La mamá más mala del mundo
Me atrevo a afirmar que todas las mamás hemos escuchado de nuestros hijos alguna de estas frases: “que mala eres mamá!, todos van a ir menos yo!”….”por tu culpa, no me volverán a invitar!”….”eres del año cero!”….”pareces un sargento…” y otras muchas más.
Si algo queremos las mujeres que tenemos hijos, es ser una buena madre, y que nuestros hijos nos lo reconozcan. Nos desvivimos todos los días por lograrlo, pero te parecería que tu hijo al cabo de los años se refiriera a ti como la “mamá más mala del mundo”. Sería algo desastroso ¿no crees?
Pues después de leer este pensamiento que comparto contigo, ya no me pareció tan desastroso recibir este calificativo:
LA MAMÁ MÁS MALA DEL MUNDO.
Yo tuve la mamá más mala del mundo.
Mientras los otros niños no tenían que desayunar, yo tenía que comer cereal, huevos y pan tostado. Cuando los demás tomaban refrescos gaseosos y dulces para el almuerzo, yo tenía que comer un sándwich.
Mi madre siempre insistía en saber donde estábamos, parecíamos encarcelados. Tenía que saber quiénes eran nuestros amigos y lo que estábamos haciendo. Insistía en que si decíamos que íbamos a tardar una hora, solamente nos tardábamos una hora.
Me da vergüenza admitirlo, pero tuvo el descaro de romper la ley contra el trabajo de niños menores: hizo que laváramos trastes, tendiéramos camas, aprendiéramos a cocinar y muchas cosas igualmente crueles.
Creo que se quedaba despierta en la noche pensando en las cosas que podría obligarnos a hacer; siempre insistía en que dijéramos la verdad y nada más que la verdad.
Para cuando llegamos a la adolescencia, ya fue más sabia y nuestra vida se hizo aún más miserable.
Nadie podía tocar el claxon para que saliéramos corriendo; nos avergonzaba hasta el extremo obligando a nuestros amigos a llegar a la puerta para preguntar por nosotros.
Mi madre fue un completo fracaso; ninguno de nosotros ha sido arrestado, todos mis hermanos han hecho labor social y también han servido a su patria.
Y… ¿a quién debemos culpar de nuestro terrible futuro?
Tienen razón, a nuestra mala madre.
Vean de lo que nos hemos perdido.
Nunca hemos podido participar en una manifestación con actos violentos y miles de cosas más que hicieron nuestros amigos. Ello nos hizo convertirnos en adultos educados y honestos.
Usando esto como marco, estoy tratando de educar a mis hijos de la misma manera; me siento orgulloso cuando me dicen que soy malo.
Y, verán…
Doy gracias a Dios por haberme dado,
¡La mamá más mala del mundo!
Paul H. Dunn
En este mes que se celebra el día de las madres, si es que tienes la dicha de serlo o en tus planes está serlo, te invito a reflexionar sobre esta gran misión en nuestra vida.
Nuestros hijos estarán con nosotras algunos años de su vida, sin lugar a duda de los más importantes, ya que durante la infancia es cuando aprenden los hábitos las virtudes que más tarde pondrán en práctica para ser hombres y mujeres de bien en la sociedad.
No debemos tener miedo a ejercer nuestra autoridad y establecer límites y reglas, para lo cual se tienen que dar ciertos principios para que sea efectiva:
[ulist style=”2″] Ser consecuentes: nuestro estilo de vida y autoridad deben estar fundamentados en principios sólidos independientemente de las circunstancias. El niño necesita que sus papás sean firmes, les muestren lo que está bien y lo que está mal, que tengan normas estables y que los corrijan cuando se equivocan.
Respetar y exigir: es el equilibrio entre principios sólidos y una forma atractiva de enseñarlos, tiene que ir acompañado de un componente afectivo: “disciplina con amor”
Jerarquizar: no se puede exigir en todo simultáneamente y con la misma intensidad. Para ello, conviene fijar normas estables y resaltar las más relevantes, y por supuesto, irlas cambiando y soltándolas de acuerdo a la edad.
Decisiones en conjunto: de ser posible que las reglas de la casa las pongas junto con tu esposo, o con los demás miembros de la familia.
[/ulist] Lo anterior no es otra cosa, sino la formación de la voluntad, la cual es un pilar fundamental para la educación de nuestros hijos, pues en ella recae la capacidad de elegir lo que más conviene y de perseverar con dedicación y fortaleza para alcanzar metas ideales.
¿Cuál es la diferencia entre aquellos hombres y mujeres que se mantienen en sus principios, y los que se dejan envolver por el ambiente? ¿Qué es lo que hace que algunos niños o adolescentes sean firmes y otros vulnerables?
En gran parte esta diferencia puede ser esa “mamá barco y consentidora”, o esa “mamá exigente y mala”; las dos educaron con mucho amor, buenas intenciones y mucho trabajo, pero la diferencia hará que los hijos sean más o menos felices en sus vidas.
Y tú, ¿qué opinas?
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El alcohol, mas duro con las mujeres
Es impresionante el incremento en el consumo de alcohol en México: en los últimos treinta años ha crecido en un 73.5% el consumo por mexicano, situándonos en un deshonroso tercer lugar entre 40 economías, según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), sólo por debajo de Brasil y de China. En nuestro país viven al menos 36 millones de alcohólicos, seis de ellos catalogados como crónicos. Cifras del Consejo Nacional Contra las Adicciones indican que el alcohol está directamente relacionado con cinco de las diez causas de mortalidad general en el país.
El alcoholismo alcanzó a las mujeres: una de cada 100 sufre la adicción. No hace mucho se prohibía que la mujer fumara o bebiera, y no hablemos del estigma social en contra de la mujer alcohólica. Hoy en día, las mujeres podemos acudir a un bar, a la cantina, al antro y consumir alcohol. Sin embargo, ¿hasta dónde el alcohol está controlando a la mujer?
El número de mujeres alcohólicas crece cada día en México, sociedad más tolerante con el hombre que con la mujer adicta. Ellas viven su enfermedad en medio del rechazo social, secuelas físicas irreversibles, sentimientos de culpa y el abandono de su familia o pareja. Prueba de lo anterior es que el índice de divorcios entre parejas cuya mujer es alcohólica es mucho mayor que en los casos en que el enfermo es el varón.
De acuerdo con especialistas, mientras que el 19 % de los hombres alcohólicos fueron abandonados por sus parejas y están divorciados, en el caso de las mujeres esta cifra aumenta al 33 %. Además de los factores psicológicos y sociales, la mujer alcohólica tiene una mayor propensión a desarrollar enfermedades colaterales a su dependencia, como cáncer de mama, cirrosis hepática, depresión y muerte prematura.
Y qué decir de nuestras adolescentes que en pocos años se convertirán en mujeres. Legalmente prohibido y socialmente permitido, el consumo del alcohol en adolescentes es cada vez más problemático, y de manera preocupante, el índice de mujeres se incrementa. Según la Encuesta Nacional de Salud en Escolares 2008, el porcentaje de estudiantes mujeres mayores de 10 años que ingieren bebidas alcohólicas es de 14.8%, cifra que resalta porque es muy similar a las de los muchachos, que es de 15.3%.
El alcoholismo es una enfermedad multifactorial y que se puede salir de control justamente porque no tiene un origen específico: puede ser algo genético, o bien aprendido de la familia o de los amigos.
La mujer se refugia en el consumo del alcohol frente a diversas problemáticas tales como: necesidad de aliviar la ansiedad, conflicto en relaciones interpersonales, depresión, baja autoestima, facilidad para conseguir el alcohol, necesidad de sentirse aceptada, o bien, por haber sido violentada o maltratada ya sea física o psicológicamente.
El alcohol es un ansiolítico de venta al por mayor y a cualquier hora del día; es un depresor del sistema nervioso que afecta la capacidad de juicio y deprime los sistemas inhibitorios de la persona modificando su conducta. Está comprobado científicamente que las mujeres biológicamente tenemos menos tolerancia al alcohol.
¿Quieres saber por qué? Al consumir una bebida alcohólica, a los 30 o 45 minutos se alcanza la máxima concentración en la sangre, y lentamente va disminuyendo: un 10% se elimina en forma natural y el 90% restante será metabolizado por el hígado por medio de unas sustancias químicas conocidas como enzimas. Las mujeres absorbemos más rápidamente el alcohol, tenemos menor cantidad de enzimas por lo que la tolerancia disminuye. Si un hombre consume una copa de alcohol, éste la procesa en una hora, mientras que la mujer tardará alrededor de hora y media o más en metabolizarla.
Los síntomas de una mujer alcohólica son muy diferentes a los que puede manifestar un hombre:
Tiene sentimientos de culpa
Desarrolla dependencia hacia otras personas
Temen estar solas
Tienen problemas personales y emocionales con la pareja
ansiedad, sudoración, nerviosismo y dolores de cabeza
[/ulist]
Lo anterior, presenta una vida oscura. Las mujeres de hoy ejercemos sin duda alguna roles sociales que pueden complicarse: madre, esposa, amiga, trabajadora, estudiante, hija, entre otros, que nos hace vivir cada día en un constante estrés, y parecería que una de los escapes está siendo el alcohol, que no es otra cosa que una puerta falsa que no nos lleva a ningún lugar.
Si has optado por esta puerta falsa o conoces a alguna mujer que lo está haciendo, no hay que perder un minuto para pedir ayuda y salir de ella cuanto antes. Recuerda: ¡el alcohol es más duro con la mujer!
Y tú, ¿qué opinas?
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El derecho a la pensión alimenticia
¿Sabías que en la Ciudad de México nueve de cada 10 litigios de divorcio fueron de mujeres demandando pensión alimenticia? o ¿que la cuarta causa de divorcio judicial fue la negativa a cumplir – aún con sentencia establecida – con el sostenimiento del hogar por parte de alguno de los cónyuges? (INEGI, 2008).
¿Qué significa esto? Que en México, es muy común que los hombres y, algunas veces, las mujeres no cumplan con el pago de la pensión alimenticia, a pesar de la existencia de una orden o un convenio que los obligue.
En este sentido, es frecuente que cuando ocurre un divorcio, o una pareja se separa,la mujer, por lo general, se queda sola con los hijos y sin un apoyo económico, comprobando así una de las principales dificultades que una mujer suele tener ante una separación. Incluso un estudio efectuado por el Centro de Estudios Históricos e Interdisciplinarios sobre las mujeres refiere que entre los principales temores que padecen ellas antes de promover un divorcio son: la preocupación por los hijos con un 62%, seguido de la situación económica en un 43% (Eguiluz, 2004).
Y ¿qué es la pensión alimenticia? Este concepto no solo se refiere a la satisfacción de las necesidades nutricionales, sino también comprende el vestido, la habitación, la atención médica, y en caso de los menores, educación, de ahí su importancia y más allá, la necesidad de garantizar su cobertura.
Aún cuando la situación es compleja y es visible el problema de las mujeres para obtener la pensión alimenticia tras un divorcio (ya sea porque el varón no está dispuesto a seguir aportando al sostenimiento del hogar y a la manutención de los hijos, por simple rechazo, por tener un salario bajo, trabajo eventual, desempleo, o bien tener otra pareja e hijos que sostener), no deja de sorprender el tipo de medidas que nuestros legisladores proponen para “agilizar” el trámite. Me refiero al llamado “divorcio exprés”, en el que se disuelve el vínculo matrimonial en aproximadamente 40 días, dejando a las partes en posibilidad de contraer nuevas nupcias.
Sin embargo, lo que no se ha dicho es que esta ley no resuelve problemas de fondo como son la patria potestad, guarda y custodia de los menores, derecho de visita, pensión alimenticia y participación de bienes, procedimientos que tardan muchos meses o quizá años para llegar a un acuerdo. Es claro, la rapidez no implica solución.
Es cierto, también ha habido otros esfuerzos para garantizar la cobertura de este derecho, como el realizado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, al pronunciarse por la posibilidad de que un menor presente una demanda de reconocimiento de paternidad y pensión alimentaria, aún cuando exista una resolución a favor del padre absolviéndolo de tales obligaciones.
Sin duda, este pronunciamiento es una medida por proteger el interés superior del menor en nuestro país pero aún falta por hacer.
Otra acción más que se está impulsando es la de garantizar el cumplimiento de la obligación alimentaria de acuerdo a los egresos del deudor, cuando no hay claridad en la forma de comprobación de sus ingresos. De esta manera no hay posibilidad de que el padre-deudor oculte o mienta sobre el monto de sus ingresos, caso desafortunadamente muy común hoy en día. Se sabe que en el Distrito Federal y en el estado de Tamaulipas se ha adoptado esta nueva forma de determinar las aportaciones; ojalá que sean más lugares donde se implemente para, así, proteger a los menores y al mayor número de personas con leyes adecuadas.
Y es que las fuentes de la pensión alimenticia provienen tanto del matrimonio como del parentesco en cuarto grado. Esto quiere decir que la relación no solo es de padres a hijos, sino también de la responsabilidad de los hijos para con sus padres, así como entre parientes cercanos, ya sean tíos, sobrinos o abuelos.
¿Porqué en cuestión de herencia sí podemos y nos interesa recibir bienes de nuestros padres, tíos o abuelos, pero cuando se trata de protegerlos, entonces nos lavamos las manos?
Ahora bien, esta responsabilidad se basa en un principio de “proporcionalidad”, es decir, según las posibilidades del deudor es lo que debe recibir el acreedor, ni más ni menos: si el padre puede darle mucho o poco a su esposa o hijos, este recurso debe ser de acuerdo a sus posibilidades reales, sin llegar evidentemente al abuso de parte de quien recibe.
Finalmente, el garantizar la protección de quien lo requiere, por aquel que tiene la posibilidad de dárselo – más cuando se trata de la propia familia- , no solo es una responsabilidad moral, es una responsabilidad de carácter jurídico.
Y tu que opinas?
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Perdonar si es posible
Te perdono…pero no lo olvido; te perdono… pero te lo recuerdo constantemente; te perdono… pero algún día sentirás lo mismo que yo.
No hay duda, no es fácil perdonar, y muchas veces estamos llenas de resentimientos y recuerdos negativos. Resentimiento es “volver a sentir”, revivir aquella ofensa que alguien voluntaria o involuntariamente nos hizo, y que a pesar del tiempo, poco o mucho sigue afectando nuestra vida.
Vivir con resentimiento es como llevar veneno dentro de nosotras, es como cargar un costal a nuestras espaldas. La mayoría de las personas no somos capaces de dar salida a la reacción emocional, y esta ira reprimida puede causar: ansiedad, cansancio, angustia, mal humor, enojo y hasta enfermedad.
¿Qué hacer para evitar el resentimiento?
Es muy importante saber dar la bienvenida al sentimiento, es decir, verbalizar lo que sentiste cuando otra u otras personas te ofendieron: entender qué fue lo que te molestó para poder decirlo, o bien escribirlo.
Analizar si la ofensa es realmente objetiva, o es algo subjetivo y que tú has creado. Lo importante es nunca quedarse con este sentimiento negativo para evitar llegar así al resentimiento.
El valor que le demos a la ofensa, dependerá mucho más de nuestra respuesta personal, que de la gravedad de ésta. En este sentido hay que utilizar nuestra inteligencia para encontrar los motivos o razones del agresor, más que el dejarnos llevar por nuestras emociones.
Se ha hablado del resentimiento, pero entonces ¿qué es el perdón?
Es aprender a vivir el presente con amor, sin rencores ni resentimientos. Es una decisión personal para ver más allá de la ofensa, de comprender y ser compasivo con el otro. Por supuesto es un proceso, no sucede de una vez, toma su tiempo y va surgiendo poco a poco. Pero ante todo es una actitud personal donde se elige mirar al otro sin juzgarlo, y que se convierte en una forma de vida.
Por eso es que encontramos personas felices que viven en paz con los demás, y otras que van por la vida llenas de rencores y resentimientos hacia seres muy cercanos a ellas, o hacia otros muy lejanos.
Ahora bien, es importante mencionar que podemos confundir el perdonar con el “aceptar” determinadas acciones, por ejemplo
[ulist style=”1″] Perdonar no es justificar comportamientos ajenos: “es alcohólico porque…”; “no trabaja porque…”; “me pega porque…”. Si justificamos podemos cometer el error de aprobar o defender una conducta propia o ajena.Perdonar no es hacer como que todo va bien, cuando se siente que no es así: “prefiero no reclamar o decir que algo anda mal en nuestra relación…”.
Perdonar no es adoptar una actitud de superioridad hacia el otro: ¡pobrecito!, ¡no entiende lo que hace!
Tampoco perdonar significa que debo cambiar mi comportamiento: “mi marido es descuidado con el dinero de la familia”. Lo puedo perdonar, pero no implica que no deba exigirle que cambie.
[/ulist]Lo interesante de esto es que si queremos perdonar a alguien, no es necesario decirle “te perdono”. Podemos hacerlo internamente, basta con nosotras mismas. Incluso podemos perdonar a una persona que ya murió. Claro que si somos dos en lugar de una, se puede dar una “reconciliación”.
No puedo dejar de mencionar la gran relevancia que tiene el que, en primer lugar, sepamos perdonarnos “a nosotras mismas”, aceptar nuestros errores, nuestros defectos, alejarnos de las culpas, y saber que como seres humanos nos equivocamos mucho más seguido de lo que nos gustaría.
Son muchos los beneficios que recibimos al perdonarnos y perdonar a otros:
Nos liberamos de lo que nos tiene atadas al pasado.
Dejamos de somatizar estos sentimientos negativos: ansiedad, angustia y cansancio disminuyen.
Se reduce nuestra agresión e intolerancia, y las relaciones con nosotras mismas y con los demás se vuelven más armoniosas.
Mejora nuestro estado de ánimo.
Mejora nuestra salud.
En definitiva es un regalo que nos damos a nosotras mismas y que nos permitirá relacionarnos sanamente con los demás, aceptarnos y aceptarlos como son, y sobre todo amarlos plenamente.
Te invito a que hagamos un alto en nuestra vida, y pensemos qué tenemos que perdonarnos y a qué persona o personas, cercanas o lejanas no hemos logrado perdonar. Liberémonos de este costal, de este veneno que nos impide vivir en paz y en armonía. Y recuerda:
“No necesitas del otro para perdonar, para perdonar basta contigo misma”.
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¿Vives como piensas? ó ¿Piensas como vives?
Recordarás aquel cuento sobre…
Un rey vanidoso al que unos sastres lo convencieron de hacerle un traje invisible para su desfile. Le decían que las telas eras mágicas y que sólo los inteligentes podrían verlas. Cuando supuestamente el traje estaba terminado, ni el rey ni sus consejeros podían verlo, pero no queriendo verse como tontos, aparentaban lo contrario, comentando que era un traje magnífico. Finalmente, llegó el día del desfile, el rey pagó a los sastres una gran cantidad de dinero y éstos se retiraron felices. El rey se puso su traje invisible y comenzó a desfilar por el pueblo, hasta que de repente una niña inocente exclamó: “¡Está desnudo! ¿Cómo es que no se da cuenta?” Y en ese momento el rey se avergonzó y se percató del terrible engaño en el que había caído.
Sin duda, sabio mensaje sobre las muchas veces en que se le da demasiada importancia a lo que los demás opinan, al grado que se llega a traicionar a uno mismo.
Esto es algo que se reproduce una y otra vez en nuestra sociedad: ¿cuántas veces actuamos según el “que dirán”?, ¿cuántas veces desconfías de ti, dejándote llevar por la opinión pública y la presión social?, ¿cuántas veces hacemos a un lado nuestro valor personal por buscar incansablemente la aprobación social en lo material?
Es cierto que las normas sociales y la aceptación son importantes. Por naturaleza buscamos ese “reconocimiento”; nos gusta sentirnos parte de un grupo, pero hay que recordar que más importante es la integridad personal y la autenticidad.
Presión Social se puede definir como la fuerza que influye en el comportamiento libre de las personas, empujándolas a actuar de una u otra manera, y surge cuando una persona le concede un peso desordenado a la opinión pública.
Podemos entonces caer fácilmente en pensar y actuar de acuerdo a lo que la sociedad opine, a sus normas, costumbres y modas, hasta el punto en que llegamos a perder nuestra propia autonomía y libertad, es decir, nos convierte en esclavas de la opinión social en todos los aspectos: al vestirnos, al comprar, hablar, opinar, elegir amistades y lugares de reunión, etc.
Ante ello, concebir a una mujer que no cambia con la presión social, es hablar de una “mujer sencilla”. En este sentido, la sencillez consiste en darle el significado adecuado a las cosas y ordenar debidamente la jerarquía de valores, es vivir con autenticidad pensando y actuando de acuerdo a nuestras convicciones.
Es evitar vivir en el materialismo, que valora a la persona por el “tener” y no por el ser. Es no caer en el consumismo comprando bienes que no necesitamos y es, también, alejar el racismo y la discriminación hacia otras personas diferentes a nosotras.
“El más rico, es aquel que menos necesita”
Vivir con sencillez significa:
Tratar a todos por igual, sin importar la posición económica, social, raza o creencia.
No sentirte superior a los demás, tal como lo manifestara el filósofo griego Sócrates: “yo sólo sé, que no sé nada”.
Utilizar la palabra con mesura cuando te expreses, evitando acaparar las conversaciones con un lenguaje comprensible y adecuado a la ocasión.
Vestir con decoro, sin ser estrafalaria y de acuerdo al momento y a tu circunstancia.
Adquirir, poseer y utilizar aquellos bienes que son necesarios, sin lujos inútiles o caprichos. Comprar cosas de buena calidad basándonos en su eficiencia, pero no para demostrar una cierta posición económica.
Apreciar lo bueno, lo bello, lo natural.
Ser discretas.
No caer en la ironía (burla fina y disimulada), la pedantería (aprovechar toda ocasión para exhibirse), y la hipocresía (incongruencia de una persona por propia conveniencia)
La persona sencilla no se exalta ni menosprecia, aprecia a las personas por lo que son y no por lo que tienen.
No es fácil vivir con sencillez, ya que implica tener el valor de ser diferente y de ser congruente. De igual modo, supone aceptar que aún cuando nos comportamos de esa manera, no podemos quedar bien con todo el mundo como dice la canción mexicana: “no soy monedita de oro, para caerle bien a todos”.
Ser una mujer auténtica requiere pensar, actuar, hablar y vestir de acuerdo a mi ser, de acuerdo a mi persona, convicciones y creencias. Al mostrarnos tal y como somos, al no querer apantallar a los demás y aparentar lo que no existe, viviremos mucho más tranquilas y en paz con nosotras mismas, viviremos en definitiva mucho más felices.
No olvides: “vive como piensas…o acabarás pensando como vives”.
Y tú, ¿qué opinas?
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La fuerza de voluntad
Leí hace poco algo muy cierto: el mundo se divide entre los voluntariosos, capaces de invertir en esfuerzo y trabajo para lograr un proyecto, y los que no lo son. Las personas que logran lo que se proponen y las que nunca alcanzan sus metas.
Esa “fuerza de voluntad” es la capacidad que tenemos que decidir qué hacer, y optar por un determinado tipo de comportamiento.
Se asocia con el ahínco necesario para alcanzar objetivos que a corto plazo suponen un sacrificio, pero que benefician a largo plazo.
Y aquí es cuando aparece el primer problema: “el sacrificio inmediato”. Cuesta mucho pensar en el largo plazo, preferimos lo inmediato.
La voluntad no es innata. Así que dejemos de lamentarnos o de decir que nacimos sin fuerza de voluntad, todos debemos luchar para tenerla.
¿Cómo? Reflexiona en lo siguiente:
– Deja de etiquetarte: y de tener experiencias negativas contigo mismo. Si piensas que volverás a postergar y que fallarás en el intento, al final abandonarás lo que te propusiste.
Si tienes una idea, una meta, ilusiónate con ella, y espera buenos resultados de lo que quieres alcanzar. Te puedes equivocar todas las veces que sea necesario. Lo que debes rechazar es no verte capaz de cometer errores y seguir adelante.
Piensa si en realidad vas a permitir que la falta de voluntad te frene? Mejor deja de justificarte y actúa.
– Sin motivación, la fuerza desaparece: debes de buscar la tuya. Te digan lo que te digan, si ya encontraste tu propia motivación, será suficiente argumento para ganarle a la dejadez.
– Organízate: no postergar, la mayoría de las veces es cuestión de organizarse mejor. El éxito radica en cómo estableces tus prioridades y como distribuyes tu tiempo.
Las personas que llevan una vida saludable, que practican deporte, que tienen tiempo para ver a sus amigos y ver una película de forma relajada, no cuentan con una vida más ociosa, solo se organizan mejor.
– No seas impulsiva: la falta de voluntad obedece a los impulsos. Espera, piensa, para, frena. Solo retrasa el deseo para ver cuanto tiempo eres capaz de esperar.
No se trata de que te prohíbas hacer algo, sino que le des tiempo a tu paciencia y reflexión para que no actúes de inmediato.
– Planea: estate preparada y ten pensado que vas a hacer cuando flaquees, cuando te de flojera. Tener una lista con distintas alternativas por si la voluntad falla, es una herramienta muy positiva para seguir adelante y no abandonarla.
– Modifica tus hábitos: es más sencillo cambiar que eliminar. Psicológicamente no es lo mismo ponerse a dieta que modificar tus hábitos alimenticios. La segunda opción suena menos restrictiva.
Así en lugar de pensar todo lo que tienes que abandonar, piensa en lo que vas a hacer para sustituir y rellenar ese espacio.
– Autocontrol y fuerza de voluntad no son lo mismo, pero están muy relacionados. El primero es la capacidad consciente de regular los impulsos, La fuerza de voluntad hace referencia al esfuerzo que inviertes para alcanzar algo.
– Establece prioridades: no quieras cambiar todo de golpe: dejar de comprar en forma compulsiva, hacer deporte, perder peso, dejar de fumar, etc. Elije que es lo más importante para ti y empieza por ahí.
– No todo es agradable: significa que no todo en la vida puede producir satisfacción. Mejor asume con humor que tienes que hacer cosas a pesar de que no te guste hacerlas, no tienes otra alternativa.
La diferencia entre los que lo consiguen y los que se quedan en el camino es que reconocen que deben de pasar por etapas en las que no se está cómodo. En esta vida no nos podemos mover solo por placer.
– No discutas con tu “diablito”: todos tenemos una figura negativa en nuestro cerebro que nos argumenta constantemente lo bien que se está en el mundo de lo fácil. Este diablito le vence la batalla a la fuerza de voluntad.
Hoy decídete y pon manos a la obra. En esta vida hay tiempo para todo. Te sentirás muy satisfecho contigo mismo si empiezas a dejar de limitarte y excusarte en que la fuerza de voluntad no es lo tuyo, Solo tienes que actuar.
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Paradojas de nuestro siglo
Los grandes avances tecnológicos y científicos de las últimas décadas, sin duda alguna, han logrado mejorar la calidad de vida de las personas en materia de salud y de bienestar social. Sin embargo, paralelamente a estos logros, vivimos diversas paradojas que me llevan a reflexionar hondamente, algunas de las cuales me gustaría compartir contigo:
Obesidad y desnutrición
No es ningún orgullo el que México sea el primer lugar en obesidad en el mundo. Definida como la “enfermedad en la cual las reservas naturales de energía, almacenadas en el tejido adiposo de los humanos se incrementa, provocando acumulación excesiva de grasa en el cuerpo”, la obesidad se asocia con otros malestares como problemas cardíacos, diabetes, hipertensión arterial y en algunos casos, hasta cáncer.
En nuestro país, uno de cada cuatro niños es obeso, uno de cada tres adolescentes presenta problemas de obesidad, y en personas mayores de 40 años, el 70 por ciento tiene sobrepeso, por lo que se ha convertido en nuestros días en una enfermedad crónica de largo plazo, causada en gran medida por la vida sedentaria, malos hábitos de alimentación y publicidad mal dirigida.
Aunado a esto, México atraviesa por otro problema que es la desnutrición, siendo ella “un estado de deficiencia en el consumo o disponibilidad de energía y/o nutrimientos que repercute negativamente en la salud de quien la padece”.
Aunque este problema ha descendido en los últimos años, sigue siendo una situación seria. De acuerdo con el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, el nueve por ciento de la población infantil menor de nueve años tiene talla baja debido a una mala alimentación.
Individualismo y dependencia
Una de las corrientes ideológicas que más ha afectado a nuestra sociedad es el llamado “individualismo”, entendido como la “tendencia a pensar y obrar con independencia de los demás, o sin sujetarse a normas generales” (Diccionario de la Real Academia Española). Así, se promueve el buscar nuestra propia realización, lo que nos guste, llame la atención, nos parezca mejor, nos llene y brinde satisfacción; lo demás hay que hacerlo a un lado, no vale la pena.
Este vivir para uno mismo, proyecta personas sumamente egoístas, para las cuales lo que pase a su alrededor las tiene sin cuidado.
Por otro lado, vemos cada día a más mujeres y hombres que dependen negativamente de algo o de alguien. Las adicciones se han multiplicado, ya sea al alcohol y las drogas, al trabajo, al ejercicio, al internet, a los desórdenes alimenticios, al juego, a las compras, entre otras muchas. Y qué decir de las personas atadas a relaciones destructivas familiares o de trabajo. En sí, ¿queremos estar solos o depender de otros?
Materialismo y crisis existencial
De acuerdo con Enrique Rojas, reconocido psiquiatra y autor español, el materialismo “hace que un individuo tenga un cierto o un mucho reconocimiento social por el único hecho de ganar mucho dinero. Esto ha hecho que los individuos luchen y dirijan mucho de sus esfuerzos a tener más, y no a ser más”.
Pensaríamos entonces que este reconocimiento social por consumir y poseer cada vez más cosas, logra que las personas sean seguras de sí mismas y, por ende, más felices. Sin embargo, las estadísticas nos muestran otra realidad: cada vez más niños, jóvenes y adultos viven sin un sentido de vida, sin un sentido trascendental y en una constante “crisis existencial”.
La plaga mental de nuestros tiempos es la depresión llena de miedos, inseguridad y confusión; el índice de suicidios va en aumento, y los cursos y seminarios en busca de un sentido de vida son cada vez más populares.
Obesidad – desnutrición, individualismo – dependencia, materialismo-crisis existencial: ¿dónde está el término medio? ¿dónde está el equilibrio? ¿Por qué resulta tan difícil encontrar a un hombre o a una mujer feliz? ¿No será que en nuestra ansia por buscar la verdadera felicidad, hemos caído en extremos que más bien nos alejan de ella?
Considero que la verdadera felicidad, la encontraremos siendo mujeres y hombres que vivamos en equilibrio, que sepamos integrar nuestro cuerpo, alma y espíritu hacia una misión propia y única en nuestra vida, condición que pareciera inalcanzable pero con esfuerzo es posible obtener. O, ¿tú qué opinas?
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Mujer Apuéstale a la familia
Mujer ¡apuéstale a la familia!, el libro más reciente de Lucía Legorreta, fue presentado en el Club de Industriales, de la CDMX, por Rosario Marín, extesorera de los Estados Unidos y conocida activista a favor de los derechos de la mujer, y por Esteban Arce, el popular conductor de televisión, quienes hablaron de la relevancia y oportunidad de esta obra para la mujer mexicana.
Coincidieron en la utilidad del libro, en un momento de gran complejidad para la mujer, que enfrenta desafíos que van desde situaciones de discriminación o violencia hasta la realización profesional. Es una guía de vida que contiene valiosas reflexiones, consejos y orientaciones para resolver los problemas y alcanzar la felicidad.
La autora explicó que la vida es una apuesta constante. Se quiera o no, todos los días tenemos que escoger entre diferentes opciones, algunas de ellas muy importantes; como la vida no trae un manual de instrucciones, muchas de esas decisiones se convierten en una apuesta. Podemos ganar o perder.
Lucía Legorreta, presidenta nacional del Centro de Estudios y Formación Integral de la Mujer (CEFIM), conferencista, conductora, columnista y colaboradora en diversos medios de comunicación, propone una fórmula para ganar en las grandes decisiones de la vida: apostarle a la familia.
Especialista en el desarrollo de la mujer, conoce profundamente sus problemáticas, entre ellas las familiares; analiza cómo es la familia actual en México, los cambios que experimenta en el modelo tradicional, sus diferentes estructuras y, por supuesto, el papel del hombre, la mujer y la importancia que como institución tiene la familia para la sociedad moderna.
Desde temas como decidir con quién te casas, la violencia en el noviazgo, el cerebro enamorado, el síndrome de perder el tren, la luna de miel, las etapas del matrimonio, las discusiones entre esposos, la educación de los hijos, los permisos, los celos, la suegra, el trabajo, los padres solteros, la falta de tiempo, el uso del dinero, el machismo, los adolescentes, la sexualidad, el divorcio, etc. hasta el nido vacío, la jubilación, los abuelos, el tiempo libre, el duelo, los nuevos retos o la trascendencia, son planteados con toda claridad, con la intención de ayudar a las mujeres a lograr una vida plena.
Para facilitar su comprensión y consulta, el libro se divide en las diferentes etapas de la vida de la mujer; se desarrolla en pequeños capítulos que responden a algunas de las preguntas claves en su vida y en cada uno de ellos se incluyen reflexiones, consejos, recordatorios, etc. lo que lo convierte en una guía práctica de vida.
Mujer ¡apuéstale a la vida!, de Lucía Legorreta, está publicado por LID Editorial Mexicana, misma casa editora de su anterior título: Ser mujer hoy, del que se han vendido más de 28.000 ejemplares.
Adquiérelo en librerías Gandhi y El sótano.
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Tips para evitar la violencia familiar
Escuchamos hablar sobre la violencia que se vive dentro de muchas familias, sus causas y consecuencias, pero poco sobre como podemos evitarla.
He aquí diez consejos para nosotros como padres de familia, ya que en nuestra manos está el crear un ambiente de paz y armonía dentro de nuestras familias:
1. Aprende a respirar profundo y tres veces seguidas hasta contar 20 en cualquier situación que se presente y mucho más si está relacionada con los hijos
2. Ten siempre claro que los problemas tienen que ver contigo y otros adultos, por lo tanto, sepáralas de las que tengan que ver con tus hijos.
No los involucres, que no sean ellos los que tengan que soportar el peso de tu cansancio, estrés, preocupación o cualquier situación por la que estés pasando en ese momento.
3. La paz familiar sólo puede encontrarse con la tolerancia, todos somos diferentes, ya que podemos pensar de manera distinta y reaccionar diferente ante las diferentes situaciones.
Así que sea cual sea la situación debemos tratar de acudir a nuestra capacidad para racionalizar las situaciones y darle la importancia y el lugar a cada cosa.
Enseñar tolerancia es la base para prevenir el bullying o acoso dentro de la familia.
4. Los hijos aprenden con y a través de nuestro ejemplo, muchas veces nosotros mismos nos descontrolamos y perdemos la capacidad para dominar nuestros sentimientos de furia, dolor e impotencia, pero cuando hacemos esto delante de nuestros hijos, estamos en un problema peor.
Así que si ellos ven que somos lo suficientemente equilibrados, bondadosos, tolerantes con los demás, ellos asumirán la misma actitud y no agredirán a nadie.
5. No grites, ni en casa ni en ningún lugar, eso fomenta la paz y la tranquilidad, el respeto por los otros y por ellos mismos.
6. Practica rutinas con horarios fijos para la hora de comer y dormir, para que los niños y los adultos puedan descansar. No es viable que en un hogar donde mamá y papá están cansados y agotados por las razones que sean, tengan que ser las diez de la noche y los niños anden por allí revoloteando por todas partes generando conflictos o simplemente viendo televisión.
7. No permitas que consuman dulces dos horas antes de acostarse, esto hace que se aceleren y se pongan a la vez nerviosos y no puedan calmarse ni conciliar el sueño.
8. Sea cual sea la edad límite de tus hijos, su hora de televisión, sobre todo la nocturna, hacen que ellos se dispersen y no tengan una rutina adecuada de sueño.
9. Dedícales tiempo de calidad, lo que les guste hacer a ellos y a ti. Esto te lo agradecerán toda la vida.
10. Escúchalos con atención siempre que te hablen, esto hará que ellos te respeten y se sentirán cómodos e igualmente respetados, así que cuando tu necesites que te escuchen, lo harán con respeto porque ya tú se lo has enseñado con el ejemplo.
Recuerda: la violencia es una cadena: si el papá llega cansado y enojado a su casa, agrede o insulta a su esposa; la mujer en muchos casos se desquita con los hijos, estos con los hermanos y tristemente en cuanto lleguen a la escuela serán agresivos o violentos con sus compañeros: “violencia genera más violencia”.
Si tus hijos viven en un ambiente de cariño y respeto, seguramente cuando formen su propia familia, buscarán lo mismo. Si por el contrario, han vivido agresividad, insultos, devaluaciones, faltas de respeto, entre otras, muy probablemente repetirán estas conductas con sus cónyuges e hijos futuros.
Te invito a que sigas estos diez prácticos y sencillos consejos a que a través de su implementación y seguimiento en tu hogar te ayudarán a crear un clima favorable que te permita evitar la violencia intrafamiliar, tan dañina para nuestra sociedad.
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La rueda de la vida
Me gusta mucho esta frase de Albert Einstein: “La vida es como andar en bicicleta: para mantener el equilibrio debes seguir avanzando.
Hagamos una similitud de nuestra vida con las dos ruedas de una bicicleta, las cuales deben de estar balanceadas y caminar al mismo tiempo.
Los seres humanos somos multifacéticos y, como tales, es difícil que desarrollemos por igual todas las áreas de nuestra vida, pero si debemos guardar un equilibrio entre ellas, sobretodo si las consideramos importantes.
Vamos a reflexionar sobre algunas posibles áreas que componen tu vida, para que vayas pensando en cual de ellas necesitas poner más atención:
– Trabajo, negocios, carrera profesional. Es muy valiosa y la más frecuentemente sobre-estimada. Sin embargo, ¿el éxito en esta área justifica tu desequilibrio en otras?
– Finanzas, dinero. Engloba el dinero y nuestro patrimonio, ¿planeas gastos y ahorros? ¿haces presupuestos y estableces prioridades?
– Salud, bienestar. Salud física y bienestar emocional, la estética ¿te haces revisiones periódicas? ¿cuidas tu arreglo personal?
– Amigos, vida social. Como estamos en nuestra vida social, ¿solos? ¿con amistades de poca calidad? ¿extrañas a algunas personas?
– Familia. Relación con hijos, padres, hermanos y demás familiares. ¿interactúas con respeto y cariño? ¿te mantienes en contacto?
– Romance, amor. La relación con nuestro esposo, novio o pareja. ¿Tu y tu pareja tienen identificado lo que desean lograr en común? ¿se comunican y apoyan mutuamente en el logro de los objetivos particulares de cada uno?
– Diversión, recreación, ocio. Renovarse, cargar energía y divertirse de forma equilibrada y sana. Pregúntate ¿sabes relajarte?
– Contribución, comunidad, medio ambiente. La contribución que hacemos para crear un mundo mejor, ¿estás ayudando a otros?
– Crecimiento, superación personal. Capacitación y estudio constante, ¿estás aprendiendo cosas nuevas o vives estancado?
– Espiritualidad. El trabajar por algo más grande que tu mismo. ¿mantienes una relación con tu religión y creencias espirituales?
Tal vez algunos de estos aspectos no aplican para ti, o bien, existan otros aspectos que en tu realidad diaria son importantes y no los he mencionado.
Lo importante es determinar cuales son las áreas que consideras importantes en tu vida y piensa del 1 al 10 que tan satisfecho estás actualmente.
Volviendo al ejemplo de la bicicleta, cada una de éstas áreas son los “rayos” que conforman cada una de las dos ruedas. Si alguno de ellos está débil, la llanta se ponchará y no podrán seguir adelante.
Las áreas están fuertemente interrelacionadas entre sí y reforzar un área facilita progresar en otras, del mismo modo descuidar cualquiera tiene un impacto negativo en las demás, de ahí la importancia de mantener un equilibrio entre todas.
Estar en buenas condiciones físicas y con salud nos da energía y autoestima, dos ingredientes que aumentan nuestra capacidad de trabajo y de socialización. El crecimiento personal disminuye las posibilidades de quedarnos estancados en nuestra carrera.
La vida social, familiar y el amor contribuyen y alimentan al resto de áreas, son calve porque contribuyen a nuestro crecimiento como personas, a mantener el equilibrio entre todas y a incrementar nuestro bienestar interior.
Con frecuencia vemos personas que se sienten exitosas cuando les va bien en el trabajo, a pesar de que su salud se está deteriorando, no tienen tiempo para ellos mismo, casi no ven a sus hijos, su matrimonio está al borde del divorcio o están solas, no tienen vida social; pero se justifican ante el éxito profesional.
Podemos continuar dando vueltas en la rueda de la vida sin hacer nada por remediar el desequilibrio. El punto es reconocer dónde estamos en cada uno de estos pilares para tomar medidas que nos puedan ayudar a crear una vida con mayor bienestar.
Te invito hoy a reflexionar que cosas son importantes para ti, a pensar como está cada una de ellas en este momento de tu vida y a realizar los cambios necesarios.
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El chantaje en adultos mayores
No es un tema fácil el hablar sobre el chantaje que ejercen algunos adultos mayores hacia sus hijos y familiares. He decidido tocarlo después de varios comentarios recibidos por ustedes que viven esta situación.
De que se trata? De hombres y mujeres que aprovechan su avanzada edad y su delicado estado de salud para lograr que cumplan sus exigencias como condición para seguir en buena armonía.
“Desde que mi mamá vive con nosotros, la familia se ha visto afectada……cuando voy de visita a casa de mis padres nunca se a que hora voy a salir, ya que me piden siempre más y más…mi padre está enojado y de mal humor aún con sus nietos todo el día”, son algunos de las afirmaciones que he escuchado.
Y como hijos, el no acceder a sus caprichos nos produce un malestar profundo que poco a poco se va enquistando hasta transformarse en rencor.
Es una situación delicada, pero también común. Se trata del llamado “chantaje emocional”, el cual es “una forma de control, que utiliza la culpa y otros sentimientos para lograr que la gente actúe de acuerdo a los deseos del manipulador” (en este caso los hijos o familiares).
El mensaje oculto es: “si no me das lo que deseo, vas a sufrir o eres muy malo y egoísta, porque me haces sufrir a mi”. Se utilizan los sentimientos como valor de cambio.
Y surgen frases tales como: “¿es que ya no me quieres, con todo lo que he hecho por ti?…..eres un mal hijo o hija y no valoras lo que yo te he dado….no me ayudes, sé que soy una carga para todos ustedes, etc. etc.
Te invito el día de hoy a que reflexiones si eres un adulto mayor que está manipulando y chantajeando a tus familiares, o bien eres tu la víctima de esta situación.
¿Cómo saberlo? He aquí algunos comportamientos:
– Amenazan con volverte difícil la vida si no haces lo que quieren.
– Te dicen o dan a entender que se abandonarán, se harán daño o se deprimirán si no haces lo que quieren.
– Siempre quieren más por mucho que les des.
– Habitualmente ignoran o no hacen caso de tus sentimientos y aspiraciones.
– Hacen generosas promesas que están supeditadas a tu comportamiento y rara veces las cumplen.
– Te tratan de egoísta, malo, interesado, insensible o descuidado cuando no cedes.
– Se deshacen en alabanzas cuando cumples sus caprichos y las retiran cuando te mantienes firme.
– Utilizan en dinero como arma para salirse con la suya.
Si esto esta sucediendo dentro de tu casa, debemos de detenerlo. Son tácticas sutiles que utilizan nuestros adultos mayores o bien tú estás utilizando para hacer su voluntad. Se trata de un chantaje emocional que puede convertirse, sino es que ya lo es, en una enfermedad crónica.
El chantajista provoca malestar, angustia, miedo o culpa, para obtener lo que desea de las personas. Causa grandes daños en las relaciones familiares.
Por el otro lado, sino la familia no cede se siente culpable porque el adulto mayor se presenta como la víctima, se enoja fácilmente y como consecuencia agrede o amenaza verbalmente a quien está a su cargo o lo ha acogido; les quita el dinero, la ayuda o cualquier otra cosa que dependa de él; o bien, se autocastiga, dejándose de cuidar (por ejemplo no tomar sus medicinas o seguir su dieta si está enfermo)
El chantajista emocional no actúa por maldad. Si bien es egoísta, es sumamente inseguro y tiene miedo a perder el cariño y la atención de la gente que lo rodea. Sin embargo, no acepta su inseguridad ni sus temores. Al contrario, trata de hacernos creer que somos nosotros quienes lo necesitamos, por lo que debemos mantenerlo contento para que no se aleja.
¿Qué hacer?
Si actúas como víctima, pregúntate que es lo que te impide decir “NO”, poner límites o pedir un trato diferente.
Si es tu papá o tu mamá debes de establecer límites y exigir un respeto por lo que estás haciendo.
Evita en la medida de lo posible a las personas que tratan de manipularte, pero no trates de cambiarlas. Y si no has podido lograrlo, busca ayuda profesional.
Y si estás actuando como manipulador, piensa porque no puedes pedir lo que deseas de una manera clara, directa y con cariño. Debes aprender formas más adecuadas de pedir y expresar tus deseos, sentimientos y preferencias. ¿Qué es lo que te da miedo? ¿qué necesitas para actuar de una manera diferente? ¿cómo podrás lograrlo?
Las relaciones donde se da una manipulación emocional, pueden mantenerse cerca físicamente, sobretodo si son entre padres e hijos, pero emocionalmente acaban separadas por el enojo y el resentimiento.
Y esto definitivamente NO VALE LA PENA. Haz algo ahora mismo!
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Lenguajes del amor
Cada vez encontramos menos matrimonios con muchos años de casados. ¿es difícil seguir enamorado por muchos años? ¿es imposible que un matrimonio dure toda una vida?
A quien dice que esto no es posible, y yo opino lo contrario. Parto de la base de que el matrimonio no es fácil, pero tampoco imposible.
El amor no es estático, crece con el tiempo o puede disminuir. No es un simple sentimiento, es una realidad que impregna a toda la persona y viene de la necesidad que tenemos como seres humanos de amar y ser amados.
¿puede acabarse el amor entre los esposos? Por supuesto que sí. Es más, el calor del hogar puede convertirse en incendio si no se cuida. El amor conyugal ha de redescubrirse, alimentarse, reinventarse y pulirse todos los días.
Ahora bien, en toda pareja, la mujer y el hombre tienen diferentes formas de expresar su amor, a veces parecida, y a veces muy diferentes.
Es por eso, que el día de hoy me gustaría compartir con ustedes los “Cinco lenguajes del amor” que nos plantea el autor Gary Chapman, y se refiere a la forma especial que tiene cada persona de recibir y apreciar el amor.
El conocer tu lenguaje y el de tu pareja ayudará a ser más asertivo a la hora de dar amor a nuestra pareja, y recibir el suyo.
1. PALABRAS DE AFIRMACIÓN: quien utiliza esta forma de lenguaje recurre a palabras de ánimo, aprobación y motivación.
Hay personas que se sienten amadas cuando son reconocidas y afirmadas. Cuando usamos palabras amables y de cortesía hacemos que él o ella sientan el amor de nuestra parte.
Aprende a ser generoso con las palabras de aprecio, gratitud, afirmación y cariño para con tu pareja. Reconoce lo que haga por ti y los tuyos. Si este es el lenguaje de tu cónyuge no debes dejar de animarle.
2. TIEMPO DE CALIDAD: muchas personas se sienten amadas cuando se toma tiempo para compartir con ellos. Les hace feliz estar con su pareja, visitar un parque, ver una película juntos, disfrutar de su compañía lo más que pueda.
Para ellos, compartir con el cónyuge es vital para llenar su corazón de amor. Se sienten queridos y comprendidos de esta forma.
3. RECIBIR REGALOS: en todas las culturas, el dar regalos es una manera de mostrar amor. Las personas que tienen este lenguaje se sienten complacidos al recibir un obsequio de parte de su cónyuge.
No se trata de regalos costosos, aunque pueden serlo, más bien se trata del hecho de lo que implica. El regalo significa que se pensó y se invirtió tiempo en ellos. Esto es lo que realmente valoran.
Los regalos son símbolos visuales del amor que se tiene por ellos.
4. ACTOS DE SERVICIO: es hacer cosas que tu sabes que a tu cónyuge le gusta que hagas. Buscas agradarle sirviéndole, para expresar su amor por él o ella.
El realizar estos actos de servicio hace sentir a la otra persona que usted se preocupa por él o ella, que desea agradarle y hacerle sentir que usted se preocupa, que desea agradable y hacerle sentir su amor.
Es posible que su cónyuge se sienta amado cuando usted le sirve, cuando le ayuda con las tareas del hogar o con los niños. Si tu pareja es así, sírvelo y lo harás sentir amado.
5. CONTACTO FISICO: por medio del contacto físico comunicamos amor, sobretodo en el matrimonio. Tomarse de las manos, besarse, abrazarse y tener relaciones sexuales son medios de comunicar amor al cónyuge.
Las personas que tienen este lenguaje necesitan ser tocadas para sentirse amadas. Ellas reciben amor de esa manera, no significando esto ninguna debilidad emocional y mucho menos un mero deseo sexual.
Es posible que tu cónyuge se sienta amado con este lenguaje, si es así, esmérate en tocar, besar y abrazar más a tu pareja cada día.
Cada uno de esto lenguajes de amor nos ayudan a conocer la forma que nuestro cónyuge se siente amado. Por esta razón, preocúpate por descubrir su lenguaje y decide manifestarle tu amor de esa manera. No lo ames como tu piensas o crees que es lo mejor, hazlo en su lenguaje y serás más feliz.
Y de gran importancia es que también conozcas TU lenguaje, es decir “como te gusta que te demuestre su amor tu cónyuge”. Ambos hablen sobre este tema, conozcan cual es el lenguaje de cada uno y pónganlo en práctica en la vida diaria, y verás como tu relación mejora de inmediato.
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Vacaciones: una oportunidad de unión familiar
Sin duda, una de las temporadas que producen mayor inquietud en las madres y padres que trabajan, es la de las vacaciones escolares.
Ante esto, seamos honestas y respondamos ¿me gusta que mis hijos estén de vacaciones?, o ¿mi preocupación durante el trabajo es mayor sabiendo que están en casa?
A unas semanas de que inicien, hay tiempo de planear la situación. Si tienes posibilidad de dejar el trabajo por unos días, ¡házlo! Las vacaciones pueden ayudar mucho a la familia si están bien organizadas. Al salir de la rutina, tenemos la oportunidad de relajarnos, convivir y conocer más de nuestros hijos. Para ello, no hay porqué salir a un lugar lejano o caro, lo importante es hacer algo diferente en familia, que guste y divierta a todos.
Al sugerir una convivencia más estrecha con la familia, es posible que surjan algunas reflexiones como: ¿Qué tanto me comunico con mis hijos?, ¿Qué tanto los conozco de verdad: sus gustos, miedos, aspiraciones y preocupaciones?, o bien hasta reconocer que “Son mis hijos, los quiero mucho, pero son lejanos a mí”. Parte de estos cuestionamientos se pueden resolver identificando el tipo de comunicación que hay en el núcleo familiar.
La comunicación con mis hijos
La comunicación es un proceso dinámico que hacemos todos los días: comunicamos ideas, sentimientos, pensamientos, emociones. Parece fácil pero, según terapeutas reconocidos, el 90% de los problemas familiares son por falta de una buena comunicación.
No es sólo transmitir información: ¿Cómo te fue hoy? ¿Qué hiciste?, Mañana tienes que ir a… o hacer tal cosa. Es realmente “saber decirle al otro lo que piensas o sientes y recibir del otro aquello que siente o piensa”.
Existen niveles de comunicación en las familias:
– Nivel superficial: viven juntos pero no coinciden, ven televisión pero no hablan o discuten, los temas que se hablan son banales: ¿Qué tal el clima? ¿Hay mucho tráfico?; el papá trabaja todo el día, la mamá trabaja ya sea en la casa o fuera de ella, cada hijo anda por su lado. No hay unión.
– Nivel intermedio: aparentemente están unidos, a veces comparten conversaciones, consejos y opiniones, no existe intimidad, cada quien está en su “parcela”.
– Nivel profundo: se vive en familia, comparten por lo menos una comida al día, hay reuniones familiares, se escuchan, se ayudan y se tienen confianza.
Nuevamente con honestidad, respondamos ¿Cómo es la comunicación con mis hijos?: superficial, intermedia o profunda. Una vez reconocido el modelo, es posible mejorarlo. He aquí algunos consejos para una buena comunicación:
– Compartir gustos, aficiones, experiencias
– Hablar con calma
– Escuchar primero
– Estar disponible
– Que todos opinen
– Corregir a los hijos a solas
– Alegría y buen humor
– Respetar a cada miembro de la familia
– Dar las “gracias” y pedir las cosas “por favor”
– Ser cariñosos y expresivos
– Ver poco tiempo la televisión
– Hablar en positivo, evitar las críticas
– Celebrar fiestas familiares
– Organizar excursiones, vacaciones y juegos juntos
– Comer juntos por lo menos una vez al día
Es importante evitar la práctica de ciertas actitudes hacia nuestros hijos como son: burlas, insultos, amenazas, sermones, discusiones sin sentido, juicios, castigos físicos o morales fuertes, portazos, gritos, caras largas, groserías, callar al otro, o bien, actitudes de indiferencia o superioridad. Estas acciones sólo harán que nuestra comunicación sea cada vez más difícil y lejana.
Con todo esto, te invito a que aproveches el próximo periodo de vacaciones para acercarte más a ellos, para conocer realmente su forma de pensar y de sentir, y que ellos conozcan la tuya, para que en lugar de que sea una temporada de inquietud, añoremos esta magnífica oportunidad de unión familiar.
¿Cuál es tu opinión?
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Consecuencias cuando un matrimonio se rompe
Solemos pensar que la solución es el divorcio o la separación cuando un matrimonio ya no quiere seguir unido, creemos que los problemas se van a solucionar y que reinará la paz.
En la mayoría de los casos esto no sucede, ya que de inmediato vienen las consecuencias tanto en el hombre como en la mujer:
– FISICAS:
o Soledad: ambos quedan “solos” cuando han estado acostumbrados a compartir con el otro un espacio, su tiempo, sus bienes, sus conversaciones, buenos y malos momentos.
o Enfermedades: pueden aparecer ciertos padecimientos; recordemos que cuando la mente no está tranquila, el cuerpo somatiza y puede el hombre o la mujer empezar con dolores de cabeza, estómago, u otra enfermedad.
o Labores domésticas: lo que antes hacían los dos, ahora lo tiene que hacer cada uno solo en su nueva casa.
– ECONOMICAS:
o Distribución de bienes: la negociación de quien se quedará con que. La mayoría de las veces no resulta fácil ya que alguno o ambos están dolidos y susceptibles.
o Mantenimiento de dos lugares para vivir: después de la separación se tienen que cubrir los gastos de dos lugares, cuando antes era solo uno. Esto aumenta la presión para ambos.
o Volver a trabajar: la mujer es quien en muchos casos tiene que salir a trabajar para recibir una compensación económica, cuando hace muchos años que no lo hacía.
o Pensiones mensuales: se tiene que establecer una cantidad para la pensión mensual, sobretodo cuando los hijos son menores.
– PSICOLÓGICAS:
o Recuperar la autoestima: con la ruptura, la seguridad en uno mismo suele disminuir, y hay que recuperar este sentimiento de seguridad.
o Asumir nuestra responsabilidad: en una relación de dos, la culpa no es de uno solo sino de ambos. Cada uno debe asumir su responsabilidad y reconocer sus errores y fallas.
o Aceptar la pérdida: el divorcio o la separación es un duelo, una pérdida que se debe aceptar y aprender a vivir con ella.
o Celos: surgen celos hacia otras personas que se relacionan con la ex pareja.
– SOCIALES:
o Alejamiento de grupos sociales: la convivencia con amigos y familiares ya no es la misma. Cada uno empieza a verlos por separado, o bien, a dejar de verlos.
o La crítica: surge el famoso “que dirán”, los demás, ahora ya soy una “mujer o un hombre divorciado” y esto puede afectar mucho a la persona.
o Soledad: nuevamente este sentimiento de estar solo o sola de ahora en adelante.
– PARA LOS HIJOS:
o Menos tiempo con ellos: es lógico que después de una ruptura del matrimonio, el papá y la mamá pasen menos tiempo con sus hijos que el que pasaban antes. Se empiezan a turnar para verlos.
o Rendimiento escolar: se ha visto que un niño o un joven puede bajar su rendimiento en la escuela cuando sus padres se separan.
o Enfermedades físicas: hemos mencionado que el cuerpo somatiza los sentimientos y los hijos de padres que se separan pueden empezar a enfermarse.
o Culpa: en algunos casos aparecen sentimientos de culpabilidad en los hijos, que piensan que la ruptura de sus padres se debe a algo que hicieron o dejaron de hacer.
o Decepción: saber que sus papás ya no están juntos puede ocasionar sentimientos fuertes de decepción.
o Manipulación: los padres utilizan a sus hijos para enviar mensajes, obtener información del otro y bien para atraer su cariño y atención. O bien, los hijos pueden aprovecharse de este momento para manipular ellos a sus padres y obtener beneficios tanto materiales como humanos.
o Se puede presentar la situación de que los papás separados utilicen a sus hijos como forma de conflicto.
Si está en crisis tu matrimonio y estás pensando en separarte o divorciarte, reflexiona mucho antes de hacerlo, es una decisión muy importante que puede terminar con una mala relación, pero que también da lugar a varias consecuencias como las que hemos platicado el día de hoy.
Antes de tomar esta decisión: “piénsalo dos veces”
¿Cuál es tu opinión?
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El estudio más largo sobre la felicidad
Me gustaría platicarte del estudio más largo que se ha llevado a cabo en el tema de la felicidad. Se trata del estudio “Grant” llevado a cabo como parte de la investigación en Desarrollo Adulto de la Escuela de Medicina en la Universidad de Harvard en los Estados Unidos.
¿En que consiste? Por 75 años se le ha dado seguimiento a la vida de 754 hombres, año tras año, preguntándoles sobre su trabajo, vida familiar, su salud, y por supuesto sin saber que iba a suceder con sus vidas.
Este tipo de estudios son muy raros, ya que la mayoría de ellos se terminan en unos diez años, las personas que los iniciaron dejan de investigar, cambian de dirección o fallecen; el dinero se termina y con este la información.
En este caso, la suerte y la perseverancia de los investigadores a través de varias generaciones ha hecho que el estudio sobreviva y arroje resultados. Han sido cuatro los directores del estudio y se está empezando a estudiar a más de 2,000 hijos y nietos de estos hombres.
Inicio en el año del 1938 siguiendo la vida de dos grupos de hombres: un 40% fueron estudiantes universitarios de Harvard que estaban terminando su carrera, y el 60% restante provino de niños entre 12 y 16 años de edad provenientes de suburbios muy pobres, con familias en desventaja y de escasos recursos.
Al iniciar el estudio hace 75 años se les hicieron exámenes médicos, se les entrevistó a ellos y a sus padres y cada dos años se les volvió a contactar: escaneando sus cerebros, realizándoles pruebas de sangre, hablando con sus esposas e hijos acerca de sus inquietudes y logros.
Actualmente están vivos el 60% de estos hombres y los mayores tienen poco más de 92 años.
Después de catalogar y analizar miles y miles de hojas con la información recabado durante estos años, los resultados obtenidos no han tenido que ver con “dinero, fama o trabajo duro”.
Lo más increíble es el mensaje publicado y que se resume en tres grandes lecciones:
1. RELACIONES CERCANAS: los hombres de ambos grupos que reportaron estar más cerca de su familia, amigos o comunidad, tienen una vida más feliz y saludable que los otros.
También han vivido más tiempo en comparación a aquellos que reportaban sentirse solos.
La experiencia de vivir o sentirse “solo” ha resultado ser “tóxica”. Las personas que están más “solitarias” de lo que les gustaría estar son menos felices, su salud se deteriora en la vida de adultez media, el funcionamiento de su cerebro disminuye y viven menos años.
Y lo más triste es que muchas personas aunque vivan en familia o comunidad, dicen sentirse “solas”. Puedes sentirte solo-a en una multitud o en un matrimonio.
2. Segunda lección: “Calidad y no cantidad de relaciones”. No depende el número de amigos que tienes, tampoco si estás o no comprometido en una relación, lo que cuenta es la “calidad” de esa relación.
Por ejemplo: se ha demostrado que vivir en un constante conflicto en la familia o en el matrimonio es dañino para la salud, hasta más que el divorcio o la separación. Al vivir en relaciones cálidas y en armonía, surge en sentimiento de pertenencia.
Para los jóvenes de 20 años el número de relaciones amistosas o amorosas es importante, pero después de los 30 años lo que realmente importa es la “calidad” de estas relaciones.
3. Y la tercera gran lección que ha resultado de este estudio acerca de las relaciones y el bienestar de la persona, es que no solo protege al cuerpo sino que protege también al “cerebro”.
Sucede que al estar en una relación segura y cercana con otra persona a la edad de 80 años, ambos se sienten “protegidos”, saben que cuentan con la otra persona en momentos difíciles, y por lo tanto su “memoria” se mantiene activa por más tiempo.
Por el contrario, las personas que llegan a los ochenta años sin contar con una relación cercana, (no tiene que ser amorosa), experimentan un declive en su memoria.
Y no significa que estas relaciones tengan que ser cordiales en todo momento, se pueden experimentar discusiones y roces entre las personas, pero de base saben que cuentan unos con otros.
¿Por qué si parece tan sencillo no lo hacemos? Porque somos humanos y nos complicamos la vida.
Te invito a que reflexiones sobre esto, lo que realmente vale en la vida no cuesta dinero y es muy sencillo. Resultado de este estudio de 75 años: “BUENAS RELACIONES NOS MANTIENEN MÁS FELICES Y SALUDABLES. PUNTO” ¿Qué te parece?
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¿Eres demasiado sensible?
Quiero reflexionar contigo si eres una persona que se siente fácilmente, te molestan fácilmente los comentarios de los otros y piensas que lo hacen a propósito para molestarte.
La hipersensibilidad nos hace chocar dolorosamente con nuestro entorno. Estar siempre en guardia de lo que recibimos de los demás agota nuestra energía, es causa de aislamiento y provoca baja autoestima.
Sabías que la psicología lo define como PAS: personas altamente sensibles. Es una situación que no es absurda ni exagerada y suele suceder más de lo que pensamos.
Vivimos en un mundo densamente poblado que nos obliga al roce diario con decenas, a veces cientos de personas diferentes. Cada una de ellas tiene su propia visión de lo que es correcto o incorrecto, una manera de expresarse y de reaccionar ante los estímulos externos. No es de extrañar, por tanto, que salten chispas y malos entendidos.
Y si quien vive en esta sociedad acelerada tiene además la llamada “piel fina”, o demasiada sensibilidad, el sufrimiento y los conflictos están asegurados.
Decía sabiamente Platón: “Sé comprensivo, porque cada persona que encuentres en tu camino está librando una dura batalla”
Ya comentamos que además de minar la autoestima, estar siempre alerta agota nuestra energía y nos aísla socialmente. Las personas hipersensibles pierden amistades con facilidad y les cuesta adaptarse al entorno laboral.
Desde fuera parece que están en guerra con el mundo, aunque en el fondo lo están con ellas mismas.
Todos hemos convivido con personas demasiado susceptibles, que interpretan cualquier comentario como un ataque y van por el mundo sumando ofensas.
Son personas desconfiadas que están siempre a la defensiva y reaccionan con hostilidad a la primera de cambio.
¿Cómo son en el fondo estás personas? Son esclavos de la opinión de los demás o, lo que es peor, de lo que creen que los demás opinan de ellos. Por eso la persona susceptible tiene la capacidad de transformar una conversación intrascendente en una tensa batalla.
Una opinión, un comentario o incluso una simple mirada pueden bastar para prender la mecha.
La psicóloga clínica Trinidad Aparicio describe con los siguientes rasgos el perfil de un hombre o mujer hipersensible:
– Tiene una baja autoestima y es muy vulnerable emocionalmente
– Pierde el control cuando sospecha que murmuran sobre él o ella o cuando se siente atacado por algún comentario.
– Le afecta cualquier opinión y continuamente piensa en lo que debería haber respondido en el momento de supuestamente ser atacado.
– Tienen menos en cuenta los comentarios positivos que las críticas o comentarios negativos.
– Busca el reconocimiento externo en todo lo que hace y se valora en función de la opinión de su entorno.
– Sus reacciones son imprevisibles.
Como podrás observar, tras el perfil de una PAS, persona altamente sensible, se oculta, por una parte, una urgente necesidad de estima, y por la otra, una visión exagerada subjetiva de lo que ocurre a su alrededor.
Esto explica que, paradójicamente, el hipersensible pueda reaccionar de forma violenta, hiriendo la sensibilidad de los demás.
Según un estudio realizado en Estados Unidos, una de cada cinco personas padece hipersensibilidad, lo cual no necesariamente tiene que ser negativo.
Desde un punto de vista positivo tienen una especial capacidad para captar matices y sutilezas que a los demás les pasan inadvertidos; a menudo aportan a su trabajo y relaciones una buena dosis de visión y humanidad.
Normalmente son conscientes, creativos y minuciosos. Sin embargo a veces se involucran tanto y captan con tanta intensidad el sentido de lo que sucede a su alrededor, que necesitan desconectarse de su entorno en mayor medida que el resto de las personas.
Comparto contigo algunas claves que pueden ayudarte si eres una persona hipersensible:
– Pon las opiniones de los demás en cuarentena. En caliente tendemos a dramatizar situaciones que unas horas más tarde pueden no tener importancia. No envíes correos cuando te sientas dolido.
– Suspende el juicio. Cuando juzgamos a alguien, inevitablemente emitimos un veredicto e incluso un castigo psicológico. Podemos evitarlo renunciando a fiscalizar a los demás.
– No pronostiques conductas ajenas.
Si eres una persona hipersensible, goza de tu sensibilidad, pero no la exageres, ya que acabarás sufriendo mucho y alejada de tus seres queridos.
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¿Porqué nos cuesta trabajo perdonar?
Te perdono, pero constantemente te recuerdo lo que pasó; te perdono, pero no lo olvido; te perdono, pero algún día sentirás lo mismo que yo. ¿Lo has vivido? Puede que sí, por lo que sabes lo difícil que es perdonar; sobre todo cuando estamos llenas de resentimiento y recuerdos negativos.
En una ocasión, al término de una conferencia, se acercó una mujer y me dijo:
―Mi suegra nunca me agradeció que la cuidara durante sus últimos años. Ya murió pero estoy muy lastimada y no se lo perdono.
―¿Y hace cuánto que murió? ―pregunté.
―Hace quince años…
Este «volver a sentir», es decir, conservar el resentimiento, lleva revivir una y otra vez aquel daño que alguien voluntaria o involuntariamente nos infringió y que, a pesar del tiempo –precisamente por «resentirlo»–, sigue afectando nuestra vida poco o mucho. Desafortunadamente uno de los mayores obstáculos con que nos enfrentamos para ser felices y hacer felices a los demás es justamente no saber perdonar.
Vivir con resentimiento es como tener veneno por dentro; como cargar un inmenso costal a nuestras espaldas. Y como la mayoría no somos capaces de dar salida a la reacción emocional, esta ira reprimida causa severos males: ansiedad, cansancio, angustia, mal humor, incluso hasta enfermedades, ya que de una u otra forma somatizamos los sentimientos que no hemos procesado.
Pero lo más duro, lo más grave, es que proyectamos los efectos hacia otras personas, que por lo general son nuestros seres queridos: nos enojamos y les gritamos a nuestros hijos, esposo o amigos. Afectamos a aquellos que no tienen «vela en el entierro». Luego, el asunto se torna más profundo: estamos siempre de mal humor, nos quejamos de cualquier cosa, nos volvemos sarcásticas e hirientes, criticamos y todo nos parece mal.
Estos sentimientos que nos afligen y que no soltamos, semejan la siembra de una semilla que bajo la tierra crecerá y dará frutos. Así, estos sentimientos enterrados también darán frutos, pero serán de puro rencor y amargura.
Digamos que llenas una mochila de piedras y la llevas siempre a tu espalda. Cargarla todo el día es pesado, ¿no? Así es esto: dejar guardado aquel sentimiento sin procesarlo, sin aceptarlo, se queda en ti; y al experimentarlo una y otra vez, piensas que todo lo que te rodea es agresión.
¿Qué hacer entonces para evitar el resentimiento? Para empezar, es muy importante reconocer el sentimiento; es decir, identificar y verbalizar lo que sentiste ante la ofensa: entender qué fue lo que te molestó para poder expresarlo, ya sea en forma hablada o por escrito.
Luego habrá que analizar si la ofensa es realmente objetiva, o es algo subjetivo y que tú misma has creado. Lo principal es nunca quedarse con sentimientos negativos.
Un punto que se debe considerar es que el valor que le damos a la ofensa depende mucho más de nuestra respuesta personal que de su gravedad. En este sentido hay que utilizar la inteligencia para encontrar los motivos o razones del agresor, más que el dejarnos llevar por nuestras emociones.
Por ejemplo, una situación por la que han pasado muchas mujeres, y que se considera de las más difíciles de perdonar, es la infidelidad. En el momento en que te das cuenta de que tu esposo o novio te ha sido infiel te sientes enojada, ofendida, dolida, agredida. Si continúas te sentirás descalificada, insegura, tal vez devaluada. El proceso es muy duro de reconocer, pero llegar a lo más íntimo de tus sentimientos hará que le des el justo valor a la ofensa, y que el perdón sea posible.
Perdonar para vivir
Por otro lado, ¿qué es el perdón? Es aprender a vivir el presen- te con amor, sin rencores ni resentimientos. Se trata de una decisión personal para ver más allá de la ofensa y ser capaz de comprender y ser compasivo con el otro. Por supuesto, lleva su tiempo y es un proceso que se va dando poco a poco. Pero ante todo, es una actitud personal donde se elige mirar al otro sin juzgarlo, algo que se convierte en una forma de vida.
Perdonar nos convertirá de víctimas a mujeres capaces de relacionarnos de manera clara, compasiva y comprensiva. Por eso encontramos personas felices que viven en paz con los demás y otras que van por la vida llenas de rencores y resentimientos hacia quienes la rodean.
Perdón a uno mismo
No puedo dejar de insistir en otro punto fundamental: la relevancia de que, en primer lugar, sepamos perdonarnos a nosotras mismas; que aceptemos nuestros errores y defectos, logremos alejarnos de las culpas y reconozcamos que como seres humanos nos equivocamos mucho más seguido de lo que nos gustaría o de lo que llegamos a identificar.
Haz un alto en tu vida y piensa por qué debes perdonarte y a qué persona o personas no has logrado perdonar. Libérate de ese enorme costal, de ese veneno que te impide vivir en paz y en armonía. Recuerda, no necesitas del otro para perdonar. Para perdonar basta contigo mismo.
¿Cuál es tu opinión?
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¿Existen los hijos favoritos?
Crees tu que existen hijos favoritos para un papá o una mamá dentro de una familia? Como papás los amamos por igual a todos, pero eso de preferir o de llevarte mejor con uno que con el otro es algo que se ha estudiado y puede explicarse.
A este fenómeno se le ha denominado “preferencias y rechazos”. Muchos autores insisten en que es más correcto hablar de afinidades, de cercanía, de “inclinaciones hacia uno u otro hijo”
La preferencia por uno de los hijos es una realidad más común de lo que se piensa y responde a factores inconscientes que nada tienen que ver con la voluntad de los padres.
Un famoso artículo publicado por la revista Time se tituló: “?Por que a mamá le gustas más tu?”. Jeffrey Kluger, escritor del libro “El efecto de los hermanos”, señala que el 95% de los padres tienen un hijo predilecto y el 5% restante miente.
Los motivos por los que hay una mayor o menor afinidad por los hijos pueden ser muchos: tiene rasgos de alguien a quien queremos o a quien detestamos; es más o menos cariñoso; más o menos divertido; más o menos inteligente; ha llegado en un momento propicio o en un momento difícil de la relación de pareja; es un hijo deseado o fue sorpresa; tiene una personalidad más fácil o más compleja.
Se parece a mi mismo o es diametralmente opuesto; por lo que me llevo muy bien o choco constantemente; nos da una mayor satisfacción o menos. En fin, son muchos y muy variados los motivos.
El problema surge cuando no se trata de una cuestión de sentimiento sino que, en la práctica y vida diaria hay diferencia en el trato entre nuestros hijos. El hijo “no preferido es relegado o menospreciado consciente o inconscientemente.
Los celos entre hermanos son inevitables, especialmente cuando el hijo mayor ha estado solo mucho tiempo y se anuncia la llegada de un hermanito. Como todo en la vida, los celos entre hermanos generan consecuencias negativas pero también positivas. Lo importante es estar atento a estos comportamientos.
En algunos casos el error lo cometen los abuelos: invitan a dormir sistemáticamente más a uno que al otro, le dan mejores regalos, y esto provoca situaciones conflictivas.
Hay que ser muy cuidadosos en no cometer un error frecuente que es incentivar a los hijos mostrándoles lo que hizo su hermano mayor o menor. Tampoco debemos etiquetarlos para lo que son según nosotros buenos o malos: te gusta leer, eres malo para el deporte, eres muy tímido, etc.,etc.
La preferencia o rechazo hacia uno de nuestros hijos es algo natural e inconsciente. Sin embargo, una realidad es que nuestro amor debe manifestarse por igual para todos:
Los excesos de amor por uno de los hijos no generan problema de por sí. Es el descuidar los otros o hacer un trato diferencial y negativo el que lo tiene.
Debemos de corregir estas actitudes. Es posible cambiar una conducta ejercitando una actuación consciente que luego se convertirá en rutina. Busca decirles todas las cosas positivas que tienen; cuando hacen algo bien, al realizar un esfuerzo, cuando logran algo concreto. Nunca es demasiado.
Es indispensable corregir a nuestros hijos sin herirlos, especialmente aquellos que nos cuestan más trabajo. No seas violento, mejor sé constructivo.
Al igual que se tienen espacios para compartir con el hijo predilecto, se deben encontrar espacios para compartir con el o los demás.
– Favorece la armonía, compañerismo y amor entre los hermanos, será una inversión emocional a futuro.
– Estar disponible cuando él/ella lo necesite es la mejor forma de que sepa que también es importante.
– Evitar comparaciones entre los hermanos es indispensable para no agudizar las diferencias.
– No fomentes la rivalidad entre ellos.
– Las caricias y el contacto físico son una forma inequívoca de demostrar amor.
– Como padres debemos ser conscientes de nuestros comportamiento con nuestros hijos, un trato igualitario es el punto de partida para la armonía de la familia.
Los favoritismos que se manifiestan de forma evidente hacen que lo pasen mal tanto los hijos como los padres. Los padres se niegan a reconocerlo y los niños que no son los preferidos a menudo pueden experimentar sensaciones como confusión, resentimiento, enfado y baja autoestima.
Para el favorito, tener que responder siempre a las expectativas y siente presión por la carga que supone esa etiqueta.
Y cuando venga la pregunta: ¿a quien quieres más? Explicarle que cada uno es único, con ideas y sentimientos únicos, y que te sientes muy orgulloso de ser su padre o su madre.
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¿Y mi papá?
Al estudiar y observar a las familias de hoy, es evidente que la dinámica familiar ya es otra: el esquema en que la mujer se encargaba del hogar y de la educación de los hijos, en tanto el hombre figuraba como era el proveedor económico de la familia ya no es común.
Dado que las mujeres hemos cambiado significativamente nuestros roles y actividades, el hombre ¿hasta dónde ha asumido su propia misión en la familia?, ¿hasta dónde se involucra en la educación de sus hijos y no solo en su manutención?
Y es que los hijos necesitan, desde que nacen, el apoyo y apego de su padre, y la ausencia en la vida familiar de éste no es para nada justificable ante un exceso de trabajo. De hecho, éste es un punto de gran importancia y que muchos padres, en la actualidad, ni siquiera se han planteado. Diversos estudios han demostrado que la ausencia física del padre puede hacer mucho más daño psicológico al hijo que la ausencia natural producida cuando el padre muere, es decir, al niño le puede afectar más saber que su papá vive y que no le hace caso, a saber que murió y no cuenta con él.
Algunas de las consecuencias identificadas por los expertos, si el padre no está presente pueden ser: disfunciones cognitivas, déficits intelectuales, privación afectiva, inseguridad, baja autoestima y mal desarrollo de la identidad sexual.
Reconozcamos que muchas veces los papás estamos inmersos en el trabajo con la fija idea de generar bienes materiales, pero nos olvidamos de algo trascendental que es convivir con los hijos. Y en especial, suele ser el hombre quien se pierde de ese gran valor y satisfacción que brinda el ser un auténtico padre de familia.
Con gran impacto, recuerdo las palabras de un exitoso empresario: “He tenido mucho éxito en mi vida profesional, pero me arrepiento de no haber visto y gozado a mis hijos cuando éstos crecían. Ahora ya es demasiado tarde”
Cambiemos ahora las palabras de hombre y mujer, por las de papá y mamá. Tanto el padre como la madre de familia pueden dirigir su trabajo a robustecer su Yo; a tener popularidad, dinero, a amar a su profesión por encima de todas las cosas, o bien, a amar el bien de su familia.
En este sentido, considero que el trabajo debe estar por debajo del valor de la familia y no situarse al mismo nivel, ya que el motor del trabajo es la familia, pero el motor de la familia es mucho más amplio, es el amor. Vemos con tristeza cuántos hombres y mujeres ponen por delante el trabajo en su vida y acaban con el núcleo familiar.
La igualdad de oportunidades que estamos viviendo papás y mamás, exige la igualdad de responsabilidades, que habrá que llamar corresponsabilidad. Partiendo de que en el hogar hay dos cabezas que pueden alternarse, suplirse, complementarse, delegarse, o actuar simultáneamente según convenga a la familia.
Comparto contigo el siguiente relato que nos lleva a reflexionar sobre lo que hemos hablado:
Papá ¡yo quiero ser como tú!
Mi hijo nació hace pocos días, llegó a este mundo de una manera normal… pero yo estaba de viaje y no pude estar con mi esposa… ¡Tenía tantos compromisos!
Mi hijo aprendió a caminar cuando menos lo esperaba, y comenzó a hablar cuando yo no estaba… ¡Cómo crece mi hijo! ¡cómo pasa el tiempo!
A medida que crecía, mi hijo me decía:
―Papá ¿cuándo regresas a casa? ¡algún día seré como tú!
―No lo sé hijo, pero cuando regrese, jugaremos juntos, ya lo verás.
Mi hijo cumplió 10 años hace pocos días y me dijo:
―¡Gracias por el Nintendo papá! ¿quieres jugar conmigo?
―Hoy no hijo, tengo mucho qué hacer.
―Está bien papá, otro día será.
Se fue sonriendo, siempre en sus labios las palabras:
―Yo quiero ser como mi papá.
Mi hijo cumplió quince años hace poco y me dijo:
―¡Gracias por la moto papá! ¿quieres pasear conmigo?
―Hoy no hijo, tengo mucho qué hacer.
―Está bien papá, otro día será.
El otro día, mi hijo regresó de la Universidad hecho todo un hombre.
―Hijo, estoy orgulloso de ti, siéntate y hablemos un poco.
―Hoy no puedo papá, tengo muchas cosas que hacer. Por favor, préstame el carro, tengo que hacer un trabajo en equipo.
Ahora ya estoy jubilado, y mi hijo vive en otra ciudad. Hoy lo llamé:
―Hola hijo, ¿cómo estás? ¡Me gustaría tanto verte!, le dije.
―Me encantaría papá pero no creo que vaya a tener tiempo.
Tú sabes… mi trabajo, los niños… ¡Pero gracias por llamar, fue increíble tener noticias tuyas!
Al colgar el teléfono me di cuenta que mi hijo finalmente había llegado a ser como yo.
Recuerda, papá y mamá solo hay uno, tus hijos te necesitan!
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Violencia psicológica
La violencia de la cual escuchamos más hablar es aquella que deja marcado un rostro, un cuerpo, causado por golpes, apretones, empujones, quemaduras, entre otras.
Sin embargo hay una “violencia que no se ve”, que no es tan clara como la física, pero que daña enormemente a la persona, y me refiero a la “violencia psicológica o emocional”.
Definamos primero que es la violencia:
“Es todo acto de “poder u omisión intencional” que se ejerce sobre una persona, en los diferentes ámbitos de la sociedad y que la daña en su integridad”
Todas las personas podemos: sufrir violencia de otro u otra, o bien ser quienes ejercemos violencia a otro u otra.
Partamos de una principio básico: la violencia NO es un hecho natural, por naturaleza no tendemos a ser violentos.
Esta se aprende a través de la cultura, las instituciones, la familia, escuela, la comunidad o los medios de comunicación.
Se denomina violencia psicológica a una agresión realizada sin que medie contacto físico entre personas. Generalmente empieza poco a poco y se intensifica con el tiempo.
Aparecen: insultos, humillaciones, devaluación, descuido, abandono, celos, desamor, indiferencia, infidelidad, negligencia, comparaciones destructivas, descalificaciones, se le resta valor a la persona, se le intimida o una forma muy grave: el silencio.
Comparto contigo algunas formas en que se presenta este tipo de violencia, para que puedas analizar si la padeces, o bien, eres tu quien la está ejerciendo:
– Interrogar: la persona agresiva se dedica a preguntar como si fuera un policía en donde has estado, con quien, cuanto tiempo, como te has comportado.
– Mandar u ordenar: cuando uno tiene la costumbre de ordenar constantemente, con una expresión negativa que denota superioridad y menosprecio por la otra persona.
– Moralización: es una forma muy sutil de control, en la cual la persona se cree dueña absoluta de la verdad y juzga constantemente al otro. Lo hace con palabras paternalistas, pero que exigen de inmediato una acción “lo hago por tu bien”
– Interpretar: este tipo de comunicación supone que la persona que habla hace una lectura del pensamiento de la otra: “no lo haces porque seguramente estás arrepentida…”, decide por el otro.
– Imponer soluciones: el individuo toma la decisión sin consultar a la pareja: “lo he dicho yo, y con ello basta”
– Criticar: se aplica la crítica “destructiva”, basada únicamente en la confrontación y devaluación de la otra persona “si trabajaras un poco más, ya tendríamos por lo menos una casita”
– Ridiculizar: burlarse del otro en cualquier aspecto, ya sea a solas o en público.
– Despreciar: menospreciar al otro individuo: “eres una inútil, no haces nada bien”
– Reprender: la persona en vez de sugerir cambios, directamente critica al otro de forma destructiva: “la comida está malísima, mi mamá si sabe hacerla bien”
– Amenaza o coacción: en el maltrato psicológico que lleva años es muy típico encontrar que el agresor amenaza o coacciona si no se cumplo algo con hacer o dejar de hacer algo “si me abandonas, te mato”, “sino callas al niño, le parto la cara”
– Culpabilizar y hacerse la víctima: este fenómeno es muy común. El agresor proyecta su agresividad en la víctima y se percibe como inocente. “me enojo porque tu me provocas” “tu te lo buscaste”
– Pseudo-aprobación: la persona aparenta comprensión pero deja un sentimiento de culpabilidad en la persona que escucha: “entiendo que sea importante que vayas con tu mamá al hospital, pero yo me quedo sola, vete”
– Tranquilizar: la persona tras haber hecho algo malo, tiende a indicar que se tranquilice, que no se altere.
– Retirarse: se caracteriza por la pasividad, falta de compromiso por arreglar la situación, se da la indiferencia, el silencio. Esta agresividad es muy dura.
Todas estas manifestaciones provocan en la víctima sentimientos de baja autoestima, devaluación, aislamiento, depresión, y puede incluso llegar al suicidio.
Si estás viviendo una situación de violencia psicológica o emocional, se honesto-a y acepta si eres la víctima o el agresor y de inmediato trata de detenerla. Acude a un especialista ya sea psicólogo o terapeuta.
Recuerda, la violencia NO es algo natural de la persona, y definitivamente puede terminar con ella y su entorno.
Y tu ¿qué opinas?
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