VACACIONES DE LOS NIÑOS: UNA OPORTUNIDAD DE UNIÓN FAMILIAR
Sin duda, una de las temporadas que producen mayor inquietud en las madres que trabajan, es la de las vacaciones escolares. Y es que aún cuando las han atrasado un poco, el momento llegará pronto.
Ante esto, seamos honestas y respondamos ¿me gusta que mis hijos estén de vacaciones?, o ¿mi preocupación durante el trabajo es mayor sabiendo que están en casa?
A unas semanas de que inicien, hay tiempo de planear la situación. Si tienes posibilidad de dejar el trabajo por unos días, ¡házlo! Las vacaciones pueden ayudar mucho a la familia si están bien organizadas. Al salir de la rutina, tenemos la oportunidad de relajarnos, convivir y conocer más de nuestros hijos. Para ello, no hay porqué salir a un lugar lejano o caro, lo importante es hacer algo diferente en familia, que guste y divierta a todos.
Si el trabajo no te permite salir, es recomendable buscar actividades para los hijos: cursos de verano, actividades deportivas, clases de música, pintura; o en caso de ser ya adolescentes algún trabajo relacionado con sus estudios que les ayude a mejorar como personas.
Al sugerir una convivencia más estrecha con la familia, es posible que surjan algunas reflexiones como: ¿Qué tanto me comunico con mis hijos?, ¿Qué tanto los conozco de verdad: sus gustos, miedos, aspiraciones y preocupaciones?, o bien hasta reconocer que “Son mis hijos, los quiero mucho, pero son lejanos a mí”. Parte de estos cuestionamientos se pueden resolver identificando el tipo de comunicación que hay en el núcleo familiar.
La comunicación con mis hijos
La comunicación es un proceso dinámico que hacemos todos los días: comunicamos ideas, sentimientos, pensamientos, emociones. Parece fácil pero, según terapeutas reconocidos, el 90% de los problemas familiares son por falta de una buena comunicación.
No es sólo transmitir información: ¿Cómo te fue hoy? ¿Qué hiciste?, Mañana tienes que ir a… o hacer tal cosa. Es realmente “saber decirle al otro lo que piensas o sientes y recibir del otro aquello que siente o piensa”.
Existen niveles de comunicación en las familias:
– Nivel superficial: viven juntos pero no coinciden, ven televisión pero no hablan o discuten, los temas que se hablan son banales: ¿Qué tal el clima? ¿Hay mucho tráfico?; el papá trabaja todo el día, la mamá trabaja ya sea en la casa o fuera de ella, cada hijo anda por su lado. No hay unión.
– Nivel intermedio: aparentemente están unidos, a veces comparten conversaciones, consejos y opiniones, no existe intimidad, cada quien está en su “parcela”.
– Nivel profundo: se vive en familia, comparten por lo menos una comida al día, hay reuniones familiares, se escuchan, se ayudan y se tienen confianza.
Nuevamente con honestidad, respondamos ¿Cómo es la comunicación con mis hijos?: superficial, intermedia o profunda. Una vez reconocido el modelo, es posible mejorarlo. He aquí algunos consejos para una buena comunicación:
[ulist style=”1″] Compartir gustos, aficiones, experienciasHablar con calma
Escuchar primero
Estar disponible
Que todos opinen
Corregir a los hijos a solas
Alegría y buen humor
Respetar a cada miembro de la familia
Dar las “gracias” y pedir las cosas “por favor”
Ser cariñosos y expresivos
Ver poco tiempo la televisión
Hablar en positivo, evitar las críticas
Celebrar fiestas familiares
Organizar excursiones, vacaciones y juegos juntos
Comer juntos por lo menos una vez al día
[/ulist]-
Es importante evitar la práctica de ciertas actitudes hacia nuestros hijos como son: burlas, insultos, amenazas, sermones, discusiones sin sentido, juicios, castigos físicos o morales fuertes, portazos, gritos, caras largas, groserías, callar al otro, o bien, actitudes de indiferencia o superioridad. Estas acciones sólo harán que nuestra comunicación sea cada vez más difícil y lejana.
Con todo esto, te invito a que aproveches el próximo periodo de vacaciones para acercarte más a ellos, para conocer realmente su forma de pensar y de sentir, y que ellos conozcan la tuya, para que en lugar de que sea una temporada de inquietud, añoremos esta magnífica oportunidad de unión familiar.
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Las fortalezas de la familia
Termina un año, comienza otro… es un tiempo que generalmente pasamos con la familia, ¿no es así?
Pero aún cuando reconocemos la importancia de compartir con los nuestros ¿sabemos, realmente, lo que significa la familia? Sin duda el, término es uno de los más conocidos y paradójicamente de los menos reflexionados.
A la familia se le considera la “base de la sociedad”, y al investigar sus raíces se comprueba que es la única institución que ha surgido de forma espontánea, a comparación de otras instituciones que han sido creados por el hombre para cumplir con una finalidad específica (Ejemplo: gobiernos, empresas, iglesias e instituciones educativas, entre otras).
La familia surge por sí sola. Esto no es una casualidad, es más la consecuencia de una realidad biológica, donde los integrantes menores necesitan de sus padres para crecer y convertirse en adultos, para ser cuidados y educados hasta que puedan valerse por sí mismos.
No todas las familias son iguales, en la mayoría hay papá, mamá e hijos; en otras sólo uno de ellos con hijos; las hay con abuelos o tíos que viven en la misma casa. Puede haber hijos adoptados, hijos de algún miembro de la pareja, o bien parejas sin hijos.
Con el tiempo va cambiando y cada familia se organiza diferente según las edades de sus miembros y situaciones particulares.
Muy revelador resultó el estudio “Sueños y aspiraciones de los mexicanos”, publicado por la revista Nexos (Febrero, 2011), en donde uno de los puntos centrales fue la percepción de los encuestados acerca de la familia. Las primeras líneas son de verdad interesantes:
“Sin sueño colectivo, sin faro que alumbre un camino, sin confianza en los gobernantes y los compatriotas que caminan a su lado, los mexicanos encuentran consuelo y esperanza en su familia (…) La familia se encuentra idealizada como el refugio donde los mexicanos sí pueden confiar unos en otros, es el conjunto donde sí se comparten valores, sí se encuentra el apoyo”.
El mismo estudio afirma también que esta imagen de la familia impide a los ciudadanos percibirse como parte de una colectividad superior a su entorno inmediato (la comunidad, la ciudad, la patria) y al mismo tiempo, ponerse de acuerdo para alcanzar metas en conjunto. En sí, para 81de cada 100 mexicanos antes que el país está su familia.
¿Por qué entonces, escuchamos o decimos frecuentemente que la familia está en crisis?
¿Por qué al hablar de familia nos referimos solo a los problemas que le aquejan: violencia, infidelidad, divorcio, adicciones, delincuencia, falta de comunicación, entre otros, que hacen pensar que este núcleo social se está fracturando?
Ante esto, ¿no sería más adecuado recordar lo que aporta la familia? Las significativas fortalezas que la distinguen como una institución natural y ancestral, donde existe:
[ulist style=”1″] Derecho a la vida: primer derecho universal de un ser humano sobre todos los demás.Derecho a la educación: aprender, superarse y ser alguien productivo para la sociedad.
Se acepta a cada uno como es, sea cual sea su carácter, temperamento o condición física.
Se aprende a amar: la primera experiencia de todo ser humano de amar y relacionarse con los demás, la aprende dentro de su familia.
Se trasmiten creencias, tradiciones, hábitos y costumbres.
Es la escuela de los valores, ya que dentro de ellas se viven éstos.
Es un espacio de apoyo, confianza y solidaridad.
Se aprende a vivir en paz y armonía.
[/ulist]
Después de muchos años de estudio podemos afirmar que no hay nada que nos haga suponer la desaparición de la familia, por más que se diga que está en crisis. De hecho, la historia nos confirma lo contrario: los lazos familiares se han revitalizado y transformado, de ninguna manera desaparecido.
Si continuamos viendo a la familia con un enfoque centrado en sus problemas, la percepción será incompleta, pues es parte de su propia naturaleza. No así, si entendemos sus fortalezas quizá podamos explicar no sólo por qué ha existido hasta el presente, sino también por qué es parte esencial de nuestras vidas.
Estos son días de reflexión, ¿qué mejor que empezar a ver de otra forma a este grupo primario que nos forma y nos apoya?
Y tú, ¿qué opinas?
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¿eres o te crees? Mujer auténtica
¿La manera como trato a los demás, ¿es realmente mi forma de ser o me la paso aparentando ser más rica, más pobre, más inteligente, más simpática de lo que realmente soy?
¿Mi relación con mi esposo o novio es sincera y abierta o aparentamos que nos llevamos bien frente a los otros?
La forma en que educo a mis hijos ¿es la que me convence o es la forma en que los demás papás lo hacen?
Podría seguir enumerando preguntas sobre la forma de actuar, hablar y pensar, y con tristeza concluiríamos que la mayoría de nuestros actos no van de acuerdo con nuestros principios.
Una persona auténtica reconoce y acepta su propia realidad. Ambos aspectos son importantísimos, ya que quien reconoce su realidad pero no la acepta, vive quejándose o bien la disfraza.
Tu realidad abarca quien eres, con tus cualidades y defectos, tu familia y tu entorno: ¿te aceptas y aceptas a tu familia tal como es, o vives pensando que ojalá fuera diferente? ¿Aceptas el nivel económico que tienes, o te la pasas día a día exigiendo a tus padres o esposo que te den más cosas, dinero, ropa? ¿Aceptas realmente el ambiente social y cultural en el que te mueves, o vives fingiendo que eres diferente?
Reconocer tu realidad es también aceptar lo que eres, lo que tienes y no vivir aparentando lo que no eres y lo que no tienes.
Tenemos miedo de que nos conozcan tal y como somos y cometemos un gravísimo error. Qué triste es que, a pesar de ser cada quien única en el mundo, luchemos incansablemente por ser iguales a las demás. Debemos valorarnos y sentirnos orgullosas de nosotras mismas.
VIVIR LA AUTENTICIDAD.
Me gustaría compartir contigo tres aspectos que nos pueden ayudar:
– Ser auténtica de pensamiento significa estar convencida de lo que realizas Se trata de ser congruente entre lo que se dice y lo que se piensa. Si estás con amigas que no respetan a sus maridos, dices no respetar al tuyo; si estás con mujeres que critican a los demás, tu también criticas; si estás en tu oficina y se quejan del jefe, también lo haces. ¿Es esto estar convencida de lo que piensas?
– Ser auténtica de voluntad quiere decir que lo que hagas en tu vida debe estar orientado hacia un fin. Que no se te pase el tiempo sin saber a dónde quieres llegar. ¿Quieres ser una gran mamá? Pues prepárate y dedícale tiempo a tus hijos, aunque te digan que está pasado de moda: ¿quieres ser una gran profesionista? Pues afánate y que note importe lo que digan los demás. Las personas que te quieren te aceptarán como eres y con lo que haces. La voluntad no auténtica conduce a la hipocresía, en la que según con quién estés utilizarás tal cual máscara. Muchas veces al ser auténtica serás rechazada, pero es más importante y enriquecedor vivir de acuerdo a tus ideas.
– Ser auténtica de sentimientos significa que estos sean compatibles con tu vida. Vivimos en un mundo que actúa emocionalmente: si me late, si lo siento, si se me antoja, lo hago; si no, no. Gran parte de nuestras decisiones están basadas en sentimientos y no en nuestro convencimiento. No debemos dejar que estos nos arrastren.
En resumen, ¿quién es una mujer auténtica? La que actúa, piensa , habla y se expresa de acuerdo con su ser, de acuerdo con lo que es en realidad. Una mujer es auténtica cuando su pensamiento, su voluntad y sus sentimientos también lo son.
Te invito a luchar por ser una mujer coherente. Defiende tus ideales. Si estás convencida de algo, que nadie te haga dar un paso atrás. Los que cambian el mundo no son las personas que funcionan como veletas (que cambian con el viento), ni los hipócritas, ni los que se dejan llevar por sus sentimientos, sino los hombres y las mujeres auténticos.
Al mostrarnos tal y como somos, al no querer apantallar a los demás y aparentar lo que no existe, viviremos mucho más tranquilas y en paz con nosotras mismas. Seremos, en definitiva, mucho más felices.
Y tú, ¿qué opinas?
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Sí o no a los permisos
Prácticamente durante todo el año pero principalmente en vacaciones, las mamás solemos escuchar de nuestros hijos frases como: “¿Por qué a ellos sí y a mí no?”, “¡A todos mis amigos les dan permiso menos a mí!”, “¿Por qué son tan cuadrados?… ¡solo esta vez!”.
Hoy en día, vivimos en una época en la que se dice que somos los padres quienes obedecemos a nuestros hijos y no viceversa. Sin embargo, los hijos necesitan ser orientados, guiados y corregidos, y necesitan, ante todo, que nosotros sus padres ejerzamos nuestra autoridad con amor, sabiduría y firmeza, asegurando así, su bienestar y desarrollo integral.
Ante esto, ¿cómo ejercer esta autoridad sin vivir en un pleito continuo con ellos, sobre todo si son adolescentes? Y es que está comprobado que los temas de mayor discusión entre padres e hijos no son sobre los estudios, política o dinero, sino sobre los tan famosos y recurrentes permisos, que generan expresiones como las escritas antes.
En este sentido, los permisos no deben ser un medio de prohibición, sino uno para potenciar la libertad de los hijos. Deben estar orientados a desarrollar la autonomía, el autocontrol y la responsabilidad. De hecho la misma palabra “permiso”, hace referencia a “permitir”, es por ello, que lo que se necesita son principios que les ayuden a avanzar. Sin duda, no significan controlar, ni mucho menos soltar, pero sí guiar y formar.
Es por ello que no se trata de dar o no permisos por el hecho de ejercer la autoridad, sino para realmente ayudarlos a crecer y convertirse en adultos maduros. No olvidemos que en un futuro ellos tendrán que decidir por sí solos.
Es una pena observar a jóvenes que entran en la edad adulta, sin saber tomar decisiones por sí mismos ante la falta de herramientas: se dejan llevar por lo que los demás o las circunstancias dictan, o bien, esperan a que alguien más decida por ellos.
Debido a la importancia del tema, comparto con ustedes algunos criterios que pueden ayudarnos como papás para saber cómo y cuándo dar o negar un permiso:
– Capacidad: que la acción que se le permita al hijo (a) pueda ser realizada de manera libre y adecuada, y sea capaz de asumir las consecuencias. Ejemplo: manejar un coche y lo que implica (tener la edad, licencia, madurez).
– Seguridad y crecimiento personal: que no se ponga en riesgo su bienestar físico, intelectual, emocional, psicológico o moral de sí y el de los demás. Por ejemplo: cuando existe el riesgo de manejar bajo los efectos del alcohol.
– Respeto: que la acción no atente de manera directa o indirecta contra sí mismo o contra los demás. Ejemplo: insultos o malas palabras.
– Convivencia: que lo que se le permite no atente contra la armonía familiar, social, laboral, etc. Ejemplo: escuchar música a gran volumen a cualquier hora.
¿Cómo deben ser los permisos?
– Personalizados: de acuerdo a la edad de tu hijo, a su personalidad, circunstancias y a su capacidad de responder de manera autónoma. Si responde adecuadamente, los permisos se irán concediendo.
– Paulatinos y progresivos: ir poco a poco dándole permisos por los que pueda responder con mayor facilidad, ayudándole así a ejercitar su responsabilidad y su libertad.
– Pensando en su futuro: considerar las implicaciones que pueda tener después. Ejemplo: si le prestas el auto, tendrá más independencia.
– Realista: equilibrar la confianza en tu hijo (a) y en sus verdaderas capacidades de forma real. Aquí se sugiere conocer a los amigos y a las familias de nuestros hijos para entender mejor su realidad.
– Educativos: deben fomentar la autonomía, pero al mismo tiempo la responsabilidad y el autocontrol.
– Firmes y flexibles: firmes en normas que prohíben una acción mala en sí misma y flexibles en aquellas que no representan un daño. Ejemplo: si es una ocasión especial, puede quedarse a dormir en casa de los primos.
– Deliberados: deben ser fruto de la reflexión y del análisis de los padres. Ejemplo: no otorgar un permiso por celular, sino de manera personal. Aquí recuerdo el siguiente sabio consejo que algún día recibí: “elige tus batallas, no discutas por todo”.
– Frente en común: los padres deben preestablecer juntos las reglas que los hijos deben respetar.
– Claros: trasmitir a nuestros hijos claramente lo que se espera de ellos, y qué ocurriría si no lo cumplieran.
– Coherencia y consistencia: actuar conforme a lo que se exige. Cuando se niega un permiso hay que cumplirlo ya que la incoherencia devalúa la autoridad y afecta el desarrollo moral del hijo.
Nuestra labor como papás es la de asegurarnos de transmitir a nuestros hijos criterios claros sobre lo que está bien, dándoles razones e involucrándolos en el establecimiento de las normas. Debemos darles opciones y dejarlos que tomen decisiones para que puedan desarrollarse como hombres y mujeres libres y decididos.
“Saber dar permisos es forma concreta de amar a los hijos, porque lo que se busca es su bien objetivo. Requiere dedicación, esfuerzo y reflexión, pero vale la pena porque los hijos libres y responsables son más capaces de amar y por tanto ser más felices”.
Y tú, ¿qué opinas?
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Perseverar para edificar
“”Mañana empiezo…el lunes próximo lo hago…empecé muy bien, pero no terminé…””
¿Por que la mayoría de las veces empezamos algo y no lo terminamos? ¿Por qué a quienes lograr alcanzar grandes metas, y otros que solo se quedan en la imaginación?
“No existe perseverancia si no hay ideal”.
Así como un escultor imagina en su mente el objeto que desea crear a partir de un bloque de piedra, nosotros somos quienes determinamos qué vamos a hacer de nuestras vidas y cuáles serán nuestros objetivos: somos las escultoras de nuestro destino.
Sin embargo, si el escultor pasa largo tiempo cincelando sin haberse propuesto claramente lograr cierta estatua, terminará sin haberlo logrado; pero tampoco concretara la idea de la escultura si deja de tallar; es decir, no se puede alcanzar el ideal sin la perseverancia.
El punto es que ambos elementos van íntimamente unidos: no se da uno sin el otro.
¿Qué significa perseverar? Esta acción se trata de que, una vez tomada una decisión, se llevan a cabo las actividades necesarias para lograrlo. Sobre todo es continuar en nuestro propósito aunque surjan dificultades internas o externas, o pese a que disminuya la motivación personal a través del tiempo.
Los hombres y mujeres que han triunfado en su vida no son los más inteligentes, poderosos, ricos o famosos, sino aquellos que han sido constantes, los que se han fijado metas y han luchado por alcanzarlas. Es un hecho que la carrera no siempre la ganan los más veloces, sino quienes siguen corriendo.
Pero cuidado, la perseverancia no debe confundirse ni con la terquedad ni con la rutina. Por terquedad me refiero a seguir llevando a cabo las actividades necesarias para alcanzar lo decidido aun si te das cuenta que la decisión no es correcta; o bien, si surgen imponderables que indican que no es prudente seguir. La rutina sería el adoptar una conducta que se mantiene sin sentido, esto es “hacer por hacer”.
Se oponen a nuestra perseverancia:
– La inconstancia: empezar algo y no terminarlo. Está relacionada con la duración; es decir, a medida que pasa el tiempo abandonamos lo iniciado. Pero también, y de manera fundamental, está vinculada a la necesidad de abstenerse de otras actividades, quizá más divertidas o más fáciles y que no nos cuestan trabajo.
– Temperamento emocional: basamos nuestros modo de ser en sensaciones o sentimientos que son, muchas veces, inestables. Se trata de las famosas “llamaradas de petate”, que hacen que se empiece algo y al poco tiempo se abandone por falta de gusto o por aburrimiento.
– Obstáculos y dificultades: siempre nos vamos a encontrar con dificultades y tropiezos. La solución a esto es la de anticiparse a los problemas en lo posible, si ya se conoce al enemigo, es más fácil prepararse para vencerlo.
– Pesimismo: nos dice José Luis Martín Descalzo: “no ha nacido el genio que nunca fracase en algo. Lo que sí es gente que sabe sacar fuerzas de sus errores y otra gente que de sus errores solo saca amargura y pesimismo”
– Intentar mejorar demasiadas cosas simultáneamente: no podemos estar luchando en muchos sitios a la vez, es importante ser realistas y como dice esta reflexión: “mirar al cielo con los pies en la tierra”
– Vanidad: quien se deja dominar por la vanidad nunca podrá ser fiel a un compromiso serio. La perseverancia exige muchas horas de trabajo oculto. No caigamos en el error de realizar obras para que los demás las admiren.
-Impaciencia: no saber esperar, querer que suceda rápido y fácil no es conveniente. Los ideales se logran poco a poco, minuto a minuto.
– Mala administración del tiempo: para aprovechar el tiempo, tenemos que darle un gran valor y saber organizarnos: “dime como gastas tu tiempo, y te diré quien eres”
– No saber decir no: un problema común es que no sabemos decir que no y nos comprometemos a cosas que de antemano sabemos que no vamos a cumplir. Aprendamos a decir que no y viviremos mucho más tranquilas.
Para acompañar a la perseverancia hay actitudes y emociones que ayudan a convertirnos en mujeres constantes y fieles en lo que nos proponemos. Estas son la ilusión, el entusiasmo, el optimismo, la tenacidad, la fortaleza, la constancia y la fuerza de voluntad.
Te invito a vivir cada momento, a tratar de alcanzar lo que siempre has querido y a dejar de pensar que no se podrá realizar. Recuerda: ayer……es pasado; mañana….es un misterio; hoy….es un regalo.
Y tú, ¿qué opinas?
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Niños excesivamente hostiles y enojones
Llamó mi atención y más bien me preocupé, cuando me enteré que aproximadamente nueve millones de menores en nuestro país padecen algún tipo de problema de comportamiento hasta llegar a ser excesivamente hostiles y enojones.
Mayor fue mi sorpresa al saber que estas conductas extremas están diagnosticadas hace muchos años con el nombre de “Trastorno Desafiante Oposicionista” (TDO) y que en los últimos años han llamado la atención de terapeutas infantiles por el incremento que están presentando.
¿En qué consiste el TDO o también llamado TND (Trastorno Negativista Desafiante)? Los niños al cumplir los dos o tres años suelen mostrar un comportamiento caracterizado por su terquedad, oposición a los padres y maestros, que suele ser más evidente en la adolescencia. Esto es algo normal en niños de esta edad; sin embargo, cuando estos síntomas se hacen más frecuentes, repetitivos y se convierten en un comportamiento agresivo hacia los demás, influyendo en su vida escolar, social y académica, se convierten en un trastorno de la conducta.
Este se caracteriza, por lo tanto, por un enfrentamiento continuo con los adultos y con todas aquellas personas que tengan algún rasgo de autoridad, en especial dentro de la familia y de la escuela. Como se dijo, suele aparecer en el niño entre los dos y tres años, como una manifestación de oposición y desafío, aunque será a partir de los siete años cuando se manifieste el trastorno como tal.
Seguramente es común que escuches de tu hijo: “¿Y por qué te voy a hacer caso”, “¿por qué tengo que levantar mi cuarto?”, “¡no lo voy a hacer!” o “dile a mi hermano que ¡él lo haga!”; esto es normal, sin embargo hay signos que expresan la existencia de un problema serio.
Para saber si tu hijo o hija lo presenta, te comparto los criterios de diagnóstico que establece el DSM-IV TR de Medicina (Manual de Diagnóstico en Psiquiatría), los cuales deben manifestarse por lo menos seis meses, realizando cuatro o más de los siguientes comportamientos:
[olist style=”1″] Se encoleriza e irrumpe en pataletas.Discute con adultos.
Desafía activamente a los adultos o rehúsa cumplir sus demandas.
Molesta deliberadamente a otras personas.
Acusa a otros de sus errores o mal comportamiento.
Es susceptible o fácilmente molestado por otros.
Se muestra colérico y resentido.
Se muestra rencoroso o vengativo.
[/olist]
Es difícil pensar en niños tan pequeños con estas manifestaciones, pero es real. De acuerdo con el psicoterapeuta infantil Mtro. Carlos Becerra Rebelo, “si bien el TDO es multifactorial, se ha observado que los pacientes provienen de hogares en los que hay un déficit o lagunas en el establecimiento de límites claros y congruentes. Incluso la mayoría de los niños con TDO tienen problemas emocionales como ansiedad y estrés”.
Como papás, en primer lugar debemos de aceptar que nuestro hijo no sólo es un poco berrinchudo o consentido, sino que realmente tiene un problema que requiere atención inmediata.
Sobre esto, otro especialista de nombre Russell A. Barkley sugiere algunas acciones a los padres como parte de su programa “Defiant Children”. Estas son:
[ulist style=”2″] Las consecuencias deben ser inmediatas.No esperar que repita una mala conducta para dar una respuesta.
Atender a las conductas positivas para dar un refuerzo inmediato.
Cuanto más inmediata sea la consecuencia de una conducta, más eficacia tendrá como intervención que favorece el control.
Las consecuencias deben ser específicas.
Tanto el premio como el castigo deben estar dirigidos a una conducta específica, nunca a aspectos generales.
El castigo debe ser proporcionado a la transgresión, no al grado de impaciencia o frustración que haya generado en los padres.
Las consecuencias deben ser constantes.
Independientemente del entorno, la consecuencia debe ser la misma.
Si una conducta se ha considerado intolerable un día, también debe recibir la misma consideración otro día.
Tanto el padre como la madre deben dar la misma respuesta.
[/ulist]
Como podemos observar, varias de estas acciones tienen que ver con situaciones en las cuales como mamás somos demasiado consentidoras y permisivas, ya sea por evitar conflictos, o bien por estar estresadas, o simplemente demasiado cansadas.
Pero pensemos que si de pequeños son enojones y hostiles, ¿Qué les espera cuando sean mayores? Estos niños se convierten muy pronto en adolescentes y adultos que no pueden relacionarse con los demás, que fácilmente caen en alguna adicción principalmente el alcohol y las drogas; presentan embarazos prematuros, autoestima baja, tendencia a la depresión y una muy escasa tolerancia a la frustración.
¿Queremos que nuestros hijos se conviertan en este tipo de adultos?
Es momento de establecer límites, de educar con disciplina que, además, no se opone a educar con amor. No permitamos que trastornos como el TDO dominen la vida de nuestros hijos y de nuestra familia.
A un grupo de papás de adolescentes, les preguntaron qué aconsejarían a padres de niños menores y simplemente contestaron: “haber empezado antes”.
Y tú, ¿qué opinas?
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El derecho de la Pensión alimenticia
¿Sabías que en la Ciudad de México nueve de cada 10 litigios de divorcio fueron de mujeres demandando pensión alimenticia? o ¿que la cuarta causa de divorcio judicial fue la negativa a cumplir – aún con sentencia establecida – con el sostenimiento del hogar por parte de alguno de los cónyuges? (INEGI, 2008)
¿Qué significa esto? Que en México, es muy común que los hombres y, algunas veces, las mujeres no cumplan con el pago de la pensión alimenticia, a pesar de la existencia de una orden o un convenio que los obligue.
En este sentido, es frecuente que cuando ocurre un divorcio, o una pareja se separa, la mujer, por lo general, se queda sola con los hijos y sin un apoyo económico, comprobando así una de las principales dificultades que una mujer suele tener ante una separación. Incluso un estudio efectuado por el Centro de Estudios Históricos e Interdisciplinarios sobre las mujeres refiere que entre los principales temores que padecen ellas antes de promover un divorcio son: la preocupación por los hijos con un 62%, seguido de la situación económica en un 43% (Eguiluz, 2004).
Y ¿qué es la pensión alimenticia? Este concepto no solo se refiere a la satisfacción de las necesidades nutricionales, sino también comprende el vestido, la habitación, la atención médica, y en caso de los menores, educación, de ahí su importancia y más allá, la necesidad de garantizar su cobertura.
Aún cuando la situación es compleja y es visible el problema de las mujeres para obtener la pensión alimenticia tras un divorcio (ya sea porque el varón no está dispuesto a seguir aportando al sostenimiento del hogar y a la manutención de los hijos, por simple rechazo, por tener un salario bajo, trabajo eventual, desempleo, o bien tener otra pareja e hijos que sostener), no deja de sorprender el tipo de medidas que nuestros legisladores proponen para “agilizar” el trámite. Me refiero al llamado “divorcio exprés”, en el que se disuelve el vínculo matrimonial en aproximadamente 40 días, dejando a las partes en posibilidad de contraer nuevas nupcias.
Sin embargo, lo que no se ha dicho es que esta ley no resuelve problemas de fondo como son la patria potestad, guarda y custodia de los menores, derecho de visita, pensión alimenticia y participación de bienes, procedimientos que tardan muchos meses o quizá años para llegar a un acuerdo. Es claro, la rapidez no implica solución.
Es cierto, también ha habido otros esfuerzos para garantizar la cobertura de este derecho, como el realizado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, al pronunciarse por la posibilidad de que un menor presente una demanda de reconocimiento de paternidad y pensión alimentaria, aún cuando exista una resolución a favor del padre absolviéndolo de tales obligaciones.
Sin duda, este pronunciamiento es una medida por proteger el interés superior del menor en nuestro país pero aún falta por hacer.
Otra acción más que se está impulsando es la de garantizar el cumplimiento de la obligación alimentaria de acuerdo a los egresos del deudor, cuando no hay claridad en la forma de comprobación de sus ingresos. De esta manera no hay posibilidad de que el padre-deudor oculte o mienta sobre el monto de sus ingresos, caso desafortunadamente muy común hoy en día. Se sabe que en el Distrito Federal y en el estado de Tamaulipas se ha adoptado esta nueva forma de determinar las aportaciones; ojalá que sean más lugares donde se implemente para, así, proteger a los menores y al mayor número de personas con leyes adecuadas.
Y es que las fuentes de la pensión alimenticia provienen tanto del matrimonio como del parentesco en cuarto grado. Esto quiere decir que la relación no solo es de padres a hijos, sino también de la responsabilidad de los hijos para con sus padres, así como entre parientes cercanos, ya sean tíos, sobrinos o abuelos.
¿Porqué en cuestión de herencia sí podemos y nos interesa recibir bienes de nuestros padres, tíos o abuelos, pero cuando se trata de protegerlos, entonces nos lavamos las manos?
Ahora bien, esta responsabilidad se basa en un principio de “proporcionalidad”, es decir, según las posibilidades del deudor es lo que debe recibir el acreedor, ni más ni menos: si el padre puede darle mucho o poco a su esposa o hijos, este recurso debe ser de acuerdo a sus posibilidades reales, sin llegar evidentemente al abuso de parte de quien recibe.
Finalmente, el garantizar la protección de quien lo requiere, por aquel que tiene la posibilidad de dárselo – más cuando se trata de la propia familia- , no solo es una responsabilidad moral, es una responsabilidad de carácter jurídico.
Y tú, ¿qué opinas?
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Hasta donde el alcohol esta controlando a la mujer
Es impresionante el incremento en el consumo de alcohol en México: en los últimos treinta años ha crecido en un 73.5% el consumo por mexicano, situándonos en un deshonroso tercer lugar entre 40 economías, según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), sólo por debajo de Brasil y de China. En nuestro país viven al menos 36 millones de alcohólicos, seis de ellos catalogados como crónicos. Cifras del Consejo Nacional Contra las Adicciones indican que el alcohol está directamente relacionado con cinco de las diez causas de mortalidad general en el país.
El alcoholismo alcanzó a las mujeres: una de cada 100 sufre la adicción. No hace mucho se prohibía que la mujer fumara o bebiera, y no hablemos del estigma social en contra de la mujer alcohólica. Hoy en día, las mujeres podemos acudir a un bar, a la cantina, al antro y consumir alcohol. Sin embargo, ¿hasta dónde el alcohol está controlando a la mujer?
El número de mujeres alcohólicas crece cada día en México, sociedad más tolerante con el hombre que con la mujer adicta. Ellas viven su enfermedad en medio del rechazo social, secuelas físicas irreversibles, sentimientos de culpa y el abandono de su familia o pareja. Prueba de lo anterior es que el índice de divorcios entre parejas cuya mujer es alcohólica es mucho mayor que en los casos en que el enfermo es el varón.
De acuerdo con especialistas, mientras que el 19 % de los hombres alcohólicos fueron abandonados por sus parejas y están divorciados, en el caso de las mujeres esta cifra aumenta al 33 %. Además de los factores psicológicos y sociales, la mujer alcohólica tiene una mayor propensión a desarrollar enfermedades colaterales a su dependencia, como cáncer de mama, cirrosis hepática, depresión y muerte prematura.
Y qué decir de nuestras adolescentes que en pocos años se convertirán en mujeres. Legalmente prohibido y socialmente permitido, el consumo del alcohol en adolescentes es cada vez más problemático, y de manera preocupante, el índice de mujeres se incrementa. Según la Encuesta Nacional de Salud en Escolares 2008, el porcentaje de estudiantes mujeres mayores de 10 años que ingieren bebidas alcohólicas es de 14.8%, cifra que resalta porque es muy similar a las de los muchachos, que es de 15.3%.
El alcoholismo es una enfermedad multifactorial y que se puede salir de control justamente porque no tiene un origen específico: puede ser algo genético, o bien aprendido de la familia o de los amigos.
La mujer se refugia en el consumo del alcohol frente a diversas problemáticas tales como: necesidad de aliviar la ansiedad, conflicto en relaciones interpersonales, depresión, baja autoestima, facilidad para conseguir el alcohol, necesidad de sentirse aceptada, o bien, por haber sido violentada o maltratada ya sea física o psicológicamente.
El alcohol es un ansiolítico de venta al por mayor y a cualquier hora del día; es un depresor del sistema nervioso que afecta la capacidad de juicio y deprime los sistemas inhibitorios de la persona modificando su conducta. Está comprobado científicamente que las mujeres biológicamente tenemos menos tolerancia al alcohol.
¿Quieres saber por qué? Al consumir una bebida alcohólica, a los 30 o 45 minutos se alcanza la máxima concentración en la sangre, y lentamente va disminuyendo: un 10% se elimina en forma natural y el 90% restante será metabolizado por el hígado por medio de unas sustancias químicas conocidas como enzimas. Las mujeres absorbemos más rápidamente el alcohol, tenemos menor cantidad de enzimas por lo que la tolerancia disminuye. Si un hombre consume una copa de alcohol, éste la procesa en una hora, mientras que la mujer tardará alrededor de hora y media o más en metabolizarla.
Los síntomas de una mujer alcohólica son muy diferentes a los que puede manifestar un hombre:
[ulist style=”1″] La mujer oculta que bebe para sentirse mejor, esconde las bebidas en su casa u oficina.
Tiene sentimientos de culpa
Desarrolla dependencia hacia otras personas
Temen estar solas
Tienen problemas personales y emocionales con la pareja
Sufren ansiedad, sudoración, nerviosismo y dolores de cabeza
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Lo anterior, presenta una vida oscura. Las mujeres de hoy ejercemos sin duda alguna roles sociales que pueden complicarse: madre, esposa, amiga, trabajadora, estudiante, hija, entre otros, que nos hace vivir cada día en un constante estrés, y parecería que una de los escapes está siendo el alcohol, que no es otra cosa que una puerta falsa que no nos lleva a ningún lugar.
Si has optado por esta puerta falsa o conoces a alguna mujer que lo está haciendo, no hay que perder un minuto para pedir ayuda y salir de ella cuanto antes. Recuerda: ¡el alcohol es más duro con la mujer!
Y tú, ¿qué opinas?
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