Tips para evitar la violencia familiar
Escuchamos hablar sobre la violencia que se vive dentro de muchas familias, sus causas y consecuencias, pero poco sobre como podemos evitarla.
He aquí diez consejos para nosotros como padres de familia, ya que en nuestra manos está el crear un ambiente de paz y armonía dentro de nuestras familias:
1. Aprende a respirar profundo y tres veces seguidas hasta contar 20 en cualquier situación que se presente y mucho más si está relacionada con los hijos
2. Ten siempre claro que los problemas tienen que ver contigo y otros adultos, por lo tanto, sepáralas de las que tengan que ver con tus hijos.
No los involucres, que no sean ellos los que tengan que soportar el peso de tu cansancio, estrés, preocupación o cualquier situación por la que estés pasando en ese momento.
3. La paz familiar sólo puede encontrarse con la tolerancia, todos somos diferentes, ya que podemos pensar de manera distinta y reaccionar diferente ante las diferentes situaciones.
Así que sea cual sea la situación debemos tratar de acudir a nuestra capacidad para racionalizar las situaciones y darle la importancia y el lugar a cada cosa.
Enseñar tolerancia es la base para prevenir el bullying o acoso dentro de la familia.
4. Los hijos aprenden con y a través de nuestro ejemplo, muchas veces nosotros mismos nos descontrolamos y perdemos la capacidad para dominar nuestros sentimientos de furia, dolor e impotencia, pero cuando hacemos esto delante de nuestros hijos, estamos en un problema peor.
Así que si ellos ven que somos lo suficientemente equilibrados, bondadosos, tolerantes con los demás, ellos asumirán la misma actitud y no agredirán a nadie.
5. No grites, ni en casa ni en ningún lugar, eso fomenta la paz y la tranquilidad, el respeto por los otros y por ellos mismos.
6. Practica rutinas con horarios fijos para la hora de comer y dormir, para que los niños y los adultos puedan descansar. No es viable que en un hogar donde mamá y papá están cansados y agotados por las razones que sean, tengan que ser las diez de la noche y los niños anden por allí revoloteando por todas partes generando conflictos o simplemente viendo televisión.
7. No permitas que consuman dulces dos horas antes de acostarse, esto hace que se aceleren y se pongan a la vez nerviosos y no puedan calmarse ni conciliar el sueño.
8. Sea cual sea la edad límite de tus hijos, su hora de televisión, sobre todo la nocturna, hacen que ellos se dispersen y no tengan una rutina adecuada de sueño.
9. Dedícales tiempo de calidad, lo que les guste hacer a ellos y a ti. Esto te lo agradecerán toda la vida.
10. Escúchalos con atención siempre que te hablen, esto hará que ellos te respeten y se sentirán cómodos e igualmente respetados, así que cuando tu necesites que te escuchen, lo harán con respeto porque ya tú se lo has enseñado con el ejemplo.
Recuerda: la violencia es una cadena: si el papá llega cansado y enojado a su casa, agrede o insulta a su esposa; la mujer en muchos casos se desquita con los hijos, estos con los hermanos y tristemente en cuanto lleguen a la escuela serán agresivos o violentos con sus compañeros: “violencia genera más violencia”.
Si tus hijos viven en un ambiente de cariño y respeto, seguramente cuando formen su propia familia, buscarán lo mismo. Si por el contrario, han vivido agresividad, insultos, devaluaciones, faltas de respeto, entre otras, muy probablemente repetirán estas conductas con sus cónyuges e hijos futuros.
Te invito a que sigas estos diez prácticos y sencillos consejos a que a través de su implementación y seguimiento en tu hogar te ayudarán a crear un clima favorable que te permita evitar la violencia intrafamiliar, tan dañina para nuestra sociedad.
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La rueda de la vida
Me gusta mucho esta frase de Albert Einstein: “La vida es como andar en bicicleta: para mantener el equilibrio debes seguir avanzando.
Hagamos una similitud de nuestra vida con las dos ruedas de una bicicleta, las cuales deben de estar balanceadas y caminar al mismo tiempo.
Los seres humanos somos multifacéticos y, como tales, es difícil que desarrollemos por igual todas las áreas de nuestra vida, pero si debemos guardar un equilibrio entre ellas, sobretodo si las consideramos importantes.
Vamos a reflexionar sobre algunas posibles áreas que componen tu vida, para que vayas pensando en cual de ellas necesitas poner más atención:
– Trabajo, negocios, carrera profesional. Es muy valiosa y la más frecuentemente sobre-estimada. Sin embargo, ¿el éxito en esta área justifica tu desequilibrio en otras?
– Finanzas, dinero. Engloba el dinero y nuestro patrimonio, ¿planeas gastos y ahorros? ¿haces presupuestos y estableces prioridades?
– Salud, bienestar. Salud física y bienestar emocional, la estética ¿te haces revisiones periódicas? ¿cuidas tu arreglo personal?
– Amigos, vida social. Como estamos en nuestra vida social, ¿solos? ¿con amistades de poca calidad? ¿extrañas a algunas personas?
– Familia. Relación con hijos, padres, hermanos y demás familiares. ¿interactúas con respeto y cariño? ¿te mantienes en contacto?
– Romance, amor. La relación con nuestro esposo, novio o pareja. ¿Tu y tu pareja tienen identificado lo que desean lograr en común? ¿se comunican y apoyan mutuamente en el logro de los objetivos particulares de cada uno?
– Diversión, recreación, ocio. Renovarse, cargar energía y divertirse de forma equilibrada y sana. Pregúntate ¿sabes relajarte?
– Contribución, comunidad, medio ambiente. La contribución que hacemos para crear un mundo mejor, ¿estás ayudando a otros?
– Crecimiento, superación personal. Capacitación y estudio constante, ¿estás aprendiendo cosas nuevas o vives estancado?
– Espiritualidad. El trabajar por algo más grande que tu mismo. ¿mantienes una relación con tu religión y creencias espirituales?
Tal vez algunos de estos aspectos no aplican para ti, o bien, existan otros aspectos que en tu realidad diaria son importantes y no los he mencionado.
Lo importante es determinar cuales son las áreas que consideras importantes en tu vida y piensa del 1 al 10 que tan satisfecho estás actualmente.
Volviendo al ejemplo de la bicicleta, cada una de éstas áreas son los “rayos” que conforman cada una de las dos ruedas. Si alguno de ellos está débil, la llanta se ponchará y no podrán seguir adelante.
Las áreas están fuertemente interrelacionadas entre sí y reforzar un área facilita progresar en otras, del mismo modo descuidar cualquiera tiene un impacto negativo en las demás, de ahí la importancia de mantener un equilibrio entre todas.
Estar en buenas condiciones físicas y con salud nos da energía y autoestima, dos ingredientes que aumentan nuestra capacidad de trabajo y de socialización. El crecimiento personal disminuye las posibilidades de quedarnos estancados en nuestra carrera.
La vida social, familiar y el amor contribuyen y alimentan al resto de áreas, son calve porque contribuyen a nuestro crecimiento como personas, a mantener el equilibrio entre todas y a incrementar nuestro bienestar interior.
Con frecuencia vemos personas que se sienten exitosas cuando les va bien en el trabajo, a pesar de que su salud se está deteriorando, no tienen tiempo para ellos mismo, casi no ven a sus hijos, su matrimonio está al borde del divorcio o están solas, no tienen vida social; pero se justifican ante el éxito profesional.
Podemos continuar dando vueltas en la rueda de la vida sin hacer nada por remediar el desequilibrio. El punto es reconocer dónde estamos en cada uno de estos pilares para tomar medidas que nos puedan ayudar a crear una vida con mayor bienestar.
Te invito hoy a reflexionar que cosas son importantes para ti, a pensar como está cada una de ellas en este momento de tu vida y a realizar los cambios necesarios.
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El chantaje en adultos mayores
No es un tema fácil el hablar sobre el chantaje que ejercen algunos adultos mayores hacia sus hijos y familiares. He decidido tocarlo después de varios comentarios recibidos por ustedes que viven esta situación.
De que se trata? De hombres y mujeres que aprovechan su avanzada edad y su delicado estado de salud para lograr que cumplan sus exigencias como condición para seguir en buena armonía.
“Desde que mi mamá vive con nosotros, la familia se ha visto afectada……cuando voy de visita a casa de mis padres nunca se a que hora voy a salir, ya que me piden siempre más y más…mi padre está enojado y de mal humor aún con sus nietos todo el día”, son algunos de las afirmaciones que he escuchado.
Y como hijos, el no acceder a sus caprichos nos produce un malestar profundo que poco a poco se va enquistando hasta transformarse en rencor.
Es una situación delicada, pero también común. Se trata del llamado “chantaje emocional”, el cual es “una forma de control, que utiliza la culpa y otros sentimientos para lograr que la gente actúe de acuerdo a los deseos del manipulador” (en este caso los hijos o familiares).
El mensaje oculto es: “si no me das lo que deseo, vas a sufrir o eres muy malo y egoísta, porque me haces sufrir a mi”. Se utilizan los sentimientos como valor de cambio.
Y surgen frases tales como: “¿es que ya no me quieres, con todo lo que he hecho por ti?…..eres un mal hijo o hija y no valoras lo que yo te he dado….no me ayudes, sé que soy una carga para todos ustedes, etc. etc.
Te invito el día de hoy a que reflexiones si eres un adulto mayor que está manipulando y chantajeando a tus familiares, o bien eres tu la víctima de esta situación.
¿Cómo saberlo? He aquí algunos comportamientos:
– Amenazan con volverte difícil la vida si no haces lo que quieren.
– Te dicen o dan a entender que se abandonarán, se harán daño o se deprimirán si no haces lo que quieren.
– Siempre quieren más por mucho que les des.
– Habitualmente ignoran o no hacen caso de tus sentimientos y aspiraciones.
– Hacen generosas promesas que están supeditadas a tu comportamiento y rara veces las cumplen.
– Te tratan de egoísta, malo, interesado, insensible o descuidado cuando no cedes.
– Se deshacen en alabanzas cuando cumples sus caprichos y las retiran cuando te mantienes firme.
– Utilizan en dinero como arma para salirse con la suya.
Si esto esta sucediendo dentro de tu casa, debemos de detenerlo. Son tácticas sutiles que utilizan nuestros adultos mayores o bien tú estás utilizando para hacer su voluntad. Se trata de un chantaje emocional que puede convertirse, sino es que ya lo es, en una enfermedad crónica.
El chantajista provoca malestar, angustia, miedo o culpa, para obtener lo que desea de las personas. Causa grandes daños en las relaciones familiares.
Por el otro lado, sino la familia no cede se siente culpable porque el adulto mayor se presenta como la víctima, se enoja fácilmente y como consecuencia agrede o amenaza verbalmente a quien está a su cargo o lo ha acogido; les quita el dinero, la ayuda o cualquier otra cosa que dependa de él; o bien, se autocastiga, dejándose de cuidar (por ejemplo no tomar sus medicinas o seguir su dieta si está enfermo)
El chantajista emocional no actúa por maldad. Si bien es egoísta, es sumamente inseguro y tiene miedo a perder el cariño y la atención de la gente que lo rodea. Sin embargo, no acepta su inseguridad ni sus temores. Al contrario, trata de hacernos creer que somos nosotros quienes lo necesitamos, por lo que debemos mantenerlo contento para que no se aleja.
¿Qué hacer?
Si actúas como víctima, pregúntate que es lo que te impide decir “NO”, poner límites o pedir un trato diferente.
Si es tu papá o tu mamá debes de establecer límites y exigir un respeto por lo que estás haciendo.
Evita en la medida de lo posible a las personas que tratan de manipularte, pero no trates de cambiarlas. Y si no has podido lograrlo, busca ayuda profesional.
Y si estás actuando como manipulador, piensa porque no puedes pedir lo que deseas de una manera clara, directa y con cariño. Debes aprender formas más adecuadas de pedir y expresar tus deseos, sentimientos y preferencias. ¿Qué es lo que te da miedo? ¿qué necesitas para actuar de una manera diferente? ¿cómo podrás lograrlo?
Las relaciones donde se da una manipulación emocional, pueden mantenerse cerca físicamente, sobretodo si son entre padres e hijos, pero emocionalmente acaban separadas por el enojo y el resentimiento.
Y esto definitivamente NO VALE LA PENA. Haz algo ahora mismo!
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Lenguajes del amor
Cada vez encontramos menos matrimonios con muchos años de casados. ¿es difícil seguir enamorado por muchos años? ¿es imposible que un matrimonio dure toda una vida?
A quien dice que esto no es posible, y yo opino lo contrario. Parto de la base de que el matrimonio no es fácil, pero tampoco imposible.
El amor no es estático, crece con el tiempo o puede disminuir. No es un simple sentimiento, es una realidad que impregna a toda la persona y viene de la necesidad que tenemos como seres humanos de amar y ser amados.
¿puede acabarse el amor entre los esposos? Por supuesto que sí. Es más, el calor del hogar puede convertirse en incendio si no se cuida. El amor conyugal ha de redescubrirse, alimentarse, reinventarse y pulirse todos los días.
Ahora bien, en toda pareja, la mujer y el hombre tienen diferentes formas de expresar su amor, a veces parecida, y a veces muy diferentes.
Es por eso, que el día de hoy me gustaría compartir con ustedes los “Cinco lenguajes del amor” que nos plantea el autor Gary Chapman, y se refiere a la forma especial que tiene cada persona de recibir y apreciar el amor.
El conocer tu lenguaje y el de tu pareja ayudará a ser más asertivo a la hora de dar amor a nuestra pareja, y recibir el suyo.
1. PALABRAS DE AFIRMACIÓN: quien utiliza esta forma de lenguaje recurre a palabras de ánimo, aprobación y motivación.
Hay personas que se sienten amadas cuando son reconocidas y afirmadas. Cuando usamos palabras amables y de cortesía hacemos que él o ella sientan el amor de nuestra parte.
Aprende a ser generoso con las palabras de aprecio, gratitud, afirmación y cariño para con tu pareja. Reconoce lo que haga por ti y los tuyos. Si este es el lenguaje de tu cónyuge no debes dejar de animarle.
2. TIEMPO DE CALIDAD: muchas personas se sienten amadas cuando se toma tiempo para compartir con ellos. Les hace feliz estar con su pareja, visitar un parque, ver una película juntos, disfrutar de su compañía lo más que pueda.
Para ellos, compartir con el cónyuge es vital para llenar su corazón de amor. Se sienten queridos y comprendidos de esta forma.
3. RECIBIR REGALOS: en todas las culturas, el dar regalos es una manera de mostrar amor. Las personas que tienen este lenguaje se sienten complacidos al recibir un obsequio de parte de su cónyuge.
No se trata de regalos costosos, aunque pueden serlo, más bien se trata del hecho de lo que implica. El regalo significa que se pensó y se invirtió tiempo en ellos. Esto es lo que realmente valoran.
Los regalos son símbolos visuales del amor que se tiene por ellos.
4. ACTOS DE SERVICIO: es hacer cosas que tu sabes que a tu cónyuge le gusta que hagas. Buscas agradarle sirviéndole, para expresar su amor por él o ella.
El realizar estos actos de servicio hace sentir a la otra persona que usted se preocupa por él o ella, que desea agradarle y hacerle sentir que usted se preocupa, que desea agradable y hacerle sentir su amor.
Es posible que su cónyuge se sienta amado cuando usted le sirve, cuando le ayuda con las tareas del hogar o con los niños. Si tu pareja es así, sírvelo y lo harás sentir amado.
5. CONTACTO FISICO: por medio del contacto físico comunicamos amor, sobretodo en el matrimonio. Tomarse de las manos, besarse, abrazarse y tener relaciones sexuales son medios de comunicar amor al cónyuge.
Las personas que tienen este lenguaje necesitan ser tocadas para sentirse amadas. Ellas reciben amor de esa manera, no significando esto ninguna debilidad emocional y mucho menos un mero deseo sexual.
Es posible que tu cónyuge se sienta amado con este lenguaje, si es así, esmérate en tocar, besar y abrazar más a tu pareja cada día.
Cada uno de esto lenguajes de amor nos ayudan a conocer la forma que nuestro cónyuge se siente amado. Por esta razón, preocúpate por descubrir su lenguaje y decide manifestarle tu amor de esa manera. No lo ames como tu piensas o crees que es lo mejor, hazlo en su lenguaje y serás más feliz.
Y de gran importancia es que también conozcas TU lenguaje, es decir “como te gusta que te demuestre su amor tu cónyuge”. Ambos hablen sobre este tema, conozcan cual es el lenguaje de cada uno y pónganlo en práctica en la vida diaria, y verás como tu relación mejora de inmediato.
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Vacaciones: una oportunidad de unión familiar
Sin duda, una de las temporadas que producen mayor inquietud en las madres y padres que trabajan, es la de las vacaciones escolares.
Ante esto, seamos honestas y respondamos ¿me gusta que mis hijos estén de vacaciones?, o ¿mi preocupación durante el trabajo es mayor sabiendo que están en casa?
A unas semanas de que inicien, hay tiempo de planear la situación. Si tienes posibilidad de dejar el trabajo por unos días, ¡házlo! Las vacaciones pueden ayudar mucho a la familia si están bien organizadas. Al salir de la rutina, tenemos la oportunidad de relajarnos, convivir y conocer más de nuestros hijos. Para ello, no hay porqué salir a un lugar lejano o caro, lo importante es hacer algo diferente en familia, que guste y divierta a todos.
Al sugerir una convivencia más estrecha con la familia, es posible que surjan algunas reflexiones como: ¿Qué tanto me comunico con mis hijos?, ¿Qué tanto los conozco de verdad: sus gustos, miedos, aspiraciones y preocupaciones?, o bien hasta reconocer que “Son mis hijos, los quiero mucho, pero son lejanos a mí”. Parte de estos cuestionamientos se pueden resolver identificando el tipo de comunicación que hay en el núcleo familiar.
La comunicación con mis hijos
La comunicación es un proceso dinámico que hacemos todos los días: comunicamos ideas, sentimientos, pensamientos, emociones. Parece fácil pero, según terapeutas reconocidos, el 90% de los problemas familiares son por falta de una buena comunicación.
No es sólo transmitir información: ¿Cómo te fue hoy? ¿Qué hiciste?, Mañana tienes que ir a… o hacer tal cosa. Es realmente “saber decirle al otro lo que piensas o sientes y recibir del otro aquello que siente o piensa”.
Existen niveles de comunicación en las familias:
– Nivel superficial: viven juntos pero no coinciden, ven televisión pero no hablan o discuten, los temas que se hablan son banales: ¿Qué tal el clima? ¿Hay mucho tráfico?; el papá trabaja todo el día, la mamá trabaja ya sea en la casa o fuera de ella, cada hijo anda por su lado. No hay unión.
– Nivel intermedio: aparentemente están unidos, a veces comparten conversaciones, consejos y opiniones, no existe intimidad, cada quien está en su “parcela”.
– Nivel profundo: se vive en familia, comparten por lo menos una comida al día, hay reuniones familiares, se escuchan, se ayudan y se tienen confianza.
Nuevamente con honestidad, respondamos ¿Cómo es la comunicación con mis hijos?: superficial, intermedia o profunda. Una vez reconocido el modelo, es posible mejorarlo. He aquí algunos consejos para una buena comunicación:
– Compartir gustos, aficiones, experiencias
– Hablar con calma
– Escuchar primero
– Estar disponible
– Que todos opinen
– Corregir a los hijos a solas
– Alegría y buen humor
– Respetar a cada miembro de la familia
– Dar las “gracias” y pedir las cosas “por favor”
– Ser cariñosos y expresivos
– Ver poco tiempo la televisión
– Hablar en positivo, evitar las críticas
– Celebrar fiestas familiares
– Organizar excursiones, vacaciones y juegos juntos
– Comer juntos por lo menos una vez al día
Es importante evitar la práctica de ciertas actitudes hacia nuestros hijos como son: burlas, insultos, amenazas, sermones, discusiones sin sentido, juicios, castigos físicos o morales fuertes, portazos, gritos, caras largas, groserías, callar al otro, o bien, actitudes de indiferencia o superioridad. Estas acciones sólo harán que nuestra comunicación sea cada vez más difícil y lejana.
Con todo esto, te invito a que aproveches el próximo periodo de vacaciones para acercarte más a ellos, para conocer realmente su forma de pensar y de sentir, y que ellos conozcan la tuya, para que en lugar de que sea una temporada de inquietud, añoremos esta magnífica oportunidad de unión familiar.
¿Cuál es tu opinión?
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Consecuencias cuando un matrimonio se rompe
Solemos pensar que la solución es el divorcio o la separación cuando un matrimonio ya no quiere seguir unido, creemos que los problemas se van a solucionar y que reinará la paz.
En la mayoría de los casos esto no sucede, ya que de inmediato vienen las consecuencias tanto en el hombre como en la mujer:
– FISICAS:
o Soledad: ambos quedan “solos” cuando han estado acostumbrados a compartir con el otro un espacio, su tiempo, sus bienes, sus conversaciones, buenos y malos momentos.
o Enfermedades: pueden aparecer ciertos padecimientos; recordemos que cuando la mente no está tranquila, el cuerpo somatiza y puede el hombre o la mujer empezar con dolores de cabeza, estómago, u otra enfermedad.
o Labores domésticas: lo que antes hacían los dos, ahora lo tiene que hacer cada uno solo en su nueva casa.
– ECONOMICAS:
o Distribución de bienes: la negociación de quien se quedará con que. La mayoría de las veces no resulta fácil ya que alguno o ambos están dolidos y susceptibles.
o Mantenimiento de dos lugares para vivir: después de la separación se tienen que cubrir los gastos de dos lugares, cuando antes era solo uno. Esto aumenta la presión para ambos.
o Volver a trabajar: la mujer es quien en muchos casos tiene que salir a trabajar para recibir una compensación económica, cuando hace muchos años que no lo hacía.
o Pensiones mensuales: se tiene que establecer una cantidad para la pensión mensual, sobretodo cuando los hijos son menores.
– PSICOLÓGICAS:
o Recuperar la autoestima: con la ruptura, la seguridad en uno mismo suele disminuir, y hay que recuperar este sentimiento de seguridad.
o Asumir nuestra responsabilidad: en una relación de dos, la culpa no es de uno solo sino de ambos. Cada uno debe asumir su responsabilidad y reconocer sus errores y fallas.
o Aceptar la pérdida: el divorcio o la separación es un duelo, una pérdida que se debe aceptar y aprender a vivir con ella.
o Celos: surgen celos hacia otras personas que se relacionan con la ex pareja.
– SOCIALES:
o Alejamiento de grupos sociales: la convivencia con amigos y familiares ya no es la misma. Cada uno empieza a verlos por separado, o bien, a dejar de verlos.
o La crítica: surge el famoso “que dirán”, los demás, ahora ya soy una “mujer o un hombre divorciado” y esto puede afectar mucho a la persona.
o Soledad: nuevamente este sentimiento de estar solo o sola de ahora en adelante.
– PARA LOS HIJOS:
o Menos tiempo con ellos: es lógico que después de una ruptura del matrimonio, el papá y la mamá pasen menos tiempo con sus hijos que el que pasaban antes. Se empiezan a turnar para verlos.
o Rendimiento escolar: se ha visto que un niño o un joven puede bajar su rendimiento en la escuela cuando sus padres se separan.
o Enfermedades físicas: hemos mencionado que el cuerpo somatiza los sentimientos y los hijos de padres que se separan pueden empezar a enfermarse.
o Culpa: en algunos casos aparecen sentimientos de culpabilidad en los hijos, que piensan que la ruptura de sus padres se debe a algo que hicieron o dejaron de hacer.
o Decepción: saber que sus papás ya no están juntos puede ocasionar sentimientos fuertes de decepción.
o Manipulación: los padres utilizan a sus hijos para enviar mensajes, obtener información del otro y bien para atraer su cariño y atención. O bien, los hijos pueden aprovecharse de este momento para manipular ellos a sus padres y obtener beneficios tanto materiales como humanos.
o Se puede presentar la situación de que los papás separados utilicen a sus hijos como forma de conflicto.
Si está en crisis tu matrimonio y estás pensando en separarte o divorciarte, reflexiona mucho antes de hacerlo, es una decisión muy importante que puede terminar con una mala relación, pero que también da lugar a varias consecuencias como las que hemos platicado el día de hoy.
Antes de tomar esta decisión: “piénsalo dos veces”
¿Cuál es tu opinión?
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El estudio más largo sobre la felicidad
Me gustaría platicarte del estudio más largo que se ha llevado a cabo en el tema de la felicidad. Se trata del estudio “Grant” llevado a cabo como parte de la investigación en Desarrollo Adulto de la Escuela de Medicina en la Universidad de Harvard en los Estados Unidos.
¿En que consiste? Por 75 años se le ha dado seguimiento a la vida de 754 hombres, año tras año, preguntándoles sobre su trabajo, vida familiar, su salud, y por supuesto sin saber que iba a suceder con sus vidas.
Este tipo de estudios son muy raros, ya que la mayoría de ellos se terminan en unos diez años, las personas que los iniciaron dejan de investigar, cambian de dirección o fallecen; el dinero se termina y con este la información.
En este caso, la suerte y la perseverancia de los investigadores a través de varias generaciones ha hecho que el estudio sobreviva y arroje resultados. Han sido cuatro los directores del estudio y se está empezando a estudiar a más de 2,000 hijos y nietos de estos hombres.
Inicio en el año del 1938 siguiendo la vida de dos grupos de hombres: un 40% fueron estudiantes universitarios de Harvard que estaban terminando su carrera, y el 60% restante provino de niños entre 12 y 16 años de edad provenientes de suburbios muy pobres, con familias en desventaja y de escasos recursos.
Al iniciar el estudio hace 75 años se les hicieron exámenes médicos, se les entrevistó a ellos y a sus padres y cada dos años se les volvió a contactar: escaneando sus cerebros, realizándoles pruebas de sangre, hablando con sus esposas e hijos acerca de sus inquietudes y logros.
Actualmente están vivos el 60% de estos hombres y los mayores tienen poco más de 92 años.
Después de catalogar y analizar miles y miles de hojas con la información recabado durante estos años, los resultados obtenidos no han tenido que ver con “dinero, fama o trabajo duro”.
Lo más increíble es el mensaje publicado y que se resume en tres grandes lecciones:
1. RELACIONES CERCANAS: los hombres de ambos grupos que reportaron estar más cerca de su familia, amigos o comunidad, tienen una vida más feliz y saludable que los otros.
También han vivido más tiempo en comparación a aquellos que reportaban sentirse solos.
La experiencia de vivir o sentirse “solo” ha resultado ser “tóxica”. Las personas que están más “solitarias” de lo que les gustaría estar son menos felices, su salud se deteriora en la vida de adultez media, el funcionamiento de su cerebro disminuye y viven menos años.
Y lo más triste es que muchas personas aunque vivan en familia o comunidad, dicen sentirse “solas”. Puedes sentirte solo-a en una multitud o en un matrimonio.
2. Segunda lección: “Calidad y no cantidad de relaciones”. No depende el número de amigos que tienes, tampoco si estás o no comprometido en una relación, lo que cuenta es la “calidad” de esa relación.
Por ejemplo: se ha demostrado que vivir en un constante conflicto en la familia o en el matrimonio es dañino para la salud, hasta más que el divorcio o la separación. Al vivir en relaciones cálidas y en armonía, surge en sentimiento de pertenencia.
Para los jóvenes de 20 años el número de relaciones amistosas o amorosas es importante, pero después de los 30 años lo que realmente importa es la “calidad” de estas relaciones.
3. Y la tercera gran lección que ha resultado de este estudio acerca de las relaciones y el bienestar de la persona, es que no solo protege al cuerpo sino que protege también al “cerebro”.
Sucede que al estar en una relación segura y cercana con otra persona a la edad de 80 años, ambos se sienten “protegidos”, saben que cuentan con la otra persona en momentos difíciles, y por lo tanto su “memoria” se mantiene activa por más tiempo.
Por el contrario, las personas que llegan a los ochenta años sin contar con una relación cercana, (no tiene que ser amorosa), experimentan un declive en su memoria.
Y no significa que estas relaciones tengan que ser cordiales en todo momento, se pueden experimentar discusiones y roces entre las personas, pero de base saben que cuentan unos con otros.
¿Por qué si parece tan sencillo no lo hacemos? Porque somos humanos y nos complicamos la vida.
Te invito a que reflexiones sobre esto, lo que realmente vale en la vida no cuesta dinero y es muy sencillo. Resultado de este estudio de 75 años: “BUENAS RELACIONES NOS MANTIENEN MÁS FELICES Y SALUDABLES. PUNTO” ¿Qué te parece?
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¿Eres demasiado sensible?
Quiero reflexionar contigo si eres una persona que se siente fácilmente, te molestan fácilmente los comentarios de los otros y piensas que lo hacen a propósito para molestarte.
La hipersensibilidad nos hace chocar dolorosamente con nuestro entorno. Estar siempre en guardia de lo que recibimos de los demás agota nuestra energía, es causa de aislamiento y provoca baja autoestima.
Sabías que la psicología lo define como PAS: personas altamente sensibles. Es una situación que no es absurda ni exagerada y suele suceder más de lo que pensamos.
Vivimos en un mundo densamente poblado que nos obliga al roce diario con decenas, a veces cientos de personas diferentes. Cada una de ellas tiene su propia visión de lo que es correcto o incorrecto, una manera de expresarse y de reaccionar ante los estímulos externos. No es de extrañar, por tanto, que salten chispas y malos entendidos.
Y si quien vive en esta sociedad acelerada tiene además la llamada “piel fina”, o demasiada sensibilidad, el sufrimiento y los conflictos están asegurados.
Decía sabiamente Platón: “Sé comprensivo, porque cada persona que encuentres en tu camino está librando una dura batalla”
Ya comentamos que además de minar la autoestima, estar siempre alerta agota nuestra energía y nos aísla socialmente. Las personas hipersensibles pierden amistades con facilidad y les cuesta adaptarse al entorno laboral.
Desde fuera parece que están en guerra con el mundo, aunque en el fondo lo están con ellas mismas.
Todos hemos convivido con personas demasiado susceptibles, que interpretan cualquier comentario como un ataque y van por el mundo sumando ofensas.
Son personas desconfiadas que están siempre a la defensiva y reaccionan con hostilidad a la primera de cambio.
¿Cómo son en el fondo estás personas? Son esclavos de la opinión de los demás o, lo que es peor, de lo que creen que los demás opinan de ellos. Por eso la persona susceptible tiene la capacidad de transformar una conversación intrascendente en una tensa batalla.
Una opinión, un comentario o incluso una simple mirada pueden bastar para prender la mecha.
La psicóloga clínica Trinidad Aparicio describe con los siguientes rasgos el perfil de un hombre o mujer hipersensible:
– Tiene una baja autoestima y es muy vulnerable emocionalmente
– Pierde el control cuando sospecha que murmuran sobre él o ella o cuando se siente atacado por algún comentario.
– Le afecta cualquier opinión y continuamente piensa en lo que debería haber respondido en el momento de supuestamente ser atacado.
– Tienen menos en cuenta los comentarios positivos que las críticas o comentarios negativos.
– Busca el reconocimiento externo en todo lo que hace y se valora en función de la opinión de su entorno.
– Sus reacciones son imprevisibles.
Como podrás observar, tras el perfil de una PAS, persona altamente sensible, se oculta, por una parte, una urgente necesidad de estima, y por la otra, una visión exagerada subjetiva de lo que ocurre a su alrededor.
Esto explica que, paradójicamente, el hipersensible pueda reaccionar de forma violenta, hiriendo la sensibilidad de los demás.
Según un estudio realizado en Estados Unidos, una de cada cinco personas padece hipersensibilidad, lo cual no necesariamente tiene que ser negativo.
Desde un punto de vista positivo tienen una especial capacidad para captar matices y sutilezas que a los demás les pasan inadvertidos; a menudo aportan a su trabajo y relaciones una buena dosis de visión y humanidad.
Normalmente son conscientes, creativos y minuciosos. Sin embargo a veces se involucran tanto y captan con tanta intensidad el sentido de lo que sucede a su alrededor, que necesitan desconectarse de su entorno en mayor medida que el resto de las personas.
Comparto contigo algunas claves que pueden ayudarte si eres una persona hipersensible:
– Pon las opiniones de los demás en cuarentena. En caliente tendemos a dramatizar situaciones que unas horas más tarde pueden no tener importancia. No envíes correos cuando te sientas dolido.
– Suspende el juicio. Cuando juzgamos a alguien, inevitablemente emitimos un veredicto e incluso un castigo psicológico. Podemos evitarlo renunciando a fiscalizar a los demás.
– No pronostiques conductas ajenas.
Si eres una persona hipersensible, goza de tu sensibilidad, pero no la exageres, ya que acabarás sufriendo mucho y alejada de tus seres queridos.
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¿Porqué nos cuesta trabajo perdonar?
Te perdono, pero constantemente te recuerdo lo que pasó; te perdono, pero no lo olvido; te perdono, pero algún día sentirás lo mismo que yo. ¿Lo has vivido? Puede que sí, por lo que sabes lo difícil que es perdonar; sobre todo cuando estamos llenas de resentimiento y recuerdos negativos.
En una ocasión, al término de una conferencia, se acercó una mujer y me dijo:
―Mi suegra nunca me agradeció que la cuidara durante sus últimos años. Ya murió pero estoy muy lastimada y no se lo perdono.
―¿Y hace cuánto que murió? ―pregunté.
―Hace quince años…
Este «volver a sentir», es decir, conservar el resentimiento, lleva revivir una y otra vez aquel daño que alguien voluntaria o involuntariamente nos infringió y que, a pesar del tiempo –precisamente por «resentirlo»–, sigue afectando nuestra vida poco o mucho. Desafortunadamente uno de los mayores obstáculos con que nos enfrentamos para ser felices y hacer felices a los demás es justamente no saber perdonar.
Vivir con resentimiento es como tener veneno por dentro; como cargar un inmenso costal a nuestras espaldas. Y como la mayoría no somos capaces de dar salida a la reacción emocional, esta ira reprimida causa severos males: ansiedad, cansancio, angustia, mal humor, incluso hasta enfermedades, ya que de una u otra forma somatizamos los sentimientos que no hemos procesado.
Pero lo más duro, lo más grave, es que proyectamos los efectos hacia otras personas, que por lo general son nuestros seres queridos: nos enojamos y les gritamos a nuestros hijos, esposo o amigos. Afectamos a aquellos que no tienen «vela en el entierro». Luego, el asunto se torna más profundo: estamos siempre de mal humor, nos quejamos de cualquier cosa, nos volvemos sarcásticas e hirientes, criticamos y todo nos parece mal.
Estos sentimientos que nos afligen y que no soltamos, semejan la siembra de una semilla que bajo la tierra crecerá y dará frutos. Así, estos sentimientos enterrados también darán frutos, pero serán de puro rencor y amargura.
Digamos que llenas una mochila de piedras y la llevas siempre a tu espalda. Cargarla todo el día es pesado, ¿no? Así es esto: dejar guardado aquel sentimiento sin procesarlo, sin aceptarlo, se queda en ti; y al experimentarlo una y otra vez, piensas que todo lo que te rodea es agresión.
¿Qué hacer entonces para evitar el resentimiento? Para empezar, es muy importante reconocer el sentimiento; es decir, identificar y verbalizar lo que sentiste ante la ofensa: entender qué fue lo que te molestó para poder expresarlo, ya sea en forma hablada o por escrito.
Luego habrá que analizar si la ofensa es realmente objetiva, o es algo subjetivo y que tú misma has creado. Lo principal es nunca quedarse con sentimientos negativos.
Un punto que se debe considerar es que el valor que le damos a la ofensa depende mucho más de nuestra respuesta personal que de su gravedad. En este sentido hay que utilizar la inteligencia para encontrar los motivos o razones del agresor, más que el dejarnos llevar por nuestras emociones.
Por ejemplo, una situación por la que han pasado muchas mujeres, y que se considera de las más difíciles de perdonar, es la infidelidad. En el momento en que te das cuenta de que tu esposo o novio te ha sido infiel te sientes enojada, ofendida, dolida, agredida. Si continúas te sentirás descalificada, insegura, tal vez devaluada. El proceso es muy duro de reconocer, pero llegar a lo más íntimo de tus sentimientos hará que le des el justo valor a la ofensa, y que el perdón sea posible.
Perdonar para vivir
Por otro lado, ¿qué es el perdón? Es aprender a vivir el presen- te con amor, sin rencores ni resentimientos. Se trata de una decisión personal para ver más allá de la ofensa y ser capaz de comprender y ser compasivo con el otro. Por supuesto, lleva su tiempo y es un proceso que se va dando poco a poco. Pero ante todo, es una actitud personal donde se elige mirar al otro sin juzgarlo, algo que se convierte en una forma de vida.
Perdonar nos convertirá de víctimas a mujeres capaces de relacionarnos de manera clara, compasiva y comprensiva. Por eso encontramos personas felices que viven en paz con los demás y otras que van por la vida llenas de rencores y resentimientos hacia quienes la rodean.
Perdón a uno mismo
No puedo dejar de insistir en otro punto fundamental: la relevancia de que, en primer lugar, sepamos perdonarnos a nosotras mismas; que aceptemos nuestros errores y defectos, logremos alejarnos de las culpas y reconozcamos que como seres humanos nos equivocamos mucho más seguido de lo que nos gustaría o de lo que llegamos a identificar.
Haz un alto en tu vida y piensa por qué debes perdonarte y a qué persona o personas no has logrado perdonar. Libérate de ese enorme costal, de ese veneno que te impide vivir en paz y en armonía. Recuerda, no necesitas del otro para perdonar. Para perdonar basta contigo mismo.
¿Cuál es tu opinión?
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¿Existen los hijos favoritos?
Crees tu que existen hijos favoritos para un papá o una mamá dentro de una familia? Como papás los amamos por igual a todos, pero eso de preferir o de llevarte mejor con uno que con el otro es algo que se ha estudiado y puede explicarse.
A este fenómeno se le ha denominado “preferencias y rechazos”. Muchos autores insisten en que es más correcto hablar de afinidades, de cercanía, de “inclinaciones hacia uno u otro hijo”
La preferencia por uno de los hijos es una realidad más común de lo que se piensa y responde a factores inconscientes que nada tienen que ver con la voluntad de los padres.
Un famoso artículo publicado por la revista Time se tituló: “?Por que a mamá le gustas más tu?”. Jeffrey Kluger, escritor del libro “El efecto de los hermanos”, señala que el 95% de los padres tienen un hijo predilecto y el 5% restante miente.
Los motivos por los que hay una mayor o menor afinidad por los hijos pueden ser muchos: tiene rasgos de alguien a quien queremos o a quien detestamos; es más o menos cariñoso; más o menos divertido; más o menos inteligente; ha llegado en un momento propicio o en un momento difícil de la relación de pareja; es un hijo deseado o fue sorpresa; tiene una personalidad más fácil o más compleja.
Se parece a mi mismo o es diametralmente opuesto; por lo que me llevo muy bien o choco constantemente; nos da una mayor satisfacción o menos. En fin, son muchos y muy variados los motivos.
El problema surge cuando no se trata de una cuestión de sentimiento sino que, en la práctica y vida diaria hay diferencia en el trato entre nuestros hijos. El hijo “no preferido es relegado o menospreciado consciente o inconscientemente.
Los celos entre hermanos son inevitables, especialmente cuando el hijo mayor ha estado solo mucho tiempo y se anuncia la llegada de un hermanito. Como todo en la vida, los celos entre hermanos generan consecuencias negativas pero también positivas. Lo importante es estar atento a estos comportamientos.
En algunos casos el error lo cometen los abuelos: invitan a dormir sistemáticamente más a uno que al otro, le dan mejores regalos, y esto provoca situaciones conflictivas.
Hay que ser muy cuidadosos en no cometer un error frecuente que es incentivar a los hijos mostrándoles lo que hizo su hermano mayor o menor. Tampoco debemos etiquetarlos para lo que son según nosotros buenos o malos: te gusta leer, eres malo para el deporte, eres muy tímido, etc.,etc.
La preferencia o rechazo hacia uno de nuestros hijos es algo natural e inconsciente. Sin embargo, una realidad es que nuestro amor debe manifestarse por igual para todos:
Los excesos de amor por uno de los hijos no generan problema de por sí. Es el descuidar los otros o hacer un trato diferencial y negativo el que lo tiene.
Debemos de corregir estas actitudes. Es posible cambiar una conducta ejercitando una actuación consciente que luego se convertirá en rutina. Busca decirles todas las cosas positivas que tienen; cuando hacen algo bien, al realizar un esfuerzo, cuando logran algo concreto. Nunca es demasiado.
Es indispensable corregir a nuestros hijos sin herirlos, especialmente aquellos que nos cuestan más trabajo. No seas violento, mejor sé constructivo.
Al igual que se tienen espacios para compartir con el hijo predilecto, se deben encontrar espacios para compartir con el o los demás.
– Favorece la armonía, compañerismo y amor entre los hermanos, será una inversión emocional a futuro.
– Estar disponible cuando él/ella lo necesite es la mejor forma de que sepa que también es importante.
– Evitar comparaciones entre los hermanos es indispensable para no agudizar las diferencias.
– No fomentes la rivalidad entre ellos.
– Las caricias y el contacto físico son una forma inequívoca de demostrar amor.
– Como padres debemos ser conscientes de nuestros comportamiento con nuestros hijos, un trato igualitario es el punto de partida para la armonía de la familia.
Los favoritismos que se manifiestan de forma evidente hacen que lo pasen mal tanto los hijos como los padres. Los padres se niegan a reconocerlo y los niños que no son los preferidos a menudo pueden experimentar sensaciones como confusión, resentimiento, enfado y baja autoestima.
Para el favorito, tener que responder siempre a las expectativas y siente presión por la carga que supone esa etiqueta.
Y cuando venga la pregunta: ¿a quien quieres más? Explicarle que cada uno es único, con ideas y sentimientos únicos, y que te sientes muy orgulloso de ser su padre o su madre.
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¿Y mi papá?
Al estudiar y observar a las familias de hoy, es evidente que la dinámica familiar ya es otra: el esquema en que la mujer se encargaba del hogar y de la educación de los hijos, en tanto el hombre figuraba como era el proveedor económico de la familia ya no es común.
Dado que las mujeres hemos cambiado significativamente nuestros roles y actividades, el hombre ¿hasta dónde ha asumido su propia misión en la familia?, ¿hasta dónde se involucra en la educación de sus hijos y no solo en su manutención?
Y es que los hijos necesitan, desde que nacen, el apoyo y apego de su padre, y la ausencia en la vida familiar de éste no es para nada justificable ante un exceso de trabajo. De hecho, éste es un punto de gran importancia y que muchos padres, en la actualidad, ni siquiera se han planteado. Diversos estudios han demostrado que la ausencia física del padre puede hacer mucho más daño psicológico al hijo que la ausencia natural producida cuando el padre muere, es decir, al niño le puede afectar más saber que su papá vive y que no le hace caso, a saber que murió y no cuenta con él.
Algunas de las consecuencias identificadas por los expertos, si el padre no está presente pueden ser: disfunciones cognitivas, déficits intelectuales, privación afectiva, inseguridad, baja autoestima y mal desarrollo de la identidad sexual.
Reconozcamos que muchas veces los papás estamos inmersos en el trabajo con la fija idea de generar bienes materiales, pero nos olvidamos de algo trascendental que es convivir con los hijos. Y en especial, suele ser el hombre quien se pierde de ese gran valor y satisfacción que brinda el ser un auténtico padre de familia.
Con gran impacto, recuerdo las palabras de un exitoso empresario: “He tenido mucho éxito en mi vida profesional, pero me arrepiento de no haber visto y gozado a mis hijos cuando éstos crecían. Ahora ya es demasiado tarde”
Cambiemos ahora las palabras de hombre y mujer, por las de papá y mamá. Tanto el padre como la madre de familia pueden dirigir su trabajo a robustecer su Yo; a tener popularidad, dinero, a amar a su profesión por encima de todas las cosas, o bien, a amar el bien de su familia.
En este sentido, considero que el trabajo debe estar por debajo del valor de la familia y no situarse al mismo nivel, ya que el motor del trabajo es la familia, pero el motor de la familia es mucho más amplio, es el amor. Vemos con tristeza cuántos hombres y mujeres ponen por delante el trabajo en su vida y acaban con el núcleo familiar.
La igualdad de oportunidades que estamos viviendo papás y mamás, exige la igualdad de responsabilidades, que habrá que llamar corresponsabilidad. Partiendo de que en el hogar hay dos cabezas que pueden alternarse, suplirse, complementarse, delegarse, o actuar simultáneamente según convenga a la familia.
Comparto contigo el siguiente relato que nos lleva a reflexionar sobre lo que hemos hablado:
Papá ¡yo quiero ser como tú!
Mi hijo nació hace pocos días, llegó a este mundo de una manera normal… pero yo estaba de viaje y no pude estar con mi esposa… ¡Tenía tantos compromisos!
Mi hijo aprendió a caminar cuando menos lo esperaba, y comenzó a hablar cuando yo no estaba… ¡Cómo crece mi hijo! ¡cómo pasa el tiempo!
A medida que crecía, mi hijo me decía:
―Papá ¿cuándo regresas a casa? ¡algún día seré como tú!
―No lo sé hijo, pero cuando regrese, jugaremos juntos, ya lo verás.
Mi hijo cumplió 10 años hace pocos días y me dijo:
―¡Gracias por el Nintendo papá! ¿quieres jugar conmigo?
―Hoy no hijo, tengo mucho qué hacer.
―Está bien papá, otro día será.
Se fue sonriendo, siempre en sus labios las palabras:
―Yo quiero ser como mi papá.
Mi hijo cumplió quince años hace poco y me dijo:
―¡Gracias por la moto papá! ¿quieres pasear conmigo?
―Hoy no hijo, tengo mucho qué hacer.
―Está bien papá, otro día será.
El otro día, mi hijo regresó de la Universidad hecho todo un hombre.
―Hijo, estoy orgulloso de ti, siéntate y hablemos un poco.
―Hoy no puedo papá, tengo muchas cosas que hacer. Por favor, préstame el carro, tengo que hacer un trabajo en equipo.
Ahora ya estoy jubilado, y mi hijo vive en otra ciudad. Hoy lo llamé:
―Hola hijo, ¿cómo estás? ¡Me gustaría tanto verte!, le dije.
―Me encantaría papá pero no creo que vaya a tener tiempo.
Tú sabes… mi trabajo, los niños… ¡Pero gracias por llamar, fue increíble tener noticias tuyas!
Al colgar el teléfono me di cuenta que mi hijo finalmente había llegado a ser como yo.
Recuerda, papá y mamá solo hay uno, tus hijos te necesitan!
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Violencia psicológica
La violencia de la cual escuchamos más hablar es aquella que deja marcado un rostro, un cuerpo, causado por golpes, apretones, empujones, quemaduras, entre otras.
Sin embargo hay una “violencia que no se ve”, que no es tan clara como la física, pero que daña enormemente a la persona, y me refiero a la “violencia psicológica o emocional”.
Definamos primero que es la violencia:
“Es todo acto de “poder u omisión intencional” que se ejerce sobre una persona, en los diferentes ámbitos de la sociedad y que la daña en su integridad”
Todas las personas podemos: sufrir violencia de otro u otra, o bien ser quienes ejercemos violencia a otro u otra.
Partamos de una principio básico: la violencia NO es un hecho natural, por naturaleza no tendemos a ser violentos.
Esta se aprende a través de la cultura, las instituciones, la familia, escuela, la comunidad o los medios de comunicación.
Se denomina violencia psicológica a una agresión realizada sin que medie contacto físico entre personas. Generalmente empieza poco a poco y se intensifica con el tiempo.
Aparecen: insultos, humillaciones, devaluación, descuido, abandono, celos, desamor, indiferencia, infidelidad, negligencia, comparaciones destructivas, descalificaciones, se le resta valor a la persona, se le intimida o una forma muy grave: el silencio.
Comparto contigo algunas formas en que se presenta este tipo de violencia, para que puedas analizar si la padeces, o bien, eres tu quien la está ejerciendo:
– Interrogar: la persona agresiva se dedica a preguntar como si fuera un policía en donde has estado, con quien, cuanto tiempo, como te has comportado.
– Mandar u ordenar: cuando uno tiene la costumbre de ordenar constantemente, con una expresión negativa que denota superioridad y menosprecio por la otra persona.
– Moralización: es una forma muy sutil de control, en la cual la persona se cree dueña absoluta de la verdad y juzga constantemente al otro. Lo hace con palabras paternalistas, pero que exigen de inmediato una acción “lo hago por tu bien”
– Interpretar: este tipo de comunicación supone que la persona que habla hace una lectura del pensamiento de la otra: “no lo haces porque seguramente estás arrepentida…”, decide por el otro.
– Imponer soluciones: el individuo toma la decisión sin consultar a la pareja: “lo he dicho yo, y con ello basta”
– Criticar: se aplica la crítica “destructiva”, basada únicamente en la confrontación y devaluación de la otra persona “si trabajaras un poco más, ya tendríamos por lo menos una casita”
– Ridiculizar: burlarse del otro en cualquier aspecto, ya sea a solas o en público.
– Despreciar: menospreciar al otro individuo: “eres una inútil, no haces nada bien”
– Reprender: la persona en vez de sugerir cambios, directamente critica al otro de forma destructiva: “la comida está malísima, mi mamá si sabe hacerla bien”
– Amenaza o coacción: en el maltrato psicológico que lleva años es muy típico encontrar que el agresor amenaza o coacciona si no se cumplo algo con hacer o dejar de hacer algo “si me abandonas, te mato”, “sino callas al niño, le parto la cara”
– Culpabilizar y hacerse la víctima: este fenómeno es muy común. El agresor proyecta su agresividad en la víctima y se percibe como inocente. “me enojo porque tu me provocas” “tu te lo buscaste”
– Pseudo-aprobación: la persona aparenta comprensión pero deja un sentimiento de culpabilidad en la persona que escucha: “entiendo que sea importante que vayas con tu mamá al hospital, pero yo me quedo sola, vete”
– Tranquilizar: la persona tras haber hecho algo malo, tiende a indicar que se tranquilice, que no se altere.
– Retirarse: se caracteriza por la pasividad, falta de compromiso por arreglar la situación, se da la indiferencia, el silencio. Esta agresividad es muy dura.
Todas estas manifestaciones provocan en la víctima sentimientos de baja autoestima, devaluación, aislamiento, depresión, y puede incluso llegar al suicidio.
Si estás viviendo una situación de violencia psicológica o emocional, se honesto-a y acepta si eres la víctima o el agresor y de inmediato trata de detenerla. Acude a un especialista ya sea psicólogo o terapeuta.
Recuerda, la violencia NO es algo natural de la persona, y definitivamente puede terminar con ella y su entorno.
Y tu ¿qué opinas?
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