Niños excesivamente hostiles y enojones
Llamó mi atención y más bien me preocupé, cuando me enteré que aproximadamente nueve millones de menores en nuestro país padecen algún tipo de problema de comportamiento hasta llegar a ser excesivamente hostiles y enojones.
Mayor fue mi sorpresa al saber que estas conductas extremas están diagnosticadas hace muchos años con el nombre de “Trastorno Desafiante Oposicionista” (TDO) y que en los últimos años han llamado la atención de terapeutas infantiles por el incremento que están presentando.
¿En qué consiste el TDO o también llamado TND (Trastorno Negativista Desafiante)? Los niños al cumplir los dos o tres años suelen mostrar un comportamiento caracterizado por su terquedad, oposición a los padres y maestros, que suele ser más evidente en la adolescencia. Esto es algo normal en niños de esta edad; sin embargo, cuando estos síntomas se hacen más frecuentes, repetitivos y se convierten en un comportamiento agresivo hacia los demás, influyendo en su vida escolar, social y académica, se convierten en un trastorno de la conducta.
Este se caracteriza, por lo tanto, por un enfrentamiento continuo con los adultos y con todas aquellas personas que tengan algún rasgo de autoridad, en especial dentro de la familia y de la escuela. Como se dijo, suele aparecer en el niño entre los dos y tres años, como una manifestación de oposición y desafío, aunque será a partir de los siete años cuando se manifieste el trastorno como tal.
Seguramente es común que escuches de tu hijo: “¿Y por qué te voy a hacer caso”, “¿por qué tengo que levantar mi cuarto?”, “¡no lo voy a hacer!” o “dile a mi hermano que ¡él lo haga!”; esto es normal, sin embargo hay signos que expresan la existencia de un problema serio.
Para saber si tu hijo o hija lo presenta, te comparto los criterios de diagnóstico que establece el DSM-IV TR de Medicina (Manual de Diagnóstico en Psiquiatría), los cuales deben manifestarse por lo menos seis meses, realizando cuatro o más de los siguientes comportamientos:
[olist style=”1″] Se encoleriza e irrumpe en pataletas.Discute con adultos.
Desafía activamente a los adultos o rehúsa cumplir sus demandas.
Molesta deliberadamente a otras personas.
Acusa a otros de sus errores o mal comportamiento.
Es susceptible o fácilmente molestado por otros.
Se muestra colérico y resentido.
Se muestra rencoroso o vengativo.
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Es difícil pensar en niños tan pequeños con estas manifestaciones, pero es real. De acuerdo con el psicoterapeuta infantil Mtro. Carlos Becerra Rebelo, “si bien el TDO es multifactorial, se ha observado que los pacientes provienen de hogares en los que hay un déficit o lagunas en el establecimiento de límites claros y congruentes. Incluso la mayoría de los niños con TDO tienen problemas emocionales como ansiedad y estrés”.
Como papás, en primer lugar debemos de aceptar que nuestro hijo no sólo es un poco berrinchudo o consentido, sino que realmente tiene un problema que requiere atención inmediata.
Sobre esto, otro especialista de nombre Russell A. Barkley sugiere algunas acciones a los padres como parte de su programa “Defiant Children”. Estas son:
[ulist style=”2″] Las consecuencias deben ser inmediatas.No esperar que repita una mala conducta para dar una respuesta.
Atender a las conductas positivas para dar un refuerzo inmediato.
Cuanto más inmediata sea la consecuencia de una conducta, más eficacia tendrá como intervención que favorece el control.
Las consecuencias deben ser específicas.
Tanto el premio como el castigo deben estar dirigidos a una conducta específica, nunca a aspectos generales.
El castigo debe ser proporcionado a la transgresión, no al grado de impaciencia o frustración que haya generado en los padres.
Las consecuencias deben ser constantes.
Independientemente del entorno, la consecuencia debe ser la misma.
Si una conducta se ha considerado intolerable un día, también debe recibir la misma consideración otro día.
Tanto el padre como la madre deben dar la misma respuesta.
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Como podemos observar, varias de estas acciones tienen que ver con situaciones en las cuales como mamás somos demasiado consentidoras y permisivas, ya sea por evitar conflictos, o bien por estar estresadas, o simplemente demasiado cansadas.
Pero pensemos que si de pequeños son enojones y hostiles, ¿Qué les espera cuando sean mayores? Estos niños se convierten muy pronto en adolescentes y adultos que no pueden relacionarse con los demás, que fácilmente caen en alguna adicción principalmente el alcohol y las drogas; presentan embarazos prematuros, autoestima baja, tendencia a la depresión y una muy escasa tolerancia a la frustración.
¿Queremos que nuestros hijos se conviertan en este tipo de adultos?
Es momento de establecer límites, de educar con disciplina que, además, no se opone a educar con amor. No permitamos que trastornos como el TDO dominen la vida de nuestros hijos y de nuestra familia.
A un grupo de papás de adolescentes, les preguntaron qué aconsejarían a padres de niños menores y simplemente contestaron: “haber empezado antes”.
Y tú, ¿qué opinas?
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