El triángulo del acoso escolar
¿Porqué un niño no querría ir a la escuela?, ¿porqué si lo invitan sus amigos de vacaciones, prefiere no ir?, ¿qué está viviendo que como padres no sabemos?
Cada vez más se habla del llamado acoso escolar, mejor conocido como “bullying” (intimidación). Éste se ha definido como “un proceso mediante el cual un agresor o un grupo de agresores buscan a sus compañeros de escuela, maestros o alumnos para molestarlos y hostigarlos constantemente”.
Las características del acoso escolar son:
[ulist style=”2″] Diferencia de fuerza o poder entre la víctima y el agresor.
Repetición de los comportamientos agresivos.
Intencionalidad de estos comportamientos.
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Muchas son las acciones que puede recibir la víctima de acoso escolar: críticas, humillaciones, insultos, tareas forzadas, empujones, patadas, situaciones de ridículo frente a sus compañeros. O bien, la famosa “ley del hielo”, que se da mucho entre las niñas y jovencitas, en donde se aísla a un compañero en forma rotunda y severa.
Se estima que alrededor del 25% de los estudiantes ha sido víctima de estas agresiones repetidamente, es decir, a diario o hasta varias veces durante el día.
Los agresores o “bullies” se caracterizan por ser:
[ulist style=”2″] Impulsivos.
Poco tolerantes a la frustración.
De personalidad dominante.
Tienen dificultad para conformarse y seguir reglas.
Perciben la violencia como algo positivo.
Tienen mayor fuerza física.
Se relacionan con niños mayores.
Invulnerables al miedo o a la tristeza.
Presumidos y les gusta menospreciar a otros.
Siguen el lema: “el fin justifica los medios”.
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Por el otro lado, se encuentran las víctimas que generalmente son niños cautelosos, sensibles, inseguros y socialmente aislados. En el caso de los varones tienden a ser físicamente más débiles, socialmente son rechazados y en algunos casos tienen fuerte dependencia con su agresor.
Hemos hablado del agresor y de la víctima, pero falta mencionar al tercer punto de este “triángulo del acoso escolar” conformado por aquellos niños y niñas que observan las agresiones y que se quedan callados. Son los llamados “espectadores “o cómplices que no son más que el resultado de la influencia que los agresores ejercen en los demás.
Éstos se caracterizan por su inseguridad y falta de carácter y empatía.
Considero muy grave a estos actores pasivos, que se dan cuenta de lo que les sucede a sus propios amigos o compañeros, y no se atreven a detener a los agresores, o bien a comunicarlo a los maestros u otra autoridad.
Las consecuencias de este “triángulo del acoso escolar” son muy serias:
A las víctimas ocasiona:
[ulist style=”4″] Fracaso y dificultades escolares.
Niveles altos de ansiedad.
Conformación de una personalidad insegura.
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Los agresores:
[ulist style=”4″] Se acostumbran a ser violentos.
Generan imposibilidad para relacionarse de manera sana.
Viven gran soledad.
Aparentan una fortaleza que en un futuro será sólo fragilidad.
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En los espectadores:
[ulist style=”4″] Se genera insensibilización ante el sufrimiento de otros.
Presentan sensación de indefensa semejante al de la víctima.
Son débiles y faltos de carácter.
Las víctimas se quedan resentidas con ellos.
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Como papás o mamás no debemos conformarnos al saber que nuestro hijo o hija no es una víctima. ¿Te has preguntado si es un agresor? O bien, ¿si al presenciar estas injusticias, le parecen algo normal?, o ¿qué tal si realmente está siendo acosado, pero no se atreve a decírtelo?
Hablemos de esto con nuestros hijos, ya que el acoso que se está viviendo en las escuelas, puede trasladarse, en un futuro, al ambiente laboral, a su comunidad e incluso surgir en su propia familia.
¿Y tú qué opinas?
[legend title=”LECTURA RECOMENDADA:” style=”1″]“Lolo. Acoso escolar”. Francisco de Zataráin. Editorial Jus.[/legend]- Published in Artículos