Evitar tanto la sobreprotección como la negligencia.
Darse cuenta del daño que genera a largo plazo satisfacer todos sus deseos.
Tener una buena comunicación, platicar sobre sus actividades y problemas.
No delegar en la sociedad o en la escuela la responsabilidad de su educación.
Compartir con ellos el tiempo libre.
Respetar a nuestros hijos, tomando en cuenta sus actitudes y comentarios.
Estimularlos a que tomen sus propias decisiones y asuman responsabilidades.
Dar buen ejemplo.
Proporcionar a nuestros hijos amor y seguridad, el cariño no se opone a la disciplina.
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Como dice el dicho popular “es mejor prevenir que lamentar”; es mejor atacar el problema a tiempo, que decir “mi hija NO”.
Y tú, ¿qué opinas?
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Porqué los niños necesitan el amor de papá y mamá
En la actualidad, el número de hogares mono-parentales va en aumento: los niños viven únicamente con la madre o el padre ya sea por divorcio, separación o muerte de alguno de ellos.
Sabemos que la situación idónea para un niño es crecer al lado de su papá y de su mamá, la cual no siempre es posible, aunque lo puede ser en parte. Por ello que me gustaría reflexionar sobre la importancia de la figura paterna y materna en el desarrollo de un niño, y buscar la forma práctica de que el menor disfrute de ambas figuras.
Es importante mencionar que, si bien los hijos necesitan de la presencia y del cuidado de ambos padres, la calidad de la relación que exista entre los esposos va a influir profundamente en el hijo y tiene un gran impacto en su proceso de desarrollo: cada hijo necesita no sólo del cariño de su padre y de su madre, sino también el cariño que su padre y su madre se tienen entre sí.
El padre tiene una tarea imprescindible en la formación de hogar, en su ambiente y en la educación de sus hijos, no sólo de los varones, cuyo papel es decisivo para que éstos reconozcan su identidad, sino también para el desarrollo armónico de las hijas, a quienes la presencia del padre les confirma en su feminidad.
La madre tiene una especial relación que la une al niño, sobre todo en los primeros años de vida. Ella le ofrece el sentimiento de seguridad y confianza que lo llevará a desarrollar su propia identidad y a relacionarse sanamente con los demás. Recuerdo una frase que escuché en el velorio de una mujer, cuando su hijo de sesenta años lloraba desconsolado: “todo hombre deja de ser un niño, hasta el día en que muere su madre”.
Una familia, en la que la madre y el padre están presentes ayudará al desarrollo integral de los hijos, diversas situaciones de la vida cotidiana, por ejemplo:
[ulist style=”2″] La manera de jugar que tienen los hombres con los bebés incluye más movimientos físicos (70%) de su juego en comparación con los que realiza la madre (4%). El juego del padre favorece el desarrollo muscular y la estimulación temprana, el de la madre favorece el abrazo y la caricia (“The two sexes: growing up apart, coming together” Eleanor E. Maccoby.)En el campo de la comunicación, la mujer tiene más facilidad para adaptarse a los niños y hacer que éstos la entiendan; mientras que el hombre, como tiene menos desarrollada esta habilidad, indirectamente ayuda al niño a desarrollar su vocabulario (Ibídem).
En el campo de la formación de hábitos, los padres ponen mayor énfasis en la justicia, equidad y deber. Las madres muestran la importancia de la simpatía, el cariño y el cuidado (“In a different voice: psychological theory and women´s development”. Carol Gilligan). El Doctor Kyle Pruett de la Facultad de Medicina de Yale, lo afirma de forma simple y profunda “los padres no hacen el trabajo de las madres”.
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Papás y mamás criamos a nuestros hijos de manera diferente, es verdad; pero también es cierto que los niños necesitan tanto de la ternura de una mujer como de la rudeza de un hombre; de la equidad de una, como de la competencia del otro; de la seguridad que ella busca, como del riesgo que él quiere tomar.
Basta observar en un parque quien es el que anima a sus hijos a que se columpien más fuerte o trepen más arriba, a que pedaleen su bicicleta un poco más rápido, o avienten la pelota con más de fuerza. Y quién es quién grita: ¡No vayas tan rápido, no te subas tan alto, no le des tan fuerte!
Las madres y los padres disciplinan de manera diferente: ellos enfatizan la justicia, la imparcialidad y el deber; nosotras, la compasión, el cuidado y la ayuda. Hasta para enfrentar la vida los padres tienden a ver a su hijo en relación con el resto del mundo; las madres tendemos a ver al resto del mundo en relación con nuestro hijo, ¿cierto no?
Las figuras paterna y materna son básicas en el desarrollo del menor. Las aportaciones y diferencias son muchas y no terminaríamos en este espacio, lo importante es ser conscientes que para el desarrollo integral de nuestros hijos, debemos asegurarnos que tengan un acceso continuo a las maneras diferentes y complementarias de cómo educamos los hombres y las mujeres.
Si él o ella no está disponible, te recomiendo buscar esa figura en alguien cercano (hermano, tío, abuelo), para favorecer la identidad del menor, que a fin de cuentas es quien tiene el derecho a gozar de unos padres.
Y tú, ¿qué opinas?
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Las fortalezas de la familia
Este primer domingo de Marzo es el octavo año en que se celebra el Día Nacional de la Familia. Pero aún cuando reconocemos la importancia de este núcleo ¿sabemos, realmente, lo que significa? Y es que, sin duda, el término familia es uno de los más conocidos aunque, paradójicamente, de los menos reflexionados. Veamos…
A la familia se le considera la “base de la sociedad”, y al investigar sus raíces se comprueba que es la única institución que ha surgido de forma espontánea, a comparación de otras instituciones que han sido creados por el hombre para cumplir con una finalidad específica (Ejemplo: gobiernos, empresas, iglesias e instituciones educativas, entre otras).
La familia surge por sí sola. Esto no es una casualidad, es más la consecuencia de una realidad biológica, donde los integrantes menores necesitan de sus padres para crecer y convertirse en adultos, para ser cuidados y educados hasta que puedan valerse por sí mismos.
No todas las familias son iguales, en la mayoría hay papá, mamá e hijos; en otras sólo uno de ellos con hijos; las hay con abuelos o tíos que viven en la misma casa. Puede haber hijos adoptados, hijos de algún miembro de la pareja, o bien parejas sin hijos.
Con el tiempo va cambiando y cada familia se organiza diferente según las edades de sus miembros y situaciones particulares.
Muy revelador resultó el estudio “Sueños y aspiraciones de los mexicanos”, publicado por la revista Nexos (Febrero, 2011), en donde uno de los puntos centrales fue la percepción de los encuestados acerca de la familia. Las primeras líneas son de verdad interesantes:
“Sin sueño colectivo, sin faro que alumbre un camino, sin confianza en los gobernantes y los compatriotas que caminan a su lado, los mexicanos encuentran consuelo y esperanza en su familia (…) La familia se encuentra idealizada como el refugio donde los mexicanos sí pueden confiar unos en otros, es el conjunto donde sí se comparten valores, sí se encuentra el apoyo”.
El mismo estudio afirma también que esta imagen de la familia impide a los ciudadanos percibirse como parte de una colectividad superior a su entorno inmediato (la comunidad, la ciudad, la patria) y al mismo tiempo, ponerse de acuerdo para alcanzar metas en conjunto. En sí, para 81de cada 100 mexicanos antes que el país está su familia.
¿Por qué entonces, escuchamos o decimos frecuentemente que la familia está en crisis? ¿Por qué al hablar de familia nos referimos solo a los problemas que le aquejan: violencia, infidelidad, divorcio, adicciones, delincuencia, falta de comunicación, entre otros, que hacen pensar que este núcleo social se está fracturando?
Ante esto, ¿no sería más adecuado recordar lo que aporta la familia? Las significativas fortalezas que la distinguen como una institución natural y ancestral, donde existe:
[ulist style=”2″] Derecho a la vida: primer derecho universal de un ser humano sobre todos los demás.Derecho a la educación: aprender, superarse y ser alguien productivo para la sociedad.
Se acepta a cada uno como es, sea cual sea su carácter, temperamento o condición física.
Se aprende a amar: la primera experiencia de todo ser humano de amar y relacionarse con los demás, la aprende dentro de su familia.
Se trasmiten creencias, tradiciones, hábitos y costumbres.
Es la escuela de los valores, ya que dentro de ellas se viven éstos.
Es un espacio de apoyo, confianza y solidaridad.
Se aprende a vivir en paz y armonía.
[/ulist]
Después de muchos años de estudio podemos afirmar que no hay nada que nos haga suponer la desaparición de la familia, por más que se diga que está en crisis. De hecho, la historia nos confirma lo contrario: los lazos familiares se han revitalizado y transformado, de ninguna manera desaparecido.
Si continuamos viendo a la familia con un enfoque centrado en sus problemas, la percepción será incompleta, pues es parte de su propia naturaleza. No así, si entendemos sus fortalezas quizá podamos explicar no sólo por qué ha existido hasta el presente, sino también por qué es parte esencial de nuestras vidas.
Estos son días de reflexión, ¿qué mejor que empezar a ver de otra forma a este grupo primario que nos forma y nos apoya?
Y tú, ¿qué opinas?
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190 preguntas antes del matrimonio
Francisco Grass
Las respuestas a las 190 preguntas que deben analizarse muy seriamente tienen como fin evitar cometer en el futuro los graves errores que algunas parejas realizan, alegando una previa ignorancia. Así nunca podrán decir: “A mí no me dijeron nada de este tema. Si me lo hubieran dicho, hubiera actuado de otra manera. Quién iba a pensar que teníamos que habernos fijado en esto, para corregirlo”.
Elijan unos buenos momentos para mantener esos necesarios diálogos y traten de inspirarse todo lo que puedan para hacerlos inteligentemente, con el corazón totalmente abierto, sin dobleces, engaños, ni mentiras, es por el bien de los dos y su futura familia.
Novios, no tengan miedo a decir la verdad, sin tapujos, dobleces, cobardías o pasividad. Es preferible que un noviazgo se rompa, por haber hablado claro, que un matrimonio fracase, por no haberlo hecho. Eviten ser cómplices de una desgracia, que atañerá a su futura familia y a usted.
Novios, no tengan miedo a escuchar a sus padres, a las personas que les quieren y a las que tienen una buena experiencia matrimonial, sobre los argumentos que les aconsejen, para no llevar a cabo un futuro matrimonio. Analicen bien sus palabras, para que no haya ningún resquicio, en sus respuestas prematrimoniales. Cuatro ojos, ven mejor que dos. Luego no digan: “me pasa por no haberles hecho caso, cuando estaba todo tan claro y yo no quería ver la realidad”.
Las respuestas deben ser realizadas individual y privadamente. Luego deberán entregarlas a un experto sacerdote, pastor, rabino o imán, según sea su religión, o al equipo de expertos que ellos designen, para que les ayuden a determinar, los puntos en los que difieren, en los que deben trabajar para mejorar, en los que tienen que eliminar y los medios especializados que deben utilizar para que conseguir que su futuro matrimonio sea feliz, duradero y fructífero.
En todas las iglesias, sinagogas o mezquitas recomiendan o exigen la asistencia a cursos prematrimoniales con determinados formatos y especializaciones relacionados con las respuestas obtenidas.
En temas prematrimoniales lo que se ignora puede lastimar el futuro. Los futuros esposos corren el riesgo de autoconvencerse y asumir que ya se conocen entre sí y que conocen también las reglas básicas del matrimonio, aunque previamente a éste no hayan dialogado ni pedido consejo en los asuntos importantes. Algunos no dialogan sobre lo importante, prefiriendo ignorarlo y así evitar los posibles disgustos que les pudieran separar de su futuro cónyuge. No se case sin haber dialogado sobre estos temas.
Estar de acuerdo con el futuro cónyuge en el 90 por ciento de los conceptos no quiere decir que en el otro 10 por ciento no haya cosas importantes que tienen que dialogar. El dialogo y los consejos prematrimoniales, pueden y deben sentar bien las posiciones, para tener bien claros los criterios que les unen y los que les separan y así poder obrar en consecuencia.
Este artículo va dirigido especialmente a los novios que van a contraer matrimonio pero también deben hacerlo los ya casados, para revivir las preguntas que en su día se hicieron o no se hicieron, y para hacer una evaluación periódica de la marcha de su matrimonio.
Aunque haya personas que piensan que el divorcio no se debe comentar en un artículo de preguntas prematrimoniales, porque los novios están muy ilusionados en su preparación para contraer matrimonio, el divorcio es un tema que está ahí para más del 50 por ciento de los matrimonios que actualmente se celebran. Ignorarlo, no tomarlo en cuenta o desdeñarlo, es querer tapar el sol con un dedo o poner puertas al campo. Lo que hay que hacer es utilizar todas las herramientas disponibles, antes y después del matrimonio, para que nunca ocurra.
Los padres que deciden voluntariamente no contraer matrimonio o divorciarse, algún día tendrán que responder moralmente ante sus hijos por lo que les han hecho y por lo que no les han hecho. Para planear bien un matrimonio hay muchos sitios en los que se puede consultar, pero hay muy pocos lugares para consultar, sobre cómo evitar el divorcio. Por eso, es más valioso poner todos los medios y afianzar el matrimonio para prevenirlo.
Las acciones y actitudes mantenidas en el matrimonio son decisiones que no atañen solamente a los dos cónyuges, pues un feliz y bien llevado matrimonio o unas malas relaciones influyen en los futuros hijos y en las relaciones con los familiares de ambos cónyuges.
Por eso, todos los esfuerzos prematrimoniales realizados con serenidad y conocimiento de causa ayudan a disminuir el número de matrimonios fallidos. Cuanta más energía empleen los futuros cónyuges en hacer bien las cosas, muchas más probabilidades tendrán de obtener éxito en esta sagrada decisión.
El matrimonio es una cuestión de calidad de entrega total e incondicional, de esencia, de profundidad y de evitar a toda costa que las apariencias engañen. El matrimonio se debe realizar sin medir lo que doy y lo que recibo, sin regatear esfuerzos y sin otra mentalidad que el amor.
Éstas y otras preguntas similares son la guía para que los futuros cónyuges sepan cuál es su posición ante el matrimonio. A la hora de debatir hay dos tipos de personas: Las que tienen la conciencia muy afinada y que buscan la verdad, incluso sometiendo a revisión hasta sus propias afirmaciones a pesar de que algunos no las puedan comprender, y las personas que sólo buscan vencer al contrario.
Es más importante poner todas las energías posibles en preparar bien el matrimonio que desgastarlas en preparar la boda.
190 Preguntas previas al matrimonio. Las respuestas individuales y secretas pueden ser:
A: Si hemos dialogado.
B: No hemos dialogado.
C: Estoy de acuerdo.
D: Estoy en desacuerdo.
E: Estamos de acuerdo.
F: Estamos en desacuerdo.
G: Lo desconozco.
1- Amigos anteriores y futuros
1. ¿De nuestros amigos, quiénes son los que apoyan nuestras creencias y estilo de vida que valoramos?
2. ¿Estamos de acuerdo en la cantidad y calidad de tiempo, que cada futuro cónyuge pasa con sus amigos?
3. ¿Nos sentimos cómodos y a gusto con las amistades de nuestro cónyuge?
4. ¿Tenemos amigos mutuos que ambos disfrutamos?
5. ¿Tenemos amigos que consideramos tóxicos para nosotros y para nuestros hijos?
6. ¿Tiene mi futuro cónyuge algún amigo, que no puedo o no quiero fomentar
2- Conocerse a sí mismo y conocer al futuro cónyuge
1. ¿Causan problemas entre nosotros el uso de algunas drogas, como alcohol, tabaco, mariguana, cocaína, etcétera?
2. ¿Compartimos con nuestro futuro cónyuge los conocimientos sobre nosotros mismos?
3. ¿Compartimos frecuentemente nuestros sentimientos personales?
4. ¿Creemos que ambos somos honestos, el uno con el otro?
5. ¿Cuáles son los hábitos y costumbres de mi futuro cónyuge que me irritan o molestan?
6. ¿Cuándo tenemos diferencias, intentamos dialogarlas o buscamos otros medios para encontrar las soluciones?
7. ¿Desprecio en algunas ocasiones a mi futuro cónyuge?
8. ¿El alcohol y las drogas nos causan actuaciones inapropiadas?
9. ¿En las discusiones, comentarios o desacuerdos, cada uno siempre quiere ganar?
10. ¿En qué campos o situaciones me asusta el comportamiento de mi futuro cónyuge?
11. ¿En qué ocasiones mi futuro cónyuge cree que no le escucho?
12. ¿Espero que, después de la boda, mi cónyuge cambie algunas de sus conductas y comportamientos que actualmente rechazo?
13. ¿Estamos completamente de acuerdo, en cómo manejamos las situación cuando hay cambios?
14. ¿Estamos de acuerdo en cuáles son los mejores y los peores momentos del día para comunicarnos asuntos de importancia?
15. ¿Estamos de acuerdo en el comportamiento que debemos tener en situaciones sociales?
16. ¿Estamos de acuerdo en intentar dialogar para solucionar nuestras desavenencias?
17. ¿Estamos de acuerdo en la forma en la que nos demostramos nuestro amor?
18. ¿Estamos de acuerdo en pedirnos perdón cuando hayamos discutido, con independencia de quién pudiera haberse equivocado o tenido razón?
19. ¿Estamos de acuerdo respecto a los papeles que debe jugar cada cónyuge, y en lo que nosotros esperamos el uno del otro?
20. ¿Estamos molestos con algunas de las actividades recreacionales o pasatiempos, de nuestro futuro conyugue?
21. ¿Estamos preocupados de que un factor en especial pudiera dominar nuestras vidas: hijos, preocupaciones comunitarias, trabajo, realización personal, etcétera?
22. ¿Estamos preocupados por el interés de nuestro futuro cónyuge, en practicar los juegos de azar?
23. ¿Estoy preocupado de que las implicaciones emocionales del pasado de ambos con otras personas vayan a afectar nuestro matrimonio de manera negativa?
24. ¿Hemos dialogado sobre nuestras opiniones relacionadas con la política, el sexo y la religión?
25. ¿Hay algunos asuntos que nunca los discutiremos?
26. ¿Hay cualidades en nuestro futuro cónyuge que no respetamos?
27. ¿Hemos acordado dejar atrás u olvidar las heridas o cosas malas que nos pasaron anteriormente?
28. ¿Me encuentro tranquilo, relajado o nervioso cuando estoy cerca de mi futuro cónyuge?
29. ¿Nos causa problemas el sentido del humor de cada uno para el futuro matrimonio?
30. ¿Nos encontramos en desacuerdo en repetidas ocasiones y en los mismos puntos, y no los hablamos para ponerles remedio?
31. ¿Nos escuchamos con atención?
32. ¿Nos gustaría poder cambiar algunas de las formas en que resolvemos nuestros problemas?
33. ¿Nos molestan las cantidades de alcohol y tabaco que consume nuestro futuro cónyuge?
34. ¿Nos podemos expresar con plena confianza, claramente y sin limitaciones o nos sentimos cohibidos por miedo a hacerlo libremente?
35. ¿Nos preocupa la actitud y relación que tenemos con el sexo opuesto?
36. ¿Nos preocupa que el futuro cónyuge me castigue con sus silencios?
37. ¿Respetamos los deseos de tener actividades y tiempo independiente para cada uno?
38. ¿Respetamos nuestros diferentes puntos de vista?
39. ¿Nos sentimos cómodos con la manera en que ambos reaccionamos al expresar los sentimientos cuando estamos en desacuerdo o cuando estamos enfadados?
40. ¿Nos sentimos frecuentemente infelices?
41. ¿Nos vemos uno a otro como tercos e inflexibles?
42. ¿Nuestros continuos o inesperados cambios de humor o de actitud podrían causarnos problemas?
43. ¿Podemos apoyarnos mutuamente cuando lo requiramos emocional o sentimentalmente?
44. ¿Sentimos que nuestro futuro cónyuge no es la persona correcta para nuestro matrimonio?
45. ¿Somos conscientes de escucharnos mutuamente para tener en cuenta las ideas y quejas del otro y así poderle dedicar la mayor parte de la energía y esfuerzo, sin distraernos con otras cosas menos importantes?
46. ¿Tenemos claro qué cosas tenemos que hablar y cuáles tenemos que callar?
47. ¿Tenemos intereses diferentes porque procedemos de ambientes distintos, como: raza, país, ciudad, rural, intelectual, económico, cultural, etcétera?
48. ¿Tenemos preocupaciones por la manera en que resolvemos los problemas personales?
49. ¿Valoramos mucho el mantener la paz a cualquier precio?
3- Familias anteriores
1. ¿Aceptamos completamente a nuestras futuras familias?
2. ¿Estamos preocupados que nuestras respectivas familias puedan interferir o influir en nuestra relación matrimonial?
3. ¿Hemos dialogado con nuestras familias que nuestra prioridad matrimonial está por encima de las responsabilidades de nuestras anteriores familias?
4. ¿Hemos dialogado sobre la posible interferencia negativa de las costumbres de nuestras familias en la resolución de nuestras diferencias?
5. ¿Hemos tenido interferencias familiares o sociales para realizar nuestros planes de matrimonio?
6. ¿Los estilos económico, social y cultural de nuestras familias son tan diferentes que pueden causarnos problemas?
7. ¿Nos preocupa que la familia de nuestro futuro cónyuge quiera que pase demasiado tiempo con ellos?
8. ¿Nos sentimos completamente aceptados por las respectivas familias?
9. ¿Nos sentimos incómodos con la actitud del futuro cónyuge respecto a nuestra familia?
10. ¿Nuestras familias nos aprueban y aceptan como futuros cónyuges?
11. ¿Nuestras respectivas familias aprueban o desaprueban nuestra elección y práctica religiosa?
12. ¿Tenemos alguna presión externa para que nos casemos o para que no nos casemos?
13. ¿Tenemos familiares tóxicos para nosotros y para nuestros futuros hijos?
14. ¿Tenemos problemas en recibir ayuda económica de nuestras familias?
4- Finanzas familiares
1. ¿Estamos de acuerdo en cómo mantendremos económicamente a nuestra familia?
2. ¿Estamos de acuerdo en el uso de las facilidades de crédito en nuestra administración financiera?
3. ¿Estamos de acuerdo en la cantidad de apoyo económico que le brindaremos a nuestra Iglesia?
4. ¿Estamos de acuerdo en la forma que hemos planeado nuestra seguridad económica para el futuro: seguros, ahorros, inversiones, testamentos, presupuesto, acuerdos prematrimoniales, etcétera?
5. ¿Estamos de acuerdo en la importancia que le demos a nuestro status social, al dinero y a las posesiones materiales en nuestra familia?
6. ¿Estamos de acuerdo en hacer un presupuesto de ingresos y de gastos con su seguimiento y un único fondo común?
7. ¿Hemos dialogado sobre cómo formar una familia independiente financieramente hablando, sin depender de la familia anterior?
8. ¿He hablado sinceramente con mi futuro cónyuge sobre cómo manejar las diferencias de ingresos que pudiéramos tener?
9. ¿Hemos acordado cómo manejar los activos y las deudas que cada uno aportaremos al matrimonio?
10. ¿Hemos decidido cómo nos dividiremos las responsabilidades de manejar nuestros asuntos financieros?
11. ¿Hemos decidido si tendremos cuentas de banco, ahorros e inversiones individuales o mancomunadas?
12. ¿Hemos dialogado sobre algunas preocupantes experiencias anteriores, relacionadas con el uso del dinero?
13. ¿Hemos dialogado sobre avales financieros en créditos de otras personas y sobre otras obligaciones financieras?
14. ¿Hemos dialogado sobre cómo tomar, entre los dos, las decisiones financieras?
15. ¿Hemos dialogado sobre las deudas contraídas antes del matrimonio, las posibilidades de pagarlas y las diferentes formas de poder hacerlo?
16. ¿Hemos llegado a acuerdos satisfactorios de cómo manejaremos nuestro presupuesto de ingresos y gastos?
17. ¿Las diferencias en la práctica de nuestras virtudes y valores humanos, los antecedentes familiares, sociales o económicos, pueden llevarnos a tener problemas sobre cuánto, dónde y cómo gastaremos el dinero?
18. ¿Nos preocupa cómo gasta el dinero el futuro cónyuge y que después lo siga haciendo?
19. ¿Nos preocupa que nuestros gastos sean mayores que nuestros ingresos y nos endeudemos?
5- Iglesia y religión
1. ¿Con cuáles de las enseñanzas de la Iglesia no estamos de acuerdo?
2. ¿Consideramos que la fe personal de cada uno en Dios será un ingrediente importante en el futuro matrimonio?
3. ¿Creemos que Dios estará presente en las situaciones cotidianas de nuestro matrimonio?
4. ¿Creemos que Dios puede ayudarnos a resolver los problemas y sufrimientos que ocurran en nuestro matrimonio?
5. ¿Es importante para nuestra futura vida matrimonial tener muy definido el conocimiento y la práctica de las virtudes y valores humanos?
6. ¿Estamos conformes o disconformes de hacer las promesas para mantenernos católicos y transmitir esa religión a nuestros hijos?
7. ¿Estamos de acuerdo en desarrollar actividades y prácticas que ayuden a fortalecer el desarrollo espiritual de nuestro matrimonio?
8. ¿Estamos de acuerdo en que los católicos que reciben el Sacramento del Matrimonio deben seguir practicando su religión?
9. ¿Estamos de acuerdo sobre nuestra actual participación en la iglesia?
10. ¿Estamos preocupados por tener que sacrificar nuestras tradiciones y prácticas religiosas para evitar conflictos religiosos entre nosotros?
11. ¿Estamos preocupados porque nuestra participación en diferentes Iglesias pudiera causar problemas en nuestro matrimonio?
12. ¿Estamos preocupados si no pudiéramos compartir cuestiones de fe y espiritualidad con nuestro cónyuge?
13. ¿Hemos dejado todo atado y bien atado para que con el paso del tiempo no haya alegaciones que pudieran servir para la nulidad matrimonial?
14. ¿Hemos dialogado que el matrimonio católico dura para siempre y el divorcio es solamente para un tiempo, pues casi siempre los cónyuges divorciados vuelven a casarse?
15. ¿Hemos dialogado sobre cómo hacer para que nuestras formas de espiritualidad, creencias, costumbres y prácticas religiosas fortalezcan nuestro matrimonio?
16. ¿Hemos dialogado sobre cómo manejaremos las cuestiones de sacramentos, normas, costumbres y tradiciones de la Iglesia en la educación de nuestros hijos?
17. ¿Hemos dialogado sobre la importancia que tiene para nuestro matrimonio el orar juntos?
18. ¿Hemos dialogado sobre las maneras de manejar, de manera constructiva, cualquier conflicto sobre religión en nuestro matrimonio?
19. ¿Hemos dialogado y acordado cómo hacer que nuestras diferencias religiosas sean un factor para reforzar nuestro matrimonio?
20. ¿Hemos dialogado y llegado a acuerdos sobre la manera que enseñaremos a los hijos nuestras creencias, virtudes y valores humanos, incluyendo nuestro ejemplo?
21. ¿Hemos examinado y dialogado profundamente nuestras virtudes, valores humanos y creencias religiosas?
22. ¿Nos sentimos cómodos si le pedimos a nuestro futuro cónyuge que recemos juntos?
23. ¿Podremos continuar las prácticas religiosas que tenga cada uno después del matrimonio?
24. ¿Tenemos dificultades en compartir nuestra fe e ideas religiosas?
6- Los futuros hijos
1. ¿Aceptaríamos el hecho que nuestro cónyuge no pudiera tener hijos?
2. ¿Actualmente estamos esperando un hijo antes de casarnos?
3. ¿Estamos de acuerdo en que nuestros hijos sean bautizados y educados como católicos?
4. ¿Hemos compartido los sentimientos con respecto a las responsabilidades relativas a tener hijos y educarlos en todos los aspectos?
5. ¿Hemos dialogado sobre cómo realizar la educación de los hijos con sus normas, disciplina, premios y castigos?
6. ¿Hemos dialogado sobre el número de hijos y las fechas de tenerlos?
7. ¿Hemos dialogado sobre la forma en la que fuimos disciplinados en nuestra niñez y juventud y si eso afectará a la forma de educar a nuestros hijos?
8. ¿Nos preocupa que nuestras familias interfieran en nuestra manera religiosa, escolar y social de criar y educar a nuestros hijos?
7- Matrimonio y futura familia
1. ¿Creemos que estamos contrayendo matrimonio demasiado pronto?
2. ¿Creemos que nuestra relación matrimonial cambiará a mejor o a peor a medida que nosotros cambiamos a través de los años?
3. ¿Cuáles son las principales recomendaciones que nos hacen nuestros padres, amigos, sacerdotes, pastores, rabinos o imanes para que no contraigamos este matrimonio?
4. ¿Esperamos que el matrimonio nos resuelva los problemas importantes de nuestras vidas?
5. ¿Estamos de acuerdo con las responsabilidades que cada uno hemos decidido aceptar para administrar nuestro hogar?
6. ¿Estamos de acuerdo en aportar al futuro matrimonio nuestras tradiciones y costumbres?
7. ¿Estamos de acuerdo en el papel que cada uno desempeñará en la educación de los hijos?
8. ¿Estamos de acuerdo en el tipo de vivienda, emplazamiento, costo, características y si la deberíamos comprar o alquilar, para nuestro futuro a plazo corto y a plazo largo?
9. ¿Estamos de acuerdo en los tiempos, formas y frecuencias que cada uno tiene para sus ratos de distracción?
10. ¿Estamos de acuerdo en que habrá pocos o ningún conflicto en nuestro matrimonio mientras que nos sigamos amando?
11. ¿Estamos de acuerdo en tener determinados momentos de privacidad?
12. ¿Estamos dispuestos a aceptar y adoptar nuestras propias costumbres sociales, eliminando las que no sean compatibles entre nosotros, la familia y la sociedad?
13. ¿Estamos dispuestos a pedirnos perdón antes de ponernos a dormir, cuando haya habido algún motivo, discusión o problema?
14. ¿Estamos preocupados de que no practiquemos nuestra fe como una familia?
15. ¿Estamos preocupados por la manera en que nuestro futuro cónyuge toma en cuenta los sentimientos de otras personas cuando toma decisiones?
16. ¿Estamos preocupados por los problemas que pudieran surgir al dividir las futuras tareas de la familia debido a las diferentes costumbres de cada uno de nosotros?
17. ¿Estamos preocupados si no podemos dedicar el tiempo necesario para hacer crecer nuestro matrimonio?
18. ¿Estamos preparados para afrontar los múltiples cambios en estilo de vida que se darán con nuestro matrimonio?
19. ¿Estamos seguros y conscientes de que no hay ninguna objeción propia o ajena relacionada con nuestro matrimonio?
20. ¿Hay algunas cosas que no queremos o podemos dejar por el matrimonio?
21. ¿Hemos dialogado para que las decisiones sobre nuestras actividades conjuntas, debamos hacerlas de común acuerdo?
22. ¿Hemos dialogado que en el matrimonio no se trata solamente de no querer hacer, sino que también existe el no poder hacer, pues no siempre se puede hacer lo que se quiere?
23. ¿Hemos dialogado sobre cómo mantendremos nuestra imagen externa, física y socialmente?
24. ¿Hemos dialogado sobre cómo organizar y ordenar las cosas y tareas en el hogar?
25. ¿Hemos dialogado sobre el sentido y significado del Sacramento del Matrimonio, su indisolubilidad para siempre y en cualquier circunstancia, en la salud y en la enfermedad, en las alegrías y en las tristezas, hasta que la muerte nos separe?
26. ¿Hemos dialogado sobre nuestra salud actual y nuestro historial clínico, físico y mental?
27. ¿Hemos dialogado sobre nuestros testamentos vitales y familiares, apellidos para el cónyuge, para los futuros hijos, estatus migratorios etcétera?
28. ¿Hemos dialogado sobre posibles compromisos legales o personales relacionados con la manutención de padres, hermanos, esposa o hijos anteriores?
29. ¿Hemos dialogado y acordado sobre el significado de la incondicional fidelidad de ambos cónyuges en el matrimonio?
30. ¿Hemos establecido unos objetivos en los temas religiosos, económicos, profesionales y sociales, además de los medios para conseguirlos y los controles para vigilarlos?
31. ¿Hemos otorgado el llamado testamento vital, testamento mortal o documento de voluntades anticipadas, para enfermedades o situaciones graves?
32. ¿Nos hemos comprometido a que periódicamente revisemos las respuestas de este cuestionario para ver las cosas que hemos corregido y las que quedan todavía pendientes?
33. ¿Nos preocupa la convivencia familiar con los hijos que aportemos al nuevo matrimonio?
34. ¿Nos preocupa que nuestras anteriores vivencias sobre el matrimonio, vayan a influir de manera negativa, en nuestro futuro matrimonio?
35. ¿Nos vemos como personas competentes y confiadas para los compromisos, que voluntariamente vamos a adquirir?
36. ¿Podemos ser felices solamente si estamos casados?
37. ¿Pondríamos o no pondríamos condiciones para mantenernos casados si hubiera habido infidelidad?
38. ¿Pueden los malos tratos recibidos anteriormente por los futuros cónyuges afectar la relación en el matrimonio?
39. ¿Queremos casarnos solamente, porque hemos llegado a una edad donde todos lo hacen, para afianzarme socialmente, para controlar las apetencias sexuales, o para solucionar los intereses económicos propios o de la familia?
40. ¿Reconocemos la importancia de ser padres y también de ser pareja?
41. ¿Somos conscientes de que la mayoría de las veces la falta de diálogo origina muchos problemas, que fácilmente podrían solucionarse, hablándolos directamente?
42. ¿Somos conscientes que las respuestas a las preguntas prematrimoniales realizadas con cuidado no deberían causar dudas, asperezas o ansiedades y que producirán el efecto de una maravillosa prueba de mutua confianza?
43. ¿Tenemos dudas respecto a que el compromiso en el futuro matrimonio sea lo suficientemente fuerte para que dure toda la vida?
44. ¿Tenemos formas y mecanismos para obtener ayuda espiritual y emocional de otros con experiencia, que apoyen el estilo de vida matrimonial que nosotros valoramos?
45. ¿Tenemos muchos o pocos intereses o actividades, aparte de estar pendiente del futuro cónyuge?
46. ¿Tengo miedo de que mi futuro cónyuge pueda hacerme daño físico o emocional?
8- Sexualidad matrimonial
1. ¿Consideramos que nuestra vida sexual matrimonial, es una manera de sentir el amor que Dios nos tiene?
2. ¿Creemos que nuestra relación sexual sea afectada por los cambios en necesidades, humores y técnicas de expresión sexual?
3. ¿Estamos abiertos a la idea de tener hijos cuando lleguen o a esperar hasta cuando nosotros queramos?
4. ¿Estamos de acuerdo en la interdependencia de sexo e intimidad?
5. ¿Estamos dispuestos a no utilizar el sexo como una herramienta para controlar al otro?
6. ¿Estamos preocupados cuando nuestro futuro cónyuge no siente celos si presto atención a personas del sexo opuesto?
7. ¿Estamos totalmente de acuerdo sobre la forma de mantener nuestras futuras relaciones sexuales?
8. ¿Hemos acordado no tener hijos?
9. ¿Hemos conseguido ponernos de acuerdo sobre cuándo y cuántos hijos queremos tener?
10. ¿Hemos decidido el método natural de planeamiento familiar que utilizaremos para mantener una paternidad responsable?
11. ¿Hemos dialogado abierta y sinceramente de nuestras necesidades, deseos, preferencias y temores sexuales?
12. ¿Hemos dialogado sobre si las formas de nuestras relaciones sexuales puedan afectar nuestros métodos de planificación familiar?
13. ¿Nos debería preocupar si en algún momento tenemos pensamientos o sentimientos homosexuales?
14. ¿Nos debería preocupar si en algún momento tenemos pensamientos, sentimientos o fantasías obscenas sobre otras personas?
15. ¿Nos preocupa que las previas experiencias sexuales pudieran afectar de manera negativa nuestra futura relación matrimonial?
16. ¿Quiero una sólida relación sexual en el matrimonio?
17. ¿Sentiremos vergüenza o incomodidad al estar desnudos en nuestro matrimonio?
9- Trabajo, carrera profesional y familia
1. ¿Creemos que nuestras obligaciones de trabajo y sociales tienen prioridad sobre las prácticas y actividades religiosas?
2. ¿Estamos completamente de acuerdo con el trabajo, ocupaciones, planes y carrera profesional de nuestro futuro cónyuge?
3. ¿Estamos de acuerdo en lo relacionado en los roles familiares de ambos, sobre el trabajo externo y el cuidado de los hijos?
4. ¿Estamos preocupados si nos involucramos demasiado en nuestras carreras profesionales o en el trabajo?
5. ¿Hasta ahora hemos logrado las metas profesionales que cada uno nos hemos fijado?
6. ¿Hemos dialogado y llegado a acuerdos de cómo balancearemos y combinaremos las carreras profesionales y las obligaciones de ser padres?
7. ¿Hemos dialogado y llegado a acuerdos en los temas de carrera profesional y trabajo?
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Síndrome de alineación parental
Hace unas semanas, escuché por primera vez el término “Síndrome de alienación parental”, al entrevistar, en el programa de radio que conduzco, a un llamado “padre alienado”.
Hablé con especialistas, investigué y comprobé que es una situación que ha existido siempre, pero que ahora tiene un nombre, y más importante aún, una atención especial de la sociedad.
Cuesta trabajo pensar que un padre o una madre manipulen intencionalmente a sus hijos, poniéndolos en contra del otro, sin embargo, tristemente es algo que vemos cada día con más frecuencia después de un divorcio o una separación.
El síndrome fue descrito y catalogado por el Dr. Richard Gardner, especialista en el tema, como “un desorden que se da principalmente en el contexto de conflictos de custodia física y moral entre los padres. Es el proceso intencional por el que un progenitor transforma la conciencia de sus hijos con el objetivo de impedir, obstaculizar o destruir sus vínculos afectivos y de convivencia cotidiana armónica con el otro progenitor”.
Afirmaciones como “tu papá es malo, no nos da dinero, nos dejó solos”, “tu papá es un mujeriego y borracho”, “si no fuera por tu mamá, viviríamos felices”, “tu mamá no los quiere, mira lo que hizo”, son algunas de las que empiezan a escuchar los niños o los jóvenes después de que los padres han decidido no estar juntos.
Al iniciar esta vida por separado, surgen sentimientos de rabia, enojo, ira, frustración y soledad. Y es entonces cuando inicia una competencia entre ambos y de exigencia a los hijos para que les demuestren su amor, no tanto en hechos, sino rechazando a quien fuera su marido o su mujer.
Existen grados de alienación parental e incluso puede presentarse en menor grado en un matrimonio unido, en donde alguno de los cónyuges crea un desprestigio del otro ante los hijos.
En un mayor grado, puede convertirse en una situación patológica cuando la separación conyugal ha sido sumamente conflictiva.
En la mayoría de los casos, la madre es quien se queda con la custodia de los hijos, sobre todo si son pequeños, por lo que suele ocurrir con mayor frecuencia que la mujer es quien aleja a sus hijos del padre con manipulaciones, chantajes, mentiras, exageraciones y menosprecio, limitando poco a poco la convivencia entre ellos y provocando que el propio padre no pueda ver más a sus niños.
Por supuesto, el “padre alienado” se siente terriblemente frustrado e impotente para demostrarle a su hijo que no es cierto lo que le están diciendo, que lo ama y le preocupa su vida. Lamentablemente, es poco lo que este padre puede hacer, ya que el hijo, en este caso, crea una dependencia y una lealtad mal entendida hacia la madre.
Las consecuencias para los “hijos alienados” son tremendas:
[ulist style=”2″] Enojo, angustia y estrés.Pérdida o disminución de la capacidad para controlar sus impulsos.
Pérdida de autoestima y confianza en sí mismo.
Ansiedad por la separación.
Desarrollo de miedos y fobias.
Depresión e ideas suicidas.
Desórdenes del sueño.
Desórdenes alimenticios, alcoholismo o drogadicción.
Problemas escolares y de relaciones con los amigos.
Comportamiento obsesivo-compulsivo.
Identidad sexual alterada.
Sentimientos de culpa.
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Es de todos sabido que todo divorcio afecta en mayor o menor medida a los hijos, y si éste va acompañado con una “alienación parental”, sus efectos son más profundos. En un divorcio pierden todos, pero cuando se vuelve una “pelea campal”, quienes resultan más afectados son, en definitiva, los hijos.
Un padre o una madre no deben medir el amor de sus hijos en la medida en que éstos le den la espalda al que fue su cónyuge.
Todo niño o joven tiene derecho a convivir y ser amado por ambos padres. A menos que exista una situación extrema de violencia o mala influencia de uno de ellos (incluso en esta situación se establecen las visitas vigiladas), nunca se le debe negar el derecho a un padre o a una madre de ver crecer a sus hijos, apoyarlos, convivir con ellos y, ante todo, de amarlos profundamente.
Es tan grave y frecuente la “alienación parental” en la actualidad, que se está buscando sentar las bases jurídicas para que sea tipificado como delito, ofreciendo un respaldo legal efectivo a los “padres alienados”, hasta ahora desprotegidos por la ley.
La situación requiere soluciones. ¿Y tú qué opinas?
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¿Infertilidad? que hacer
Hace años escuchaba decir a mi mamá con naturalidad “a tu tía Sofía, Dios no le concedió tener hijos” o “mi primo y su mujer nunca tuvieron hijos”. Sin embargo, esto hoy no lo aceptamos en tanto existen formas para tener hijos, doctores especializados y modernas clínicas.
Antes de continuar distingamos dos conceptos: cuando una pareja padece “esterilidad” significa que no hay concepción; si se le diagnostica “infertilidad” hay concepción pero no llega a término el embarazo.
Sobre esta última, se dice que algunos de los factores que la provocan son la alimentación, el estrés, los métodos anticonceptivos, la edad de la mujer entre otras. Lo que es un hecho es que existen cada vez más parejas que la padecen y muchas de ellas buscan a toda costa procrear un hijo.
Aunado a ello, el progreso de las ciencias biológicas y médicas hace que el hombre tenga la posibilidad de intervenir en los mecanismos de procreación, no solo para facilitarlos, sino incluso para dominarlos.
LAS TÉCNICAS
La “reproducción humana asistida” puede llevarse a cabo mediante dos procedimientos:
[olist style=”1″] Fecundación in vitro (FIVET): es la fecundación del óvulo en una probeta, es decir fuera del cuerpo de la mujer. Para ello, se recogen varios óvulos, se fertilizan y después se cultivan en vitro durante algunos días. Habitualmente no se transfieren todos a las vías genitales de la mujer y algunos embriones denominados “embriones sobrantes” se destruyen o se congelan.Inseminación artificial (IA): se hace mediante la transferencia a las vías genitales de la mujer del esperma previamente recogido.
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Ambas técnicas pueden ser:
[ulist style=”2″] Homólogas: cuando los gametos son de los esposos unidos en matrimonio o viviendo juntos.Heterólogas: cuando alguno o ambos gametos son de uno o dos donadores distintos a los de los esposos unidos en matrimonio o que viven juntos.
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PARA CONSIDERAR
A pesar de los avances, estas técnicas traen consigo controversias éticas muy importantes que debemos de conocer y reflexionar antes de tomar una decisión, dar un consejo u opinar sobre ellas.
[ulist style=”2″] La ciencia ha demostrado que la vida humana inicia desde el momento en que el óvulo es fecundado por el espermatozoide. Por lo tanto, todo embrión es una “persona”, si lo destruimos, destruimos a un ser humano.Embriones sobrantes. El porcentaje de éxito en la fecundación artificial es entre un 14% y un 20%, (Manual de Bioética, Elio Sgreccia) dependiendo la edad de la mujer; en las técnicas del FIVET para que nazca un niño se sacrifican entre 9 y 10 embriones. Hay embriones que mueren, se congelan o bien se utilizan para investigación o experimentación.
Genética personal. Mis genes son mitad de mi padre y mitad de mi madre. Al existir uno o dos donadores, ¿dónde queda la identidad de ese nuevo ser? No por nada Louise Brown, de 25 años, y primera niña nacida bajo técnicas de reproducción humana artificial ha llegado a decir: “nacida por inseminación artificial nunca conoceré la mitad de mi identidad”.
Posturas egoístas. Esta realidad se presenta en diversas situaciones:
Bancos de semen de premios Nobeles, modelos, deportistas etc. pero ¿quién te asegura que tu hijo (a) nacerá con la inteligencia del premio Nobel, o con el cuerpo del deportista o la modelo?
Madres o padres solteros: artistas, cantantes, mujeres en edad adulta deciden que quieren ser padres o madres cuando quizá la atención al bebé no será de ellos.
Madres de alquiler: hombres, mujeres, matrimonios o parejas que pagan una gran cantidad de dinero para que una mujer geste a su hijo, con el riesgo de mujeres que se pelean con los padres y abortan, o bien que se arrepienten y pelean quedarse con el hijo.
Relación de filiación: pueden llegar a presentarse hasta cuatro diferentes relaciones: ovulación, gestación, lactancia y crianza, es decir, puede haber cuatro mujeres presentes en la vida de un niño.
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Todo esto nos lleva a la gran reflexión y pregunta como mujer y como matrimonio ¿el hijo es para mí un DON o un DERECHO? ¿Quiero a toda costa satisfacer mi deseo de tener un hijo a pesar de lo que esto implica?
No olvidemos que la esterilidad o infertilidad física puede ser ocasión para otros importantes servicios a la vida de las personas. Se puede optar por la adopción, las labores educativas, la ayuda a otras familias, personas pobres o minusválidas u otros que pudiesen representar un respeto total a la vida humana.
O tú, ¿qué opinas?
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Diferencias entre hablar y comunicar en el matrimonio
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